Un equipo internacional de científicos aseguró el lunes que han descifrado el genoma del tiburón blanco, en el que han detectado rasgos que ayudan a explicar su notable evolución. Han dado con mutaciones moleculares para mejorar la curación de heridas y la estabilidad genómica como la reparación del ADN y la tolerancia al daño del ADN.
Se trata de un grupo integrado por miembros del Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas y del Instituto de Investigación Guy Harvey en la Universidad Nova Southeastern en Florida. El trabajo fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
El gran tiburón blanco, cuyo nombre científico es Carcharodon carcharias, posee un genoma de gran tamaño, una vez y media más grande que el humano, precisó un reporte de Reuters.
En teoría, los genomas grandes con mucho ADN repetido, como el de este tiburón, y su gran tamaño corporal, deberían promover una alta incidencia de inestabilidad del genoma, con mucho más ADN y muchas más células aparentemente vulnerables al daño a través de una acumulación de mutaciones de rutina.
Sin embargo, en el caso del tiburón blanco parece ser al revés gracias a las adaptaciones en los genes involucrados en preservar la integridad del genoma.
"Este conocimiento, además de proporcionar información sobre cómo funcionan los tiburones en su nivel más fundamental (sus genes) también puede ser útil en aplicaciones médicas para combatir el cáncer y enfermedades relacionadas con la edad que resultan de la inestabilidad del genoma", dijo Mahmood Shivji, director del Centro de Investigación de Tiburones de la Fundación Save Our Seas.
Esta especie habita los océanos del mundo, principalmente en aguas costeras frescas. El tiburón blanco puede alcanzar seis metros de largo, pesar 3,18 toneladas y sumergirse hasta casi 1.200 metros de profundidad.
Los tiburones son una historia de éxito evolutivo y han prosperado durante más de 400 millones de años. Nuestra especie apareció hace aproximadamente 300.000 años.
El gran tiburón blanco también mostró adaptaciones genéticas de varios genes que juegan un papel fundamental en la curación de las heridas. Por ejemplo, se descubrió que un gen clave involucrado en la producción de un componente importante de los coágulos de sangre ha sufrido adaptaciones.