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Literatura

Pedro Juan Gutiérrez: El 'corte' cultural con EEUU 'fue castrante'

'Se creó un vacío durante muchísimos años, que persiste', pero valió la pena enfrentarse al poder 'avasallante'.

La Habana

Fue un "brutal corte". Al año de haber llegado Fidel Castro al poder ya no entraban a Cuba los cómics de Superman, con los que se aficionó a la lectura el hoy reconocido escritor Pedro Juan Gutiérrez. Así comenzaba, recuerda, la lucha contra el "imperialismo estadounidense".

En vísperas de la llegada de Barack Obama, el primer presidente de Estados Unidos en visitar Cuba en 88 años, el autor de la Trilogía sucia de La Habana, una premiada colección de relatos crudos sobre la crisis de los noventa en la Isla, desempolva recuerdos en una entrevista con la agencia AFP.

Gutiérrez, algunos de cuyos libros aún no han sido editados en Cuba, recuerda que tenía nueve años cuando las fuerzas de Fidel Castro derrocaron a Fulgencio Batista.

Por esa misma época comenzaba a "obsesionarse" con la lectura a través de las revistas de Superman, Batman o el Pato Donald, que se traducían al español en México. Pero de un año a otro dejaron de llegar los cómics, los libros y las películas de Estados Unidos.

"Vino todo junto... fue muy brutal el corte", afirma este narrador y periodista de 66 años, que se crió en la provincia de Matanzas.

Gutiérrez no solo leía sino que vendía y compraba cómics, pero desde "el año 60 dejaron de entrar definitivamente y a partir de ahí se consideraron 'diversionismo ideológico'".

El creador de la novela El Rey de La Habana, llevada al cine, pero que las autoridades no permitieron filmar en la Isla, vive en un apartamento con azotea en Centro Habana. Escribe a mano o a máquina y casi no usa internet. En su sala sin biblioteca, hay reproducciones de Superman y del famoso cartel de propaganda estadounidense "We Can Do It!".

En Cuba, evoca, no se hablaba de Guerra Fría sino que se utilizaba la consigna "abajo el imperialismo" que englobaba el rompimiento con la influencia estadounidense.

Como muchos intelectuales, Gutiérrez abrazó el proyecto revolucionario hasta "cuando se vino abajo" por la disolución del bloque soviético y pese a que retrasó, cuando no impidió, el romance natural de la juventud latinoamericana de los sesenta y setenta con la música y las letras en inglés.

"Yo escuché a los Beatles cuando tenía treinta y pico de años, (al igual que) a los Rolling Stones, a Led Zeppelin (...) Con 48 o 49 años me puse a bailar con AC/DC, pero los conocí a esa edad. Es algo serio", sostiene.

La literatura cubana también pagó su precio. "Aquí durante mucho tiempo los escritores se quedaron detenidos en el siglo XIX y el siglo XX, y yo creo que eso fue castrante".

"Se creó un vacío extraordinario durante muchísimos años y todavía hoy persiste. Puedes hablar con profesores de las universidades, con críticos, con gente que vive de la literatura (...) incluso con escritores, y (...) no conocen a Truman Capote más allá de A sangre fría; no conocen a Grace Palley, no conocen a Norman Mailler completo", agrega.

"Todo lo que se produjo en Estados Unidos en los años 60, 70, 80, 90, aquí no ha entrado", remata.

Gutiérrez es ejemplo vivo. Comparado fuera de la Isla con los escritores estadounidenses Charles Bukowski o Henry Miller, el exponente cubano del llamado "realismo sucio" no había leído a ninguno de los dos cuando a los 48 años publicó Trilogía sucia de La Habana.

Como buena parte de los cubanos, Gutiérrez está de acuerdo con la reconciliación con Estados Unidos aun cuando los gobiernos pretendieron hacer como que "aquí no ha pasado nada".

Obama "es un político (...) y los políticos dicen tanta mentira. Tú nunca puedes confiar totalmente en un político", señala.

Interrogado sobre si tiene la misma opinión de Raúl Castro dice que prefiere "no hacer comentarios".

Pese al costo cultural, considera que valió la pena enfrentarse al poder "avasallante" de Estados Unidos. Dice confiar en que ahora la juventud cubana, o al menos una parte, sepa decirle "no a todo ese american way of life, que es tan absurdo, tan estúpido y tan consumista".

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