Jorge Molina es un artista incorruptible. Cuando pienso en él me viene a la mente la imagen del indio Hatuey quemándose en la hoguera. Gústele a quien le guste y pésele a quien le pese, el cine de Molina es completamente libre, para él la única opción es ser honesto consigo mismo.
¡Yo nací tres años antes del Primer Congreso Nacional de Educación y Cultura!
¿Y de ahí para acá qué crees que ha ocurrido con el cine?
Hay una regresión a las "buenas costumbres". A lo políticamente correcto, el feminismo exacerbado y tergiversado, el machismo, a ver, yo creo que tiene que ver con la involución del mundo en general, no solo de Cuba. Y eso de alguna manera afecta. El mundo es cada vez más conservador y Cuba es parte de eso también.
Y creo que ahí está el detalle. Lo otro es que cada vez hay más cantidad de actores que no tienen conciencia de su profesión, la falta de riesgo en el arte. Ahora hay mucho fashionista, gente que está en los medios, solo para ganar dinero, ser famosete, o buscarse una pareja bonita. Los actores/actrices están cada vez más idiotizados, mira Facebook y toda esa porquería de los tiktok para que veas. Cuando hay tantas cosas buenas e interesantes que hacer…
¿Qué tú crees que necesita el cine cubano para dejar ser mojigato?
Libertad, aire fresco, desanquilosarse, soltarse, desmelenarse, descontraerse, oxigenarse, etc. Abrirse a las sensaciones, emociones, a lo lúdico del cine, no puede seguir estreñido.
Creo que en parte me fui por encontrar eso mismo. Mi coraza no es tan fuerte como la tuya y estaba cansado del secuestro narrativo que provoca la politización constante de la vida y de que la línea narrativa de nuestro cine cubano estuviera marcada por esas circunstancias.
Bro, pero ahí está la posición del artista. ¡No hacerlo y punto! Yo creo que los que lo hacen, es porque quieren hacerlo así, es cómodo, no se buscan problemas, no se complican, esa desidia que ha invadido nuestra realidad y que como una hiedra se enreda en la sociedad, y el cine es parte de eso.
También recuerda que el oportunismo, la simulación, etc, es el pan nuestro de cada día y eso afecta al cine y al arte en general.
Me gustaría que hablarás de la muerte, del peso que le das a la muerte en tus películas.
La muerte es algo a la que todos vamos. No hay un día que no piense en ella. Yo no quisiera morirme nunca. Quizás por eso me obsesiona. Y la ligo directamente a la búsqueda del amor, que no de la felicidad. Creo que sexo y muerte están indisolublemente ligados. Será porque el paso a ella nos conduce a algo más sublime, no seé. Pero trato siempre de acostarme cuando tengo sueño y me resisto a dormirme porque temo no despertarme.
¿Tú crees que en las películas de serie B, la muerte realmente tiene peso?
Creo que la muerte es motivo de preocupación para cualquier cineasta y creo que eso nos toca por la gran influencia de las religiones y, más exactamente, la católica. También las creencias, cualquiera, todo está asociado a ir a otra dimensión, otro estado, a salir de un cuerpo y habitar otro, no sé. Eso debe atormentar a la mayoría de los artistas, y por eso en general, no solo el cine, el B o el A, en todas las artes, la muerte tiene un gran peso.
¿Recuerdas la primera muerte que experimentaste?
Fue la de un amigo quizás dos años más grande que yo. Alguien brillante, lleno de conocimiento y luz, y un día se ahogó en un río en la escuela al campo. Eso me afectó mucho, sobre todo al momento de conocer la noticia. Esa diría fue mi primera muerte.
¿Recuerdas algo de ese día?
Yo estaba en quinto grado y él en séptimo, pero siempre que nos encontrábamos hablábamos de lo nuevo que aprendíamos y siempre queríamos saber más. Él fue el que me enseñó el truco de la lupa y el sol que produce fuego. En ese momento, cuando vi eso, lo recuerdo siempre como revelador y como el primer acto de magia o prestidigitación que presencié. Después, al descubrir mi pasión por el cine y descubrir a un mago que hacía el mejor cine, Orson, por supuesto, me di cuenta que el cine no es más que eso y cada vez que estoy en una película, es como si estuviera recreando el truco de la lupa y el sol que me mostró Juan Carlos.
