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Cine

Una actriz española censurada en 'Memorias del subdesarrollo' celebra sin rencor el éxito de la película

El filme restaurado de Tomás Gutiérrez Alea acaba proyectarse en Miami en homenaje a los 50 años de su estreno.

Madrid

La actriz española Yolanda Farr, a la que en su país llamaron durante muchos años "la cubanita", no guarda rencor por haber sido eliminada parcialmente de la reconocida película de Tomás Gutiérrez Alea Memorias del subdesarrollo, cuyo 50 aniversario se celebra este año.

"Para nada influye en mi objetividad la gran decepción recibida al ver mutilado mi trabajo", dice a EFE Farr, que vive en Madrid y está jubilada tras haber tenido la "gran suerte" de poder desarrollar una fructífera carrera.

Muy conocida en el mundo escénico de La Habana cuando Fidel Castro tomó el poder, Farr fue llamada a participar en el filme basado en una novela homónima de Edmundo Desnoes para narrar, precisamente, la partida al exilio de miles de cubanos ocurrida durante los primeros años del castrismo.

Sin embargo, la escena más fuerte de su personaje, Laura, que rodó junto a Sergio Corrieri, el actor que encarnó a Sergio, el protagonista de la historia, fue cercenada sin su consentimiento y su nombre desapareció de los créditos en una primera versión.

En Miami, "capital del exilio cubano", acaba de proyectarse la cinta restaurada de la película en coincidencia con el aniversario 50 de su estreno. A la actriz española le parece "justo y merecido" el homenaje.

"Lástima que Titón (Gutiérrez Alea, fallecido en 1996) no haya podido disfrutar del hecho. He de decir que no le guardo ningún rencor pues sin duda, al yo haber abandonado el país antes del estreno y en plena efervescencia artística, tuvo sabe Dios qué tipo de presiones al respecto", sostiene.

Sobre las escenas que la censura castrista suprimió solo por el hecho de que Farr abandonó el país antes de estrenarse el filme en 1968, asegura que casi no quedó nada en la versión final.

"Fueron eliminadas varias escena cortas, una en un 'pub', otra en el (parque de atracciones) Conney Island, mi pequeña escena en el aeropuerto el día de mi partida y, sobre todo y lo más doloroso, el largo enfrentamiento con mi marido (en el filme), Corrieri, en nuestro dormitorio, momento en el que le comunicaba mi intención irrevocable de abandonar la Isla. De esto guardo pruebas gráficas", asegura.

Farr no muestra rencor por el tratamiento que le dieron, aunque no deja de sorprenderse, 50 años más tarde, de una "mutilación" a todas luces "injustificada".

"Fue algo doloroso e incomprensible. Titón y yo habíamos tenido una relación profesional perfecta durante el rodaje y yo lo consideraba un hombre íntegro y bastante progresista", dijo.

"En el caso particular de la larga y difícil secuencia del dormitorio que fue dejada fuera de pantalla, mientras solo se conserva mi voz en off sobre un largo primer plano de Sergio Corrieri, al finalizar el que sería mi último día de rodaje, el equipo en pleno irrumpió en aplausos y el director me felicitó y agradeció encarecidamente mi colaboración", recuerda la actriz.

Farr, que llegó a Cuba con sus padres en 1948 y partió definitivamente de allí en 1967, dice sentirse "muy afortunada" por haberse criado "en esa hermosa isla".

En Memorias del subdesarrollo, la película cubana con mayor reconocimiento internacional, compartió elenco con Daisy Granados y Eslinda Núñez, así como con los ya fallecidos Sergio Corrieri y Omar Valdés.

Farr está convencida de que su apariencia, "aparentemente de burguesa", no era del agrado del régimen y esa fue una de las razones por las que, además de la mutilación de escenas, su nombre desapareció de los créditos en una primera versión.

Dejó Cuba, país en el que desarrolló buena parte de su carrera, porque no soportó que amigos y gente del gremio calificada de "lumpen" por ser homosexuales fueran llevados a los campos de trabajo forzado conocidos como Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP).

"Me encontré con un compañero, gran pianista cuyo nombre prefiero omitir, con las manos quemadas a causa de cortar y fertilizar con productos químicos corrosivos el cañaveral sin guantes protectores. Todos los que en mayor o menor medida sufrieron ese cautiverio me podrán comprender", recapitula Farr, también una exiliada aunque de nacionalidad española.

"Tuve que pasar por la misma desesperante espera e incertidumbre que pasaban los cubanos de nacimiento solicitantes del permiso de salida, pero ese es un drama compartido y archiconocido por millares de exiliados", lamentó la actriz.

Memorias del subdesarrollo, rodada en blanco y negro y con planos panorámicos sobre La Habana de finales de 1960, continúa siendo una película polémica, adelantada a su tiempo y "de culto", al igual que Fresa y chocolate (1993), del mismo director.

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