Arturo Infante estrenó finalmente su tan esperado largometraje de ficción El viaje extraordinario de Celeste García (2018), que compite en el apartado de ópera prima en la actual edición del Festival Internacional de Cine de La Habana.
Este talentoso realizador se ha caracterizado por una crítica incisiva a las problemáticas sociales de la realidad cubana con buena dosis de ironía y humor inteligente. Por lo regular, la amplia aceptación en el público y la crítica de cortos como Utopía (2004) o Gozar, comer y partir (2006), por solo mencionar algunos de sus trabajos más conocidos, dicen mucho de su ingenio.
El extraordinario viaje de Celeste García es una comedia costumbrista de enredos y situaciones hilarantes que consigue un rato de buen esparcimiento y arrancarnos la más estridente carcajada. Lo que el público deseaba, ni más ni menos.
La película nos cuenta la historia de Celeste García (María Isabel Díaz), una mujer sesentona que trabaja como especialista en el Planetario de La Habana. La rutina de su vida laboral y hogareña se ve bruscamente interrumpida por la extraña invitación de una vecina, que resulta ser una alienígena enmascarada, para conocer su planeta.
Por si fuera poco, el noticiero de televisión divulga que la extraña civilización extraterrestre ha mantenido contactos secretos con el Gobierno cubano durante mucho tiempo y ha hecho extensiva su convite a los ciudadanos de diversas partes del mundo. El Gobierno cubano decide abrir su Oficina de Viaje Interespacial, en la cual los interesados podrán ser seleccionados para el viaje mediante un sorteo.
La embarazada (Tamara Castellanos) que espera un hijo alienígena, el artista gay (Néstor Jiménez), una seductora felona (Yerlin Pérez), dos jóvenes amantes asesinos (Andrea Doimeadiós y Reinier Díaz) y el carnicero del barrio, enamorado de Celeste (Omar Franco), integran la galería de personajes-tipo, todos ellos muy pintorescos, que aguardarán la llegada de la nave espacial internados en una Escuela en el Campo.
El lugar será pretexto para afianzar relaciones personales, conocer pasajes de su vida pasada y las expectativas respecto al viaje que esperan cambie su vida.
¿Qué nos trae de interesante esta película? Una manera muy creativa de abordar las problemáticas sociales de ahora, con personajes que nos hacen desternillarnos de la risa, con chistes ingeniosos y situaciones caricaturescas como las de la encargada del orden en el internamiento (Verónica Díaz), quien asume la preparación de los futuros astronautas del mismo modo en que se dirige un campamento militar.
Pero la gratuidad del guion, el despampanante facilismo con que decide desplegar sus entuertos y resolver su historia nos convencen de que esta película es, lamentablemente, otra hojarasca más que el viento hará desaparecer de nuestra memoria.
Eso sí, nos trae el grato placer de ver a María Isabel Díaz, tan recordada por su excelente desempeño en la ya lejana Una novia para David, asumir un rol protagónico comedido, pero nada más.
Arturo Infante ha escogido el camino fácil para seducir de manera rotunda al público cubano, ya muy acostumbrado a este tipo de filmes. Esa vía de entrada al cine cubano es lícita y no hay que hacer de tripas corazón para digerirla.
Sin embargo, resulta inevitable la decepción en quienes esperábamos una obra de mayor holgura, con un desarrollo más feliz y menos epidérmico en su abordaje de la temperatura social de ahora mismo. Si esa fue su intención, quedó a medio camino.
Y que conste que tenía todas las potencialidades para lograrlo.