Back to top
Entrevista

Lynn Cruz apuesta por un teatro de resistencia

'El teatro cubano no puede seguir cifrando, debe tener un compromiso con el momento que nos ha tocado vivir'.

La Habana

La pieza teatral Los enemigos del pueblo, cuya presentación en la galería independiente El Círculo intentó abortar la Seguridad del Estado, constituye sin dudas un parteaguas en la carrera profesional de la actriz Lynn Cruz. En ese momento decidió hacer junto a su pareja, el cineasta Miguel Coyula, arte de manera totalmente independiente y de corte político.

Lynn Cruz tiene una amplia carrera. Desde 2003 ha trabajado en varios grupos teatrales cubanos y tuvo en 2009 una enriquecedora experiencia en el teatro alemán. Ganó el Premio David Suárez a la mejor actriz en Venezuela y el Premio del Festival de Cortometrajes Cayenne de Nueva York en 2016, ambos galardones por su protagónico en el corto El Niño. Fue nominada a mejor actriz en el Festival de Cine de Los Ángeles en 2015 por el corto Finales, producido en Ecuador. Ha sido parte del elenco de películas cubanas como La Pared, Larga Distancia, Eres tú papá y el documental Nadie, de Coyula, censurado en Cuba y premiado en el X Festival de Cine de República Dominicana, en 2017.

Sobre sus comienzos y la búsqueda constante de libertad en su carrera profesional, conversa con DIARIO DE CUBA.

"En mi adolescencia no tenía una vocación definida ni sabía qué hacer con mi vida. Como no quería quedarme sin un título universitario opté por estudiar Licenciatura en Geografía, que era una de las carreras más fáciles. En ese camino descubrí que lo que verdaderamente me gustaba era la actuación", relata.

"Empecé a incursionar en grupos de teatro aficionado en Matanzas, donde vivía, pero no pude abrirme paso allí. En el año 2000 me mudé para La Habana donde sí pude entrar ya en un grupo profesional llamado Teatro del Puerto. En él estuve un año. Después trabajé en otros grupos teatrales hasta que en 2009 viajé a Alemania a trabajar con el grupo independiente Pig's Appeal de ese país".

¿Cómo fue la experiencia de hacer teatro en Alemania?

Antes solo había conocido Colombia y era la primera vez que estaba en un país desarrollado. Eso me marcó como artista. Comencé a cuestionarme mi identidad debido a que trabajé con dramaturgos y actores alemanes. Me enfrenté además a un texto abiertamente crítico con la realidad cubana, de Carlos A. Aguilera, y mis miedos a representarlo. No significaba que estuviera de acuerdo con el sistema político cubano porque siempre he sido muy rebelde, pero hasta ese momento me identificaba más con las instituciones que con lo que estuviera fuera de ellas.

La experiencia de hacer teatro en Alemania fue tan intensa desde todo punto de vista que me cambió totalmente. A partir de ese momento perdí la motivación de trabajar para las instituciones. Antes de mi viaje ya había logrado el sueño de todo actor, que es hacer un protagónico en cine, con la película Larga Distancia, dirigida por Esteban Insausti. Pero al final sentía que mi vida seguía igual, nada había cambiado. Es en ese momento que empiezo a pensar en formar mi propia agrupación teatral de manera independiente.

¿Cómo logras montar la obra El Regreso, que marca el nacimiento de Teatro Kairós en 2011?

Conocer la obra La Indiana, de la catalana Angels Aymar, donde se habla sobre la presencia de los catalanes en Cuba en el siglo XIX, y la nostalgia con que aquellos "indianos" escribían sus cartas hablando de su tierra de origen, me motivó a hacer un paralelismo con los cubanos que se han ido y la nostalgia de la tierra perdida. Logré que la Agencia Española de Cooperación Internacional me apoyara financieramente con la puesta en escena. Sin embargo, el dinero no era mucho y debimos reducir el número de actores, de seis originalmente a un unipersonal.