¿Te ha servido la muerte como herramienta en tu profesión de actor?
Cada vez que tengo situaciones dramáticas, tristes, apelo a mis muertes, por supuesto, la de mi amigo Juan Carlos, la de mi abuela, muy importante, la de Terence Piard, la de mi madre. Muchas muertes de gente valiosa que me llenaron de luz. Y claro, a todas ellas les busco el lado positivo en mi vida, en mi arte, y me han influido, claro, mucho. Ahí están, en mi día a día, a veces se agolpan como las penas, y por eso no me matan...
¿Cada una de tus películas la consideras un exorcismo?
Por supuesto, siempre lo he dicho, yo hago cine para exorcizar los demonios que me persiguen, que me acosan, que me atormentan, no para ser aceptado, para ir a festivales, ni para ganar dinero ni fama. Sencillamente, porque tengo que soltar algo de mis entrañas, solo eso. Esta pasión nació combinando la lupa y la lente del proyector del cine móvil que iba tres veces a la semana, al almacén de equipos de bombeo que estaba frente a mi casa en Palma Soriano. Lo que recoge la lente, lo que queda registrado y lo que se proyecta, es mágico.
Háblame un poco más de esto.
Frente a mi casa, había un almacén de equipos de bombeo, equipos de riego para la agricultura, y parece que el administrador era cinéfilo y contrataba tres veces a la semana un cine móvil para proyectarle películas a los trabajadores. Yo aprovechaba y me colaba para ver ese acto de magia. Y ahí descubrí mi vocación de alguna manera. Recuerdo Los malos duermen bien de Kurosawa y El Aventurero de la Rosa Roja con Rafaella Carrá y Jacques Perrin.
Si hiciera proyecciones en un cine móvil proyectara todo eso que vi allí: Kronos de Kurt Newman y El día que se paralizó la Tierra de Robert Wise. Mira, aquellas proyecciones eran muy graciosas, yo veía esas películas entre trabajadores rudos, la mayoría mecánicos, todos acabados de almorzar, con el pospandrial en su punto. Así que el único espectador despierto, era yo, al final, yo lo comentaba con mis amigos que eran los que se maravillaban con mis historias.
Una vez me contaste que una muchacha te intimidó cuando eras chamaco. ¿Qué fue lo que ocurrió?
Eso fue en la beca, yo tenía 11 años, y ella uno más, solo venía a besarme, pero me dio miedo, ¡la vi como un súcubo y le metí un empujón y salí corriendo por el naranjal! De ese hecho, no recuerdo más, solo que yo sentí una presencia a mis espaldas, algo amenazante y bueno, lo que vino después. El cartel de maricón no me lo quitó nadie, a partir de ese momento. El niño que le tiene miedo a las jevitas.
Quizás ahí nació ese otro elemento tan presente en tu cine, la mujer...
Yo creo que iba a estar igual, porque desde chama yo me mataba a pajas con revistas que me prestaban mis amigos que se las robaban a sus padres marineros o gente que viajaba al exterior, y a cada rato me agarraban, mi tía mi mamá y ya sabes: "Jorgito mijo, eso no es bueno, no hagas eso, o no lo hagas con la puerta abierta".
La mujer estuvo ahí, siempre, quizás en ese suceso del naranjal, nació la mujer como amenaza en mi cine.
Creo que las mujeres en tus películas siempre amenazan de una manera muy puntual, siempre a través de la seducción. ¿No te gustaría salirte de ese molde?
No lo sé. ¡Eso está ahí en el subconsciente y sale! ¡Es Cuba!
Me gusta que el subconsciente haga su labor, que cada película sea como un retrato que realiza el director a lo largo de su vida.
