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Opinión

Ha muerto Cándido Camero: historia de un engaño

Hay una Cuba que se fue, pero existe. Una Cuba que se resiste a morir y es imprescindible para el futuro.

Miami
Cándido Camero.
Cándido Camero. Repeating Islands

Su nombre no me decía nada: Cándido Camero, el legendario percusionista cubano ha muerto. Pero al leer su historia, y ver el documental Cándido, manos de fuego, de Iván Acosta (2004), una vez más me sentí engañado, manipulado, en fin, culturalmente bloqueado.

Millones de cubanos nacidos poco antes o después de 1959 padecemos un penoso analfabetismo cultural. Nuestro mundo intelectual quedó dentro de la Revolución. Fuera de la Revolución, nada. El artista que permaneció afuera no existió. Arrastramos como asignatura pendiente la imposibilidad de recitar versos de Eugenio Florit, e ignorar la mejor biografía sobre el Apóstol, escrita por Jorge Mañach. Mientras, millones de cubanos pueden declamar de memoria la carta de despedida del Che al Difunto y afirman que La Historia me absolverá es lo mejor que han leído.

Camero tenía 99 años al morir, y formaba parte de un grupo de artistas que salieron por el mundo dando a conocer la cultura cubana. Eso fue en las décadas del 40 y el 50. Unos encontraron buenos contratos en el extranjero, sobre todo en México, España, Venezuela y Estados Unidos; allí los sorprendió el parteaguas 1959. Hubo quienes creyeron no poder vivir y crear lejos de la Isla. Confiaron en una revolución "más verde que las palmas", y regresaron.

A quienes el verde de la yagua se les fue transformando en pesadilla roja, un día decidieron irse a donde creían desarrollar mejor sus potencialidades. Parecería algo normal si no fuera porque aquí comienza el drama mayor de la cultura cubana contemporánea: un grupo de individuos con poder y en base a ideologías, decide quién es artista, intelectual, deportista, científico. Desgraciadamente, tal exclusión a veces se da en las dos orillas. Solo que en el exilio se aligera porque no hay un solo empleador, y nadie tiene dueño.

Una pregunta que se hace el turista más entretenido en Europa es cómo pudieron reconstruir ciudades que fueron destruidas hasta sus cimientos. La respuesta es sencilla: porque había voluntad de rehacer el pasado para tener presente y futuro. Existían los planos y las manos para levantar los antiguos palacios, jardines, teatros y puentes, las plazas y parques. Ningún francés, alemán, italiano, inglés, ruso o rumano se cuestionó que esos lugares fueron hechos y habitados por reyes, burgueses, fascistas. Solo así era posible edificar al hombre, y vivir en paz.

La pregunta que se hace el cubano más despistado es cómo piensa el régimen construir al hombre nuevo y tener paz con una cultura que prescinde de casi la mitad de toda la creación artística nacional. Una parte sustancial de nuestras obras literarias, plásticas, musicales y cinematográficas han sido realizadas fuera de las fronteras insulares y por creadores de variopinto sello político.

Durante 60 años, los comisarios culturales han trocado unos artistas y sus obras por otros afines, sin sentir culpas ni remordimientos por negarle al pueblo cubano el disfrute de creaciones que son orgullo en el mundo. Cuando supe de la muerte de Cándido Camero enseguida pensé en Tata Güines y en Los Papines. Del mismo modo, no comprendo por qué Carpentier sí y Cabrera Infante no, ambos premios Cervantes de Literatura. Tampoco por qué Guillén es poeta nacional, y quien le sirvió de lazarillo poético en la Habana, Gastón Baquero, todavía es "un fantasma venidero", "una sombra que ha sido".

Onelio Jorge Cardoso es sin duda un cuentero mayor. Antes hubo un Lino Novás Calvo, el primer traductor de El viejo y el mar al español por encargo explícito de papa. No le dan a Israel López, Cachao, el mérito de haber creado el mambo, y solo hablan de Pérez Prado, quien lo popularizó al estilo de jazz band en México. En España creen que el sagüero Machín es peninsular mientras en su tierra casi nadie lo conoce como uno de los mejores intérpretes del bolero. Bernabé —Enrique Arredondo— era un comediante excelente, pero nunca han perdonado al mejor, a Tres Patines —Leopoldo Fernández— abandonar el país. Olga Guillot y Blanca Rosa Gil fueron cambiadas por Annia Linares y Beatriz Márquez. Por cierto, la primera interpretó con sus pies Aquel largo viaje que cantaba la segunda. A esta le hacen homenajes, a la Linares ningún joven en Cuba la echa de ver.

Para Descemer Bueno y Gente de Zona ya aparecerán sustitutos, quizás los mismos que se decían sus amigos, y en privado comentaron lo frustrante de vivir y trabajar bajo la lupa —y los caprichos— de los funcionarios. Tal vez en un par de años, los más jóvenes no sabrán quienes son los músicos que pusieron a bailar medio mundo. Tendrán que fallecer, y a veces ni eso, para que un suicida educativo se atreva a poner su música en una estación de radio.

Una tarea obligatoria será la alfabetización cultural de las nuevas generaciones. Que ningún cubano quede sin saber quién fue Celia Cruz, ni escribir la historia de la música cubana y universal suprimiendo su nombre. Si un artista posee una obra meritoria, no es propiedad de "la Revolución". Pertenece al pueblo cubano, a todos. Hay una Cuba que se fue, pero existe. Una Cuba que se resiste a morir, y es imprescindible para el futuro.

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2 comentarios

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El cubano mas hp de todos los tiempos dijo y aplico por la fuerza: "Con la Revolucion todo, fuera de la Revolucion nada". El pueblo cubano tiene que cambiar eso.

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La lista es interminable,Mario Bauza y Francisco “Machito” Grillo son considerados los precursores de la Salsa y en cuba son unos desconocidos,Rolando Laserie,La Lupe,Orlando Contreras,todos conocidos en el mundo y en cuba nadie los menciona.