"…finalmente y por primera vez se hacen públicos todos los 'papeles del tanque'", me escribe en un mensaje apurado en la tarde del pasado viernes el artista cubano Ángel Delgado. Se trata de la memoria del talego, "el cana", "chirona", "Canadá" y todos los sobrenombres que lleva la cárcel en Cuba.
Delgado acaba de publicar 101 dibujos de cuando pasó seis meses de prisión en la Isla por defecar —a modo de performance— sobre una edición del periódico Granma, órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba.
Lo ha puesto en manos del escritor y editor Carlos Aguilera en Si la memoria no me falla, Ediciones Incubadora. Colección Documenta, 2018. Son exactamente la memoria de lo que fue la cárcel para Delgado en un momento en que no perdió los sueños entre los barrotes del temible Combinado del Este en La Habana y un correccional a las afueras de la urbe capitalina.
Delgado ha querido desligar su obra de aquel performance del 4 de mayo de 1990 cuando emprendió lel acto público La esperanza es lo último que se está perdiendo, ejecutado en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales... pero no ha podido.
Llegó, abrió su mochila, y sin avisar ni pedir permiso sacó un Granma y dejó allí toda su mierda nacional del día anterior.
Una breve reclusión en el cuartel de la policía técnica de 100 y Aldabó, un juicio rápido con la nulidad de la apelación y una condena a seis meses en la prisión de máxima seguridad del Combinado.
Ahora salen lo que —aunque le peguen todos los títulos y rimbombancias de la crítica y los estudiosos— van a seguir siendo "los papeles del tanque". Porque en Cuba se le llama "tanque" a eso que asegura el encierro y produce el castigo, la cárcel como un gran tanque —estanque— para todos los peces —pejes— muertos, vivos y muertos-vivos. La obra de Delgado se refociló entre los sueños y vivencias de los condenados y a base de pasta de jabón y pedazos de plástico le dio vida-muerte a toda la pesadilla colectiva. Algunos son dibujos aprovechando deshechos materiales y algunas artimañas más para sobrevivir.
En la introducción al ebook, el propio Aguilera hace las veces de interrogador, a manera de un reeducador fallido, un instructor penal que está a punto de conseguir una confesión del "criminal político" en que se convirtió Delgado, y reseña:
"Pero ¿qué hablan, cuentan o muestran estos dibujos que muchos conocen como 'papeles del tanque', a raíz de una exposición en Aglutinador en los años noventa, donde algunos de ellos fueron exhibidos junto a ropa y utensilios que Delgado utilizó en prisión y en verdad responden al nombre de 'Si la memoria no me falla'?
Para mí hablan especialmente de dos cosas:
—el secreto, en su relación y diferencia con el poder, en este caso el castrocarcelario.
—y la éskhatos (skatós), como citaba antes, como relato de cotidianidad, excremento, 'lucha' diaria. De ahí que muchos de ellos se ejemplifiquen con escenas de no-vida, como si los dibujos, más que imagen, fueran diario donde se relata la gramática del encierro: la culpa, el tiempo, las peleas, el ocio, el 'escape'."
En una entrevista de hace tres años con este redactor, Delgado habla de sus inicios "en el Combinado", o sea, en la prisión que lo recibe como un joven artista desconocido y casi anónimo. Ninguneado por la obra que no ha hecho aún: "Precisamente mis primeras obras objetuales las hice dentro de la prisión, que fueron con jabón, y mucha de mi obra ha sido hecha con jabón tallado. La prisión fue como una cuarta escuela para mí: la Elemental de Artes Plásticas, San Alejandro, el Instituto Superior de Arte y la prisión. Los materiales eran de condiciones extremas y empecé a trabajar con pañuelos, y se me quedó ese bichito, de tratar de crear con los materiales alternativos, aunque he recurrido a la pintura".
El libro ha sido lanzado gratis a las autopistas de internet y en él se pueden constatar algunos de los sobresaltos, dudas y aciertos de un hombre en prisión.
La soledad y la violencia carcelaria, el guetto ramificado en pequeñas parcelas de poder, la obsesión por saltar todos los muros (el de la propia cárcel, el de la censura oficial en un país totalitario y cerrado, asaeteado por "la política cultural de la revolución cubana" y el muro más grande y líquido aún, el de la frontera final por donde Delgado ha salido a expandir su arte por el mundo).
Es morboso y seductor el cliché de decir que este es un libro-testimonio, un libro-arte que se burla del espíritu moralizante que conlleva el martillo de cualquier censura. Pero no importa, ahí podrán ver incluso el Acta de libertad del artista —como si no fuera esa la primera paradoja, hablando de encierros y libertades.
Aquí están todos "los papeles del tanque", una memoria revivida por ese prisionero político que fue el pintor, escultor y artista del performance Ángel Delgado en una cárcel cubana.
Hace rato que es un hombre libre.
Ángel Delgado tiene entre otras muestras: Revision, Gallery 910, Las Vegas, NV; Uncomfortable Landscapes, Nina Menocal Gallery, México City; Contextualized Landscape, Wine Museum, Ensenada, B.C. México; Contextualized Landscape, Petanca Gallery, Ensenada, B.C. México. En 2004 obtuvo la Residencia Artística The Mattress Factory Museum, Philadelphia; en 2008 ganó el premio MOLAA (Museum Of Latin American Art) en la categoría de instalación, Long Beach, CA; y en 2016 obtiene la Residencia Artística The Fountainhead Residency, Miami, Fl.