¡Exacto! Yo no elaboro nada, dejo que fluya todo lo que tengo dentro. Y lo suelto en el set. Eso se traduce en mis diálogos con los actores y con el equipo.
¿Qué no has explorado del sexo en tus películas?
¡Muchas cosas! A mí me encantaría rodar un hardcore, pero para eso tendría que hacerlo fuera de Cuba. Pero no tendría gracia. Algún día lo haré. Faltan cosas por explorar, más de la condición humana, ligado al sexo y a la muerte.
Mi próximo trabajo es un corto, una historia de amor muy hermosa entre dos fantasmas, dos muertos que se aman por encima de la propia eternidad. Ves cómo la muerte siempre regresa. Y claro, tiene sexo.
En esa nueva película, la de fantasmas, ¿habrá sexo explícito? Creo que los fantasmas no deberían tener ningún tipo de restricciones.
¡Haré lo que se pueda hacer! Yo trabajo con lo que tengo y lo que puedo. De las historias que tengo, esta es la que tiene un financista y ya firmé el contrato, de acuerdo a como quede, el financista, sigue o se sale (será muy tonto de su parte, no seguir).
Sobre el sexo explícito, me encantaría, pero depende de los actores, de la química y de las ganas de comerse al mundo, esas que me sobran a mí, pero le faltan a un montón de gente acá.
Suponiendo que encontraras a esos valientes, cuéntame como rodarías esas escenas de sexo sin tapujos.
Primero convencerlos de que lo que van a hacer es lo correcto. Después, dejarlos hacer, dejarlos llevarse a ver que me dan y, mientras, hurgar con la cámara cada detalle del acto que me interese, la verdad ante todo. Y si las cosas no van como yo espero, coreografío algunos momentos para que se vean empingao en cámara y tomo prestado de los maestros Ang Lee y Wong Kar Wai planos de sus escenas de sexo de Lust Caution y Happy Together respectivamente. Más o menos así de manera simple. Y si me calentaron, y calentaron al equipo, entonces funcionó.
Yo recuerdo a una actriz española que se aterró con tu escena en Madrigal, la de Fernando Pérez. ¿Qué pasó en el set?
Te explico: mi personaje es un depravado, sórdido. Lo que pasa en la escena, es según el guion, sorpresivo, ella va a ser violada, ultrajada. Si yo como director, coreografío la escena, no va a haber sorpresas, magia, los actores no van a dejar de actuar para ser seres humanos, sin máscaras. ¡Es mi teoría! No sé la de Fernando. Pero él me llamó aparte y me dijo: "Ponla incómoda".
Entonces Molinator atacó, ella no estaba preparada y siguió interpretando, ese fue su error. Yo hice lo que me indicó el director. Y para que funcionara, decidí sorprenderla. Cualquier reacción de ella, hubiera sido, la buena. ¡Si yo le comentaba, ella iba a estar condicionada! Creo que el director debía haber hecho otra toma, quizás conversar con ella, no sé. Pero yo, Molina, creo más cuando el actor, se separa del actor, para ser humano.
Has pensado sorprender al público alguna vez, algo así como hizo David Lynch cuando rodó The Straight Story, quiero decir hacer de repente un dramón o una comedia.
Sí, de hecho tengo proyectos más cercanos a la realidad, no comedias, pero sí dramas o tragicomedias. En algo andamos Laurita (mi hija) y yo. De hecho, estoy intentando hacer algo en cuarentena con ella, con su iPhone. Hay un argumentico que no cuaja aún. Hemos rodado unos planos, pero nada todavía.
Seguro sale algo hermoso de esa combinación de miradas. Tú sabes que tus clases en el ISA para mi no eran de cine, sino de ética, de aprender a ser consecuente y consistente. No olvido el listado de nombres que pusiste en la pizarra el primer día de clases. Escribiste muchos nombres en esa pizarra, desde el indio Hatuey, pasando por Giordano Bruno o Marie Curie, hasta llegar a tu admirado Orson Welles y luego preguntaste "¿Qué tienen todos esos seres humanos en común?"