Yo no quería hablar aquí de lo mismo. Me refiero a mí como reportera del crimen, porque en cuanto al Chino, él hizo bien lo suyo en Un día feliz en El Oficio. Era este el tema: Fidel reflejo de una nación, Fidel Patria, Fidel Cuba, Fidel Historia. Y Reynier Leyva Novo borró de fotografías de Fidel al propio protagonista. Y entonces devino reescritura histórica, olvido/ausencia o nostalgia, ideal utópico o desmitificación, Revolución sin héroe/dictador. Pues, volviendo al principio, para qué ahondar en lo mismo, sobre todo si en el imaginario colectivo existen tantas versiones y puntos de vistas de lo que es, lo que fue, la imagen del "comandante". Fue así que me construí una historia, mi propia historia, sobre Un día feliz. Aquí les va…
Los humanos, como las fieras, están hechos de miedos. Y de deseos. Un día feliz, un día cualquiera, el humano se levanta y se dispone a eliminar a la fiera. Una criatura enorme que controla todo y que por lo tanto también lo domina. La fiera, como un quécher después de la tormenta, está al acecho, espera el momento justo en que caen los pájaros. El humano quiere construirse un mundo sin fiera. Un mundo mejor, digamos, dice el humano. Un mundo donde el recuerdo del animal no sirva sino para recordar el olor de los pájaros muertos. Para eso necesita destruir un par de cosas, apenas las imprescindibles. Las necesarias como mucho. Todo lo que sobrepase dentro y fuera de su cabeza.
Imaginemos que el humano, en efecto, desaparece a la fiera, ¿acaso dejaría esta de existir? El redoble del tiempo es intransigente. Los habitantes de la aldea creen ahora una nueva historia, donde la fiera no fue siquiera una fiera, sino un dios enfurecido y contrariado. El humano se figura entonces patriarca y defensor de la tierra, mientras la verdadera historia le carcome la cordura….
El humano se convertirá en fiera, y así sucesivamente.