Quiero hacer una película es una producción independiente, un work in progress, pero también una experiencia de producción para proyectos que quieran apostar por la estrategia de crowdfunding.
A través de la plataforma Verkami, que desde una perspectiva personal involucra a quienes decidan aportar no solo dinero, sino también objetos, acciones y hasta buenos pensamientos, los impulsores del proyecto han conseguido recaudar hasta ahora más de 4.600 euros, de los 8.000 que se han propuesto.
"Inspirada en una historia real, Quiero hacer una película es una idea metacinematográfica, donde la acción de los actores marca el camino de un guión con una base argumental definida, pero sin una trama construida de antemano", explican los responsables del proyecto en Verkami.
"El recurso del metraje encontrado (del inglés, foundfootage), como la cámara casera en mano de los protagonistas, aporta a la estética documental de la película. La manera en que cada personaje fotografía la realidad contribuye a su propia caracterización", añaden.
Aseguran que ya tienen el 40% de la película filmada y piden ayuda para concluirla. Se definen como "jóvenes creadores que apuestan por la independencia".
El equipo inicial del proyecto ha estado integrado por Yimit Ramírez, director, coguionista, cámara y cofotógrafo; Neisy Alpízar, coprotagonista, coguionista y cofotógrafa; Tony Alonso Ramírez, coprotagonista y cofotógrafo; Camelia Farfán, productora; Mariale Briganti, editora, y Marta María Ramírez, community manager.
Por la dinámica de trabajo, "hemos decidido llamarnos coístas", explica Ramírez.
"El coísmo responde a la necesidad de crear con determinada libertad; responde a que hemos tenido que irnos ayudando todos con todos los recursos que tenemos, intelectuales, económicos", dice Ramírez y cuenta los detalles del proyecto a DIARIO DE CUBA.
¿De qué trata la película?
Es la historia del hijo de un agente de la Seguridad del Estado que tiene el mismo espíritu que su padre, pero que no quiere informar al aparato político, sino hacer una película. Él se ha criado en ese ambiente y tiene el don de ser un buen observador, de saber cosas de la gente, de meterse en las casas de la gente para ver qué es lo que pasa. Pero su objetivo es encontrar un personaje.
Encuentra a Neisy en una casa que le parece perfecta y decide meterse debajo de la cama de esta mujer. Un día ella lo encuentra y la policía lo apresa.
Ella empieza a mirar lo que ha filmado de ella, cómo lo ha hecho, y comienza un proceso de empatía con ese hombre que le había causado tanto miedo. Quita la denuncia y se inicia un proceso de enamoramiento, un amor atípico, y convienen en filmar juntos la película.
En esta segunda parte de la película entraría todo, desde la visita de [Barack] Obama al concierto de los Rolling Stone, y otras tantas cosas que suceden en Cuba diariamente y que a veces son noticia, a veces no, pero sobre las que ellos quieren llamar la atención.
Esta ficción tiene varias particularidades que la desmarcan del contexto creativo y de producción actual.
Es una película atípica no solo en el contexto cinematográfico cubano, sino incluso en el contexto cinematográfico independiente. Hay un uso del metalenguaje, es una historia dentro de otra historia y dentro de otra historia, con una mezcla entre ficción y documental, y que contribuye a la propia construcción de los personajes de Neisy Alpizar y Tony Alonso Ramírez. Hay elementos de su vida íntima e incluso de su relación de amigos que son parte de la película.
Lo otro que yo destacaría es el uso del phone footage, que es el metraje encontrado y que habitualmente se usa en películas de terror. Aquí está usado como un recurso ideoestético, es la manera de justificar que es un poco de ficción y de documental.
Además, tenemos un argumento, pero no un guión finalizado. La película se está construyendo. Hasta esta entrevista puede estar en la película de alguna manera. Eso implica que no podamos presentarnos ni a laboratorios ni a pitching, o sea, otros modelos ya explotados de producción, con mejor o peor suerte, dentro de la cinematografía independiente cubana.
No podemos apelar a eso y se debe a la tipología de producción, que impone un tiempo que no es el tiempo de los fondos, que no es el tiempo de los laboratorios o de los pitching [presentación verbal y visual de la idea de una película para atraer financiación].
Es un guión abierto, pero tiene fecha límite de producción, ¿no? Porque, tal y como lo cuentas, parece interminable.
Claro, el 18 de noviembre cerraremos el crowdfunding, tenemos un cronograma de trabajo.
Durante la semana siguiente haremos un alto para ver cómo sigue el argumento, qué tenemos, qué nos faltaría por filmar. En cuanto terminemos ese paso, comenzaríamos a rodar lo que queda, que sería como un 60% de la película.
¿Cómo crees que se debe contabilizar el cine cubano?
Deberíamos empezar a sacar cuentas para poder decir a posibles financiadores o al público en general: "Mira, hacer una película en Cuba no cuesta 3.000, o 10.000, o los 8.000 euros que estamos pidiendo en la campaña de crowdfunding porque es más o menos el monto que podemos alcanzar ahora mismo; sino que hay un costo mayor que no estamos midiendo".
Creo que valdría la pena un análisis de otro tipo porque en Cuba nadie saca cuenta del tiempo invertido.
Espero que Quiero hacer una película contribuya también a eso. Además, ya estamos potenciando otros proyectos independientes. Yo estoy haciendo la producción de Todo es para bien, una película de Víctor Fernández, un muchacho de 20 años que ha hecho vídeos experimentales y un documental sobre el cantautor Athanai.
La campaña para Quiero hacer una película no es excluyente, sino que a través del crowdfunding busca reconocer que hay un universo independiente en la cinematografía, en el teatro, en la danza y en otras artes. En la medida en que esos proyectos se vayan acercando a nosotros irán teniendo un espacio en la campaña. Y eso me parece muy consecuente con el espíritu de película.
¿Cómo encaja esta producción dentro del panorama cinematográfico cubano?
A mí me parece que es otra lucecita más en el universo audiovisual cubano. Me parece que es muy interesante que nos estemos planteando un largometraje, pese a todas las limitaciones que puede tener hacer cine independiente, no solo en Cuba.
Estas particularidades de la película abren un poco el diapasón respecto a la manera de contar y sobre todo a la manera de producir. Hemos tenido que generar, que gestionar otro tipo de creación.