La Fábrica de Arte Cubano, dirigida por el músico X Alfonso, anunció el lanzamiento de una plataforma que acogerá y propiciará obras digitales del tipo NFT en Cuba.
"La plataforma aspira a la creación de una galería virtual con exposiciones transitorias, que exhibirá archivos previamente hospedados y luego generados en NFT", explica el equipo de trabajo en una convocatoria a artistas cubanos residentes en la Isla.
"Esta convocatoria a modo de experimento, intenta guiar y facilitar a los artistas de nuestro patio el uso de esta revolucionaria vía en desarrollo, que se impone en la Historia del Arte". La idea es que La Fábrica sirva de mediador en esa nueva forma de comercio, ayudando a los artistas a insertar sus obras en la nueva tecnología al tiempo que atrae la atención del mercado internacional como galería.
X Alfonso mismo ha experimentado con cinco fotos digitales combinadas con música original en subastas NFT, prometiendo que el dinero recaudado se usará para la creación de la plataforma cuyo nombre será nft.FAC.
La convocatoria dura todo el año, aunque cada tres meses se publicará la nómina de artistas seleccionados por un comité evaluador para el catálogo de La Fábrica de Arte. Aquellos interesados pueden acudir a la página de Facebook de La Fábrica de Arte Cubano, donde se encuentran los detalles de esta convocatoria.
¿Qué son los NFTs y qué implicaría esto en Cuba?
El nombre Non Fungible Token (NFT, por sus siglas en inglés) es difícil de traducir al español porque la palabra token significa en inglés "símbolo", "señal", pero también "pieza", así que se ha optado por llamarles "tokens no fungibles" en castellano, que querría decir algo parecido a "activos no intercambiables". Este exotismo semántico ha extraviado a más de uno y posiblemente sea en gran medida responsable del éxito de la novedad.
En dos palabras, se trata de una tecnología que permite certificar o "firmar" obras digitales empleando la misma estructura de contabilidad de las criptomonedas, llamada block chain. Las piezas digitales, a partir de ahora, podrían tener un propietario virtual, que no impide, sin embargo, la reproducción exacta de las mismas.
Sucede que las piezas de arte digital son fácilmente reproducibles y hasta la fecha no hay manera de distinguir entre el original y la copia, ya que ambos son exactamente el mismo programa que permite ver la misma imagen. La tecnología NFT no cambia eso. Aún podemos disfrutar íntegra y gratuitamente de la imagen expuesta y hasta "poseerla" en nuestro ordenador como fichero, sólo que si tiene asociada un NFT habrá una declaración de que tal activo pertenece a alguien que pagó por él, o al autor mismo.
Esta simple (y para muchos superflua) innovación ha disparado, sin embargo, el vertiginoso mercado del arte y el mercado en general, llegándose a contabilizar en millones un NFT ligado a una obra que puede apreciarse perfectamente en cualquier pantalla. Así, en marzo de este año, la famosa casa de subastas Christie puso por primera vez en puja un NFT perteneciente al artista Mike Winkelmann (conocido como Beeple) que se vendió en 69 millones de dólares. Para muchos (incluido Beeple) se trata de una burbuja comercial que explotará algún día. Pero, mientras eso sucede, los miles y millones de esos bien colocados NFTs siguen respondiendo.
A este baile quiere sumarse la Fábrica de Arte, buscando la vanguardia del mercado en Cuba. En la Isla, como se sabe, los artistas legalmente no pueden comercializar sus obras si no pertenecen a un políticamente curado "Registro del creador" y sólo las galerías del Fondo Cubano de Bienes Culturales están autorizadas para la venta.
La tecnología NFT significaría una liberación comercial de esas amarras para el artista, ya que sólo necesitaría una VPN, acceso a la criptomoneda Ethereum -que puede encontrar en las plataformas Qbita Exchange y Cubaxchange – y una buena publicidad para insertarse en el mercado mundial. Tres cosas realizables desde cualquier ordenador.
La propuesta de La Fábrica implicaría otra vez una mediación institucional para el artista, aunque también significaría un precedente para que iniciativas autónomas lancen sus propios proyectos.