La escritora Wendy Guerra sueña con que todos sus libros se publiquen en Cuba, incluidos los que tratan de la realidad del país, aunque se siente reconfortada con la circulación clandestina de sus obras y las de otros autores cubanos, según reportó EFE.
"Poco a poco espero que los libros que tienen que ver con la realidad cubana actual puedan ser publicados", dijo la autora de Todos se van (2006) y Nunca fui primera dama (2008), entre otras obras, en el marco de la Feria Internacional del Libro de Santiago (Filsa 2014).
En el actual estado de las cosas en Cuba, "significa que mi sociedad no está preparada para lo que yo hago", manifestó la autora durante el diálogo "Mi propia voz", que encabezó la noche del sábado en la feria.
De sus obras, en la Isla solo se ha publicado Posar desnuda en La Habana. Diario apócrifo de Anaïs Nin, enmarcada en un viaje que hizo a Cuba la escritora estadounidense en los años 20 del siglo pasado.
No obstante, Guerra destacó en declaraciones difundidas por radio Cooperativa que sus demás libros "cobran vida propia" en su país, ya que se distribuyen de mano en mano y se reproducen en fotocopias.
"Los chicos los fotocopian y hay todo un movimiento subterráneo, pero no solo conmigo, también con Pedro Gutiérrez, (Leonardo) Padura, que finalmente ha sido editado en la Isla, Reinaldo Arenas, (Guillermo) Cabrera Infante", detalló Guerra, por cuya obra Todos se van ha sido premiada en España y Francia.
La escritora subrayó que con lo anterior no se está comparando con grandes autores. "Me estoy comparando con el silencio de las palabras. Es muy hermoso. Todo lo prohibido es delicioso", señaló.
Sobre la relación que mantiene con el país en el que nació en 1970, Guerra explica que es como "si alguna vez has tenido una historia de amor muy intensa, pero imposible, secreta". "Tengo un estado de adulterio con mi país", expresó.
Asimismo, dijo que no se siente como parte del cambio que experimenta la literatura latinoamericana. "Aquí vive Alejandro Zambra que es uno de los renovadores de mi generación, y los chilenos cambiaron la literatura con Bolaño. No me siento renovadora, al lado de la gran renovación que aporta la literatura chilena, que es superrevolcadora de estilos y de ánimos", comentó.
En cambio, se siente parte de la llamada corriente de autoficción, "que es contar algo de la vida nuestra con más ficción que otra cosa", dijo.
"Me siento parte de un grupo de gente de mi edad que está escribiendo, que está tratando de formar una literatura muy parecida a nuestros cuerpos y nuestras mentes. Muy humana", precisó la autora, que espera de quienes la lean "que se metan a la cama de mis libros y hagamos el amor. Así de ruda y cruda".