El popular comediante cubano Pánfilo cuenta tres anécdotas que le sucedieron a él y a su esposa en las tiendas de la Isla.
El trato, el personal, las directivas y las instrucciones son de los aspectos que sorprenden a Luis Silva, quien encarna desde hace varios años el personaje de Pánfilo, un jubilado habanero solo y obsesionado con su libreta de abastecimiento (cartilla de racionamiento).
A continuación reproducimos el texto publicado por Silva este martes en su Facebook.
Cuando uno sale de Cuba a otro país, te das cuenta de las cosas buenas que trae consigo el hecho de viajar: ver otras culturas, conocer nuevos paisajes, pasear, ver amigos; y sobre todo, salir de compras. Importante eso. Cubano que se respete lleva un papelito, con su listica de cosas que necesita comprar para llevarse a Cuba.
Después que estás en la tienda te das cuenta de que la lista de cosas que necesitabas, era una basura. Descubres que todo lo que hay en la tienda te hace falta. Y averiguas de qué forma pudieras llevártela entera para Cuba.
Pero viajar también nos trae un mal sabor. No solo sentirte lejos de Cuba, de tu familia. Hay algo que no te puedes quitar de arriba a ninguna hora. Las malditas comparaciones. No voy a meterme en si las tiendas de afuera tienen más productos o menos productos que las de nosotros; si están más surtidas o no. No es el objetivo de este escrito. Eso ni lo voy a tocar, porque tendría que escribir un libro.
Mi primer tema es el trato en nuestras tiendas. Hoy mi esposa tuvo la amarga experiencia de entrar en una de las tiendecitas del FOCSA, en el Vedado. Una tiendecita de confecciones, con ropa, trusas, juegos de sábanas, etc. Un pequeño espacio que no tenía más clientes que ella.
Las dos tenderas estaban conversando. Después de hacerle una pregunta a una de las tenderas, la cual fue respondida con pocas ganas, mi esposa sigue mirando unas sábanas que vendían, y escucha la siguiente frase dirigida a ella: "Mami, hace falta que no te me demores aquí adentro".
Mi esposa no podía creer lo que estaba escuchando. Y mucho menos que fuera con ella. Todo era, por la cartera que ella tenía. "Mami, no te me demores más, porque con esa cartera no puedes estar aquí adentro".
No era una mochila, no era un saco, no era un jabuco. Era una cartera mediana.
Ojalá los trabajadores de las tiendas supieran lo que molesta sentirse como un sospechoso. Desde que entras a una tienda en Cuba, ya eres un posible ladrón. Y así miden a todo el que entra, como posibles delincuentes. Cuando todos sabemos que la mayoría de las pérdidas económicas de las tiendas tienen otros responsables que se encuentran en su propio seno.
Son los absurdos de nuestra bella Isla. Porque además de que no había jabitas en la tienda (hace rato que están perdidas), no puedes entrar con la tuya, con algo donde echar tus cosas. ¿Cómo tú no vas a tener en qué echarles los productos a tus clientes y no vas a dejar que entren con algo para echar lo que compren? Ya eso no nos sorprende.
Como cubano acostumbrado al maltrato, a las trabas, a que todo tiene que ser "sangria'o", tienes que salir con tus cosas en la mano. Y si no te caben en las manos, no las compres, papi. Si a nosotros nos da lo mismo vender que no vender. Total.
A veces, ni siquiera te pueden atender porque están inmersos en 20 papeles. Si la función de los dependientes es vender y nada más que vender, ¿qué hacen con tantos papeles en el mostrador, sacando cuentas? ¿O tienen algún examen de matemática al otro día y están estudiando?
Cualquier tienda del mundo, hace lo posible y lo imposible por que usted no se vaya de ella. El objetivo de todas es atraerte, engatusarte. Sí, ya sé lo que me van a decir: que es una sociedad de consumo. ¿Y yo qué hago entonces? ¿Me consumo en esta sociedad?
Las tiendas de varios países donde he estado, aunque sea una peletería, te ponen adentro refrigeradores para vender refrescos y agua, porque si te entra sed, te vas a ir de la tienda a comprarte un líquido. Y la "tienda" no quiere que te vayas de la "tienda". Espero que se "entienda". Y que todo el mundo me "atienda". Jajaja. A lo mejor estoy soñando demasiado. Me imagino el comentario de algún amigo: "Silva, si las tiendas que venden refrescos, no tienen refrescos, entonces, ¿cómo coño va a tener refrescos una peletería?".
