Con su documental Los amagos de Saturno, la joven cineasta Rosario Alfonso Parodi ha vuelto a traer a colación un episodio político que algunos de sus protagonistas preferían sepultado: la masacre perpetrada en Humbold 7, en 1957.
La inquisitiva realizadora se aparta del trillado tono apologético y se lanza en pos de la inquietante verdad histórica. Para ello, ha dispuesto de documentos precisos, como las cintas grabadas del proceso que se siguió contra el acusado Marcos Rodríguez en 1964, siete años después del trágico suceso, y recortes de la prensa de la época, que afortunadamente no se parecía al diario Granma.
Incluso dispuso de documentos privados de suma importancia, como la extensa carta manuscrita dirigida al dirigente del Partido Socialista Popular (PSP) Joaquín Ordoqui, que el acusado pudo redactar y sacar de su hermética celda en el cuartel general del Departamento de Seguridad del Estado (DSE).
A esta documentación fidedigna, la realizadora une las incisivas entrevistas realizadas a los veteranos del Directorio Revolucionario y a algunos de los oficiales del G2 que participaron en los dilatados interrogatorios, a lo largo de mucho más de un año, sin que el detenido pudiese contar con asesoría jurídica y, muchísimo menos con recurso de habeas corpus.
Sin embargo, entre los entrevistados se echan en falta el comandante Faure Chomón y el también comandante Ramiro Valdés Menéndez, en aquel momento ministro del Interior.
Tampoco hay referencias a la versión de los hechos ofrecida por el coronel Esteban Ventura Novo en sus memorias publicadas en Miami.
Se incluyen fragmentos de una entrevista realizada en Miami al legendario Jorge Valls Arango, fundador del Directorio en la década del 50 y posteriormente preso político durante 20 años. Valls fue, si la memoria no me engaña, el único testigo favorable a Marquitos.
La realizadora no cuestiona el veredicto dictado contra este, y concentra su pesquisa en la motivación que llevó al joven a la infamante delación. Apenas se detiene en atribuirla a problemas personales con las víctimas, mucho menos ligados a la presunta homosexualidad de Marcos.
Descartados también por sus entrevistados los móviles personales, se agiganta la causal política y, con ella, vuelve a levantarse la terrible sospecha contra el PSP y sus dirigentes, el matrimonio de Joaquín Ordoqui y Edith García Buchaca.
Sobre esta interrogante, nunca del todo aclarada, despliega su inquietante discurso fílmico Rosario Alfonso Parodi.
Durante el juicio, quedó establecido que el delator, amigo de la pareja, les había confesado su deplorable acción en México, no así que la hubiese hecho por orden específica del PSP, interesado en aprovechar la violenta represión policial para suprimir del horizonte político a figuras connotadas por su anticomunismo.
Para explicar este proceder por parte del PSP, el ya desaparecido comandante Eloy Gutiérrez Menoyo me expuso su teoría de la venganza: en el atentado del cabaret Montmatre, perpetrado por Rolando Cubelas, Juan Pedro Carbó Serviá y Machadito, el Directorio había matado al coronel Antonio Blanco Rico, quien simultaneaba su responsabilidad al frente del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) con sus deberes como militante clandestino del PSP. Entonces, mediante la delación de Marquitos, el PSP le habría cobrado la cuenta a los del Directorio.
Por último, la cineasta reproduce imágenes del discurso pronunciado ante el tribunal por el entonces primer ministro del Gobierno Revolucionario, Fidel Castro, quien visiblemente inquieto, sudoroso y hasta despeinado, defiende la siempre imprescindible "unidad de los revolucionarios", entonces peligrosamente agrietada.
Al terminar la proyección, el público premió al documental con un prolongado y muy merecido aplauso, seguido por el bullicio de la conversación colectiva, mientras íbamos retirándonos.
Yo eché de menos la presencia del amigo Héctor Pedreira, quien tanto la hubiese disfrutado y discutido. La gente iba saliendo del cine, pero se quedaban parados afuera, comentando la cinta, aún excitados, confundiéndose con la cola para la próxima tanda, integrando ese peculiar molote que, en la acera de 23 y 10, provoca siempre el contacto cercano, a quemarropa casi, con el buen cine y la apasionante verdad.
Si, 58 años atrás, el periodista venezolano Segundo Cazalis, "Siquitrilla", con un incisivo comentario de prensa que le costó como mínimo la expulsión de Cuba, provocó que el juicio por los sucesos de Humbold 7 saliese a la luz pública, ahora Rosario Alfonso Parodi nos lo devuelve, íntegro y palpitante. Gracias a ella y a sus colaboradores por creer, con Gramsci, que "solo la verdad es revolucionaria".