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Artes Plásticas

El discurso ausente de Ángel Delgado

Tras defecar sobre el periódico 'Granma' en 1990, el artista ha regresado a La Habana mediante la galería independiente Seis seis.

La Habana

En las horas previas al arribo del devastador huracán Irma, y mientras las instituciones culturales de la Isla cerraban sus puertas, el Estudio de Arte Cubano Contemporáneo Seis seis, dirigido por Sandra Contreras y Vivian Companioni, se arriesgaba presentando la exposición personal Discurso ausente, del artista Ángel Delgado (La Habana, 1965). El espacio expositivo, enclavado en La Habana Vieja, se suma a los nuevos sitios gestionados de manera independiente desde su inauguración, ocurrida en el marco de la Bienal de La Habana.

Ángel Delgado comienza a desarrollar su carrera profesional a finales de los años 80. Su salto a la palestra pública estuvo marcado por el incidente ocurrido en la exhibición colectiva El Objeto Esculturado en el año 1990 en el Centro de Desarrollo de las Artes Visuales. Delgado no figuraba en la nómina de los artistas invitados a la muestra, pero ello no le impidió llevar a cabo su performance "La esperanza es lo último que se está perdiendo". Ante la mirada atónita de los espectadores, el artista se plantó y excretó con gran placer sobre un ejemplar del periódico Granma, Órgano Oficial del Partido Comunista de Cuba.

Eran tiempos convulsos, de franco enfrentamiento entre las instituciones culturales y los artistas, cuyo desenlace provocó la gran estampida de creadores hacia la diáspora. La escatológica escena fue repelida por las autoridades con acciones desmedidas; por su evacuación biológica sobre el sagrado tabloide le cayó una condena de seis meses de cárcel como autor del sonado "desacato artístico". Además, fue expulsado del Instituto Superior de Arte, institución donde cursaba estudios.

Para rematar, se clausuró la exposición. Al parecer, entre los allí presentes no hubo alma alguna dispuesta a responder enérgicamente a la ignominia contra el partido inmortal. Se culpó a quien mató la chiva y a todos aquellos que aguantaron sus patas, lo cual no hizo ninguna gracia a los organizadores de la muestra ni a otros artistas que se quedaron sin poder exhibir sus trabajos, luego de esfuerzos titánicos en medio de una crisis general acrecentada por el desplome del campo socialista.

La descabellada condena, lejos de apaciguar la creatividad de Ángel Delgado, le hizo cambiar de rumbo y también le dio fama. Al cumplir el castigo, sus nuevas obras se centraron en la experiencia vivencial como recluso. Por supuesto, su presencia fue vedada en cuanto acontecimiento institucional hubiera referente a las artes plásticas, lo que acrecentó el mito. Su vida se convierte entonces en un performance cargado de elementos y materiales extraídos del mundo carcelario. Como artista, diversificó su arsenal creativo e indagó en lenguajes como el videoarte, la fotografía, el dibujo, la pintura, las instalaciones, la escultura, entre otras disciplinas.

En Discurso ausente, su última entrega en Cuba, Delgado utiliza la pintura. Bajo los dominios de esta técnica tradicional encuentra el lenguaje propicio para incidir en temáticas vinculadas a la falta de libertad, la censura, la incomunicación y la manipulación de los medios masivos de comunicación. Para crear su obra selecciona conscientemente artículos e imágenes publicadas en primerísima plana de rotativos impresos o en la prensa digital. En la actualidad, el creador, que vive y trabaja en Los Ángeles, Estados Unidos, se sirve allí de la "información" global esparcida por las grandes transnacionales y la convierte en leit motivde lo manipulable.

En las nuevas "realidades" plasmadas en las telas de la serie Discurso ausente encontramos ruidos visuales de ambigüedad perturbadora, la información se camufla bajo un tupido velo de manchas y colores. No podemos llegar a ella, pero está ahí. En ese inmenso bosque de códigos pictóricos no existe antena alguna que pueda hacernos ver las señales con claridad, el artista se convierte entonces en medio, nuevo emisor de contenidos.

Ángel Delgado pasa a la acción una vez más, corre el riesgo de convertirse en lo que intenta denunciar, es el precio que debe pagar al jugar el rol de editor y operador de la ausencia de discurso como parte de la cortina de humo que desinforma, informando.

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