Discúlpenme, se me fue la mano. Parece una cosa descabellada, pero no lo es. Es pensar en el consumidor, en que la gente se sienta cómoda, en que el cliente se sienta bien, se sienta querido, atendido. Que el cliente sienta, que quienes dirigen el sistema de tiendas en divisas, lo tienen todo pensado por su bienestar.
Las reuniones no pueden ser solamente para hablar del Plan Semestral, y del cumplimiento de los objetivos. Imagino que no deben ser así.
La segunda situación surrealista, sí me ocurrió a mí. Y tiene que ver igual con nuestras tiendas. Desde que yo estudié Cibernética en la Universidad de La Habana, di una asignatura que se llama Redes de Computadoras, donde te adentras en el mundo de la interconexión, aprendes a enlazar cualquier dispositivo con otro, te enseñan a que puedes lograr que la operación que haces en uno, se refleje en el otro. Una computadora en Canadá puede guardar información en una base de datos que está en Hong Kong. Gracias a eso, con el paso del tiempo, surgen las redes sociales que tanto nos gustan.
Entonces, ¿alguien me puede decir por qué con lo que han avanzado las cajas registradoras y los sistemas de gestión de bases de datos, un cliente como yo, se ve obligado a pagar dentro de un mismo mercado en tres y cuatro cajas distintas? Haciéndote perder tiempo, obligándote a hacer tres y cuatro colas.
Por ejemplo: yo fui al mercado del FOCSA, a comprar 5 CUC de jamón lasqueado, una bolsa de pan de 1 CUC y un pomo de mayonesa de 3 CUC (ni recuerdo el precio). En la caja donde se paga el jamón, no se puede pagar ni la bolsa de pan, ni la mayonesa. En la caja donde se paga la bolsa de pan, no se puede pagar el jamón. Y donde se paga la mayonesa no puedes pagar ni el pan, ni el jamón.
Coño, esto tiene que ser una jodedera de alguien. Esto tiene que habérsele ocurrido a alguien en algún fetecún con exceso de bebidas, ¿qué sé yo? Yo miré para todos los lados, porque dije: esto es una cámara oculta. No puede ser que de alguna junta directiva, de alguna reunión, haya salido esta idea de hacernos pasar más trabajo. Yo sé que esa es la tarea principal del cubano desde que se levanta, pasar trabajo, pero… no, no, es que todavía no lo puedo creer.
A ver, déjame pensar. Ya sé. Eso seguro lo hacen para controlar más. Para que no metan ninguna trampita, no sé, no tengo la menor idea. Pero el acto de controlar y evitar que ocurra una ilegalidad, no puede arrastrarnos al malestar del cliente. Y esto no es un tema de ahora. Esto lleva así años.
Recuerdo la vez que fui a una tienda en Panamá, (país del tercer mundo igual que nosotros, subdesarrollado igual que nosotros) pagué unas galletas y un pomo de refresco en la parte de perfumería. ¿Oyeron eso? Mejor dicho, ¿leyeron eso? En la parte de Perfumería. Porque había gente en las cajas principales, y me dijeron: "Mire, señor, puede pagar por allá, para que no se demore".
Ay, mamá, por poco me da una cosa. Yo dije, este panameño que me ayudó, seguro lo que quiere tumbarme una propina, esta es su búsqueda, como dice Ruperto. Es que eso es lo que llevamos en la sangre. Y cuando ves un cubano ayudando a otro cubano, ya uno sospecha. Seguro que hay que dejarle un regalito.
La tercera historia le sucedió hace un tiempo atrás, nuevamente a mi esposa. Ño, se ha puesto fatal en las tiendas. Le gustó una mesita para la sala. Quiso tirarle una foto para cuando llegara a la casa, enseñármela, y ver si a mí me gustaba. Sacó su móvil y... "Mami, aquí no se puede tirar fotos". ¿Cómo? ¿Dentro de una tienda no se puede tirar fotos? ¿Dónde están los carteles que lo prohíben?
En fin, se movilizó la tienda entera por una foto. Buscaron hasta al gerente. Un hombre que vino con muy mala forma a decir que no se podía tirar la foto. Que si no le gustaba, que fuera a quejarse a la Plaza. ¿Querían ocultar algo? ¿Estarían bien los precios? Y a esa hora, ¿para dónde tú te viras? Si todos los de la tienda están en complot contra ti.
Amigos míos, aquí no hay nada de ficción, ni fantasía. La pura realidad. Estas tres historias, ¿serán culpa del injusto y cruel bloqueo? Pues si es así, entonces, ABAJO EL BLOQUEO. Perdón, ABAJO LOS DOS BLOQUEOS.