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Diseño

Cien por ciento Clandestina: una tienda, una galería, un laboratorio

'La clave fue crear algo desde cero, donde pudiéramos controlarlo todo: la producción, el discurso, el diseño, la visualidad, la venta', dice una de sus creadoras.

La Habana

Clandestina es una tienda diferente. Aunque está ubicada en la Habana Vieja, sus productos nada tienen que ver con los típicos suvenires ofrecidos en masa a los turistas. Y mucho menos se parece este local a los establecimientos estatales.

Bajo el sello se ofrecen originales diseños, desde bolsos y camisetas, hasta sombreros y cojines. A ello se suman carteles y serigrafías. Todo es concebido y realizado en el mismo local, en un taller habilitado al fondo.

Allí es casi seguro encontrar a Idania del Río y Leire Fernández, las creadoras de esta tienda, galería, laboratorio, donde el diseño industrial cubano, una de las ramas de menor desarrollo en el país, cobra vida a la pequeña escala.

"La clave en Clandestina fue crear algo desde cero, que fuera nuestro, donde pudiéramos controlar todo: la producción, el discurso, el diseño, la visualidad, la experiencia de venta", comenta Leire, española especialista en industrias creativas.

"Clandestina, el nombre, fue sugerencia de una amiga, a propósito de la película, pero además tiene mucho que ver con la manera en que nos aproximarnos al mundo de la moda y el diseño: en clandestinaje, con nuestros procesos y enfoques propios. Además, de alguna manera el discurso también es irónico, chistoso", comenta Idania, graduada del Instituto Superior de Diseño.

99% diseño cubano

Con las tímidas medidas económicas puestas en marcha por le Gobierno, Idania y Leire vieron la oportunidad de llevar a la realidad un proyecto del que mucho habían hablado y antes parecía imposible realizar.

"La posibilidad de comprar y vender casas fue fundamental. Además, los artistas que forman parte del Registro del Creador, tienen la posibilidad de convertir las casas en galerías. Ese fue el camino legal que seguimos", explica Idania.

"La condición de creador independiente es muy importante —añade—. Puedes presentar un proyecto al Fondo de Bienes Culturales y te permite importar, operar comercialmente".

"También soy parte de la UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba, oficialista), que me ampara legalmente para tener la licencia de artista independiente en la ONAT (Oficina Nacional de la Administración Tributaria)", agrega la joven diseñadora.

A un entramado jurídico complejo se suman las trabas que supone la situación económica del país. Concebir un diseño y llevarlo a la práctica no es tarea sencilla en Cuba.

"Uno puede tener muchas ideas, pero realizarlas es lo más difícil. A la hora de empezar a producir se enreda todo mucho. Nosotros vamos poco a poco. Llevamos un año y medio funcionando, pero el primer año fue exclusivamente para ver cómo lográbamos hacer un producto", enfatiza Idania.

Para las gestoras de Clandestina la filosofía es adaptarse a los materiales y recursos que encuentran. Así nació la línea "vintatrashe". A partir de ropa reciclada se diseñan pullovers, sayas, shorts, siempre sobre la base de un estilo bohemio informal.

Clandestina funciona como una pequeña mini industria, aunque no le temen a la gran escala. "Soy diseñadora y lo veo de esa manera. Todos nuestros procesos son susceptibles de ser reproducibles a escala industrial", asegura Idania.

'Soy mamey y sirvo para hacer batido'

Enclavada en Villegas entre Teniente Rey y Muralla, Clandestina tiene entre su público muchos turistas. Sin embargo, a la hora de concebir sus productos las creadoras piensan también en la realidad inmediata y las necesidades de los cubanos.

"No creemos que haya que diseñar un producto para turistas y otro para cubanos. En realidad, aprovechamos la globalización y el concepto global que tiene la gente de Cuba. Entonces, diseñamos algo que nos guste a nosotros, y que quienes no son como nosotros puedan entender. Buscamos el punto medio", opina Idania.

Es así que las camisetas, por ejemplo, pueden tener impresas frases que aluden a lo cubano, como "Soy mamey y sirvo para ser batido", o más globales: "La fibra óptica es carne de mentirita?".

"Hay que pensar en lo que el cliente quiere y lo que yo quiero contarle, que entienda sobre Cuba y mucho más. Clandestina es Cuba, pero también es una forma de entender el mundo", concluye Leire.

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