Vino luego la oposición de la presidenta del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, Gisela González, a que la obra se presentara en la sala Adolfo Llauradó. Pero yo estaba decidida a hacer la obra así fuera en un parque. Ante esa arbitrariedad, la embajada española consiguió un espacio en el teatro Las Carolinas, en La Habana Vieja, pero los técnicos estaban esperando a que se les diera un extra por el montaje.

Ese extra constituye una práctica habitual cuando ven que vienes con financiamiento extranjero. Si no lo asumes, te pasa lo que me pasó a mí, me sabotearon la puesta en escena. Fue una experiencia horrible porque el público entró antes de tiempo por no haber portero, entre otros incidentes muy desagradables. Por motivos prácticos no pude continuar con Teatro Kairós en ese momento, no tenía dinero para sostenerlo y acepté otras propuestas de trabajo en el cine.

¿Cómo nace la obra 'Los enemigos del pueblo', tu regreso a un teatro abiertamente crítico y prácticamente en solitario?

El director teatral Adonis Milán se enteró de que yo había gritado ¡viva Cuba libre! en una función sin que eso estuviera en el guion. Me dijo que quería trabajar conmigo y me enseñó el texto Charlotte Corday, de Nara Mansur.

Cuando vi esa obra tan cifrada sentí que no podía representarla. El teatro cubano no puede seguir cifrando, debe tener un compromiso con el momento que nos ha tocado vivir. Yo le expresé que reescribiría el texto a ver qué salía y así nació Los enemigos del pueblo, donde el motivo principal por el cual Charlotte Corday [quien asesinó a Jean-Paul Marat durante la Revolución francesa] desea matar a Fidel Castro es porque aún está impune el crimen del remolcador 13 de Marzo.

Además, como nunca se dijo la causa de la muerte de Castro, me pareció que podía fabular con una supuesta asesina y, más que una Charlotte Corday, es la historia quien hace justicia.

Siento que esta obra no la escogí yo, sino que ella me escogió a mí por el impacto emocional que sentí al ver las imágenes y testimonios de los sobrevivientes de ese crimen.

Aunque me lo pensé más de una vez por las consecuencias que me podía traer, sentí que era un deber representarla. Desde ese momento la sensación de libertad que he sentido compensa posibles pérdidas.

¿En qué proyectos te encuentras trabajando actualmente?

Desde hace un tiempo vengo escribiendo una serie de monólogos que he titulado Patriotismo 3.677, inspirados en la antología Spoon Rivers, del poeta norteamericano Edgar Lee Masters. Esta obra es una discusión sobre la situación política y el futuro de Cuba, en la que cinco personas hablan sobre libertad, democracia y cambio.

Teatro Kairós se perfila y desea hacer teatro político donde de manera directa se critique la tiranía bajo la cual vivimos. Es un teatro de resistencia porque, como es sabido, todas las salas son del Gobierno. Hemos logrado representar Los enemigos del pueblo en seis ocasiones más en casas particulares. Cada escenario, por ser distinto, hace que cada presentación sea única.

Además me encuentro trabajando desde hace seis años como actriz, coguionista y productora en el largometraje de ciencia ficción Corazón Azul, de Miguel Coyula. Los rodajes de esta película son como los viajes en cuanto al tiempo y la intensidad. Trabajar con Coyula, por el tiempo que tarda en completar sus filmes, se convierte en una experiencia de vida. Es un director que trabaja de manera artesanal y nos unió la manera en que también yo concebía el teatro, con un equipo reducido y de manera independiente.

Esto es lo relacionado a la parte detrás de las cámaras. Como actriz me gusta el cine estilizado y, puesto que no abunda en Cuba, donde se hacen más películas de corte realista, trabajar con él es un lujo.

En Corazón Azul interpreto a Helena, una misteriosa mujer que ha sido parte de un experimento genético realizado por Fidel Castro para crear al hombre nuevo. Es una especie de Helena de Troya y desencadena el conflicto principal de la película. Hemos completado 50 minutos ajustándonos al tiempo de los actores, pues no contamos con un presupuesto que nos permita una producción de corte tradicional.

Sin comentarios

Necesita crear una cuenta de usuario o iniciar sesión para comentar.