Adquirir los materiales necesarios para producir obras de arte en Cuba es difícil incluso para los artistas vinculados a instituciones oficiales.
Aquellos que intentan crear de manera independiente, además de las inseguridades de un mercado al que acuden sin respaldo, y la vigilancia de las autoridades, que intentan definir quién es artista y quién no, se enfrentan a obstáculos que aumentan en tiempos de crisis como la provocada por la pandemia de Covid-19.
Antes del coronavirus, el artista plástico Alejandro Jurado compraba los materiales principalmente a personas que viajaban, aunque resultaran más caros. La imposibilidad de los viajes le ha cerrado esa vía de acceso a recursos.
A su juicio, los precios del Estado son "bastante justos" comparándolos con los estándares internacionales, pero en las tiendas cubanas no existe la variedad de ofertas que hay en otros países, por lo que muchos artistas buscan vías para comprar materiales en el exterior.
Según Jurado, en otras etapas de escasez llegó a pintar con Polivit, el "complejo vitamínico" creado en el llamado "Período Especial" para intentar paliar las carencias nutritivas de los cubanos. El artista cuenta que trituraba esas pastillas, también utilizaba betún, pintura de pared, etc.
Algunos artistas asociados a empresas, compran todo lo necesario cuando viajan. Es el caso de Iván Latour, director del grupo Havana, quien relata que adquiere el equipamiento para su música en el extranjero, cuando sale por trabajo, porque en la Isla es imposible.
Recuerda que antes, por las mismas empresas, los artistas podían acceder a ciertos "medios básicos", aunque no eran de su propiedad. De todas formas, desde hace años no tiene noticias de que esa opción siga funcionando.
Con el auge del internet se han creado diversos grupos de Whatsaap y canales de Telegram a través de los cuales artistas de diferentes sectores compran y venden materiales como pintura, instrumentos musicales, accesorios, en un mercado alternativo que, si bien no es la solución, alivia algunas necesidades.
Al cerrar el suministro de artículos del exterior, la pandemia ha hecho aumentar los precios incluso de los productos de segunda mano, como ocurre en el caso de instrumentos musicales y equipos relacionados con la producción musical o audiovisual.
Fuera de la capital es aún más difícil para los artistas independientes conseguir los recursos para continuar creando. Elizabeth Llanes, integrante del proyecto de animación EXA, de Camagüey, afirma que la tecnología que consiguen es gracias a padres y otros familiares que están de misión y se los llevan cuando regresan a la Isla.
La otra opción que tienen es colaborar con otros artistas intercambiando equipos y, en ocasiones, alquilar ciertos dispositivos, como las tabletas gráficas.
Incluso si hay dinero para pagar equipos, aunque sea a sobreprecio, "se dificulta, pues no sucede como en la capital, donde por lo menos aparece quien venda un tablet, un bajo, etc.", expresa Llanes.
"La opción que tenemos es darle el dinero a alguien que vaya a viajar y compre lo que necesitamos", dice.
La situación es aún peor en provincias como Guantánamo, donde es complicado incluso acceder a programas informáticos básicos para trabajar la producción musical.
Internet no es lo suficientemente efectivo como para descargar los programas necesarios, dice Manuel Antonio Suárez, quien se graduó de informática médica pero se dedica a la producción musical.
Según Suárez, actualmente no posee ni siquiera una computadora y los background los realiza en la laptop de su novia, cuando esta no la utiliza.
Una computadora no es suficiente para hacer música. Se requieren otros equipos especializados. No obstante, en sus diferentes especialidades los artistas se las arreglan para seguir produciendo obras en medio de la precariedad, mientras esperan mejores tiempos cuando acabe la pandemia.