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Música

Sale al mercado el primer 'silent tres', made in Cuba

Luthieres cubanos del barrio de Párraga, en La Habana, demuestran que modernidad y tradición pueden ir de la mano.

La Habana

Tras dos años de experimentación, prototipos e intensos trabajos con músicos expertos en la ejecución del tres tradicional cubano, luthieres pertenecientes al proyecto Guayabo concluyeron la construcción del primer "silent tres" de la Isla. La presentación pública estuvo a cargo del trovador Frank Delgado, en su peña habitual de los sábados, en el anfiteatro del Parque Metropolitano de La Habana, junto al río Almendares.

El novedoso instrumento incorpora un ecualizador de tres canales y, como micrófono, un sensor de barra bajo el puente que permite balancear los tonos, aproximando con naturalidad los sonidos electrónicos emitidos a la sonoridad de los instrumentos acústicos tradicionales, cosa que no sucede cuando se emplea un micrófono magnético.

La construcción del "silent tres" Guayabo coincide con las necesidades planteada por Delgado a los luthieres, al enfrentar la constante emisión de feedback del tres acústico en los conciertos al aire libre, en los cuales la caja de resonancia del instrumento y las bocinas de referencias, al acercarse durante el espectáculo en vivo, emiten una desagradable interferencia.

Por otro lado destacan los deseos de los luthieres de Párraga de actualizar este instrumento tan singular, cuya utilización entre los músicos jóvenes se ha reanimado positivamente tras su inclusión en los programas de estudio de la enseñanza media y superior en las escuelas de música del país, abriendo el instrumento a la experimentación y nuevos derroteros.

Industria nacional

Tras los batacazos mortales recibidos en el Período Especial, la deprimida industria de construcción y distribución de instrumentos musicales en la Isla, bajo administración estatal, nunca ha podido levantar cabeza.

En Cuba se cuenta con tres fábricas de instrumentos. La Fernando Ortiz, en el municipio Cerro de la ciudad de La Habana; la de violines, en el municipio Minas de Camagüey; y la Sindo Garay, en Santiago de Cuba. Ninguna cubre las crecientes necesidades y expectativasde sus principales clientes. Los músicos, por su parte, solucionan el problema importando instrumentos por sus propios medios. Entre unos y otros crean una serpiente que se muerde la cola, deprimiendo aún más el sector productivo nacional.

Por suerte, no está todo perdido. Las demandas de los artistas no han caído en saco roto. Talleres emergentes afloran y luthieres independientes incrementan su clientela, suplen las necesidades, colaboran con músicos y ofertan productos competitivos a precios más asequibles.

Con el florecimiento de nuevas y antiguas casas talleres de luthieres autónomos, no han sido pocos los constructores interesados en la actualización y modernización del tres. Algunos intentos se han realizado en el oriente del país, otros aquí en La Habana. Pero en ningún caso con tantos aciertos y coincidencias entre músicos y fabricantes como el caso que nos ocupa.

El proyecto Guayabo

Con la aparición del nuevo "silent tres", los integrantes de Guayabo demuestran que todo es posible. Su secreto: la compenetración lograda con sus clientes.

"La personalización de los instrumentos en función de las necesidades de los músicos es nuestra máxima prioridad", comenta Esteban Donate, miembro fundador de Guayabo. "Trabajando junto a ellos no solo podemos mejorar las prestaciones y las propiedades de los instrumentos musicales, sino también intentamos cambiar hábitos asentados entre los instrumentistas desde hace décadas, cuyas preferencias siguen siendo las de adquirir instrumentos fuera del país", precisa.

Si bien es cierto que la necesidad es la madre de la invención, no siempre con el simple deseo de hacer se logra dar soluciones a los retos. Los miembros de Guayabo, José Alberto Machín, Omar Pérez, Esteban Donate e Hilario Hernández, no se amilanan ante las dificultades, ni se rinden por la precaria situación en la cual desarrollan sus actividades.

Aunque en su mayoría las herramientas que utilizan tienen más de medio siglo y otras han sido creadas o fabricadas por ellos mismos, acuden a la mano amiga de un grupo de luthieres canadienses, asociados en la Canada-Cuba Luthier Solidarity, mediante los cuales comparten conocimientos técnicos, facilitan el intercambio con otros constructores de instrumentos, y reciben materiales claves. La cooperación, sin intermediarios estatales, ha creado un flujo de trabajo más abarcador, beneficiando a estudiantes y músicos profesionales de todo el país. El "silent tres" Guayabo es uno de los instrumentos creados en el marco de esta colaboración, que ha permitido a los luthieres cubanos el acceso a nuevas tecnologías y su adecuación al instrumento autóctono.

Una de las peculiaridades de los luthieres Guayabo es la de trabajar con material reciclado; básicamente utilizan madera de muebles, puertas, vigas de techos y otros etcéteras que puedan estar a su alcance. En sus largas caminatas, las cuales realizan periódicamente por las calles de la ciudad, recogen maderas desechadas por otros. Para ellos son un tesoro y en su mayoría poseen un secado optimo, "para el 'Silent Tres' hemos empleado Pino Abeto procedente de puertas de más de 70 años de antigüedad y cedro recuperado de vigas y puertas también antiguas", comenta Hilario Hernández.

Situada a un costado de la Iglesia de Santa Bárbara, en la barriada periférica de Párraga (La Habana), se encuentra la casa taller del proyecto Guayabo. Día a día emergen de allí violines, laúdes canarios, criollos y medievales, violas da gamba, arpas, guitarras españolas, cuatros puertorriqueños y venezolanos, sin dejar en el tintero al instrumento nacional por excelencia, el tres cubano.

El revuelo armado tras la presentación pública de su ultima estrella, el codiciado "silent tres", incrementa los pedidos. Artistas de primer nivel, agrupaciones y músicos internacionales solicitan el preciado instrumento. Los luthieres cubanos demuestran que modernidad y tradición pueden ir de la mano. "Debemos ser capaces de arriesgar y fallar cuantas veces sea necesario, nos queda mucho por hacer, pero el que persevera triunfa. Los músicos ya no tienen que salir de la Isla a comprar, tenemos un silent tres, made in Cuba, en los talleres Guayabo", sentencia José Alberto Machín.


Si desean contactar con los lutieres del proyecto Guayabo, pueden escribir a: [email protected]

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