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Música

Juanito, estás por encima del nivel

Juan Formell puso música al cine de Rolando Díaz y colaboraron en un proyecto teatral que no llegó a estrenarse. Aquí está el recuerdo de esos trabajos juntos.

Santo Domingo

Casi todos los cubanos que abandonaron la Isla después de 1970 y también otros muchos que lo hicieron antes, bailaron y bailan con Los Van Van. Me atrevería a decir que incluso los no bailadores, también bailaron; los escuchaban, los disfrutaban, compartían y comparten momentos hechizados por su música. Dejo un pequeño espacio para quienes no disfrutan de la música popular, para quienes, desde el respeto y la comprensión tienen otras preferencias. Aunque me reservo el derecho a pensar que tan desconocedor es quien no sabe de la existencia de Las Cuatro Estaciones, como quien no ha vacilado con "Yuya Martínez". Nada personal.

Me encuentro entre quienes disfrutamos la música y el ingenio rítmico de Juan Formell y los excelentes músicos que le acompañaron. Entre quienes disfrutamos los inmensos arreglos influenciados de tanta buena música y con una personalidad sonora inconfundible. Soy un Van Van inclaudicable. Un Van Van al que la sonoridad de la sandunguera orquesta lo zambulle en la memoria de lo vivido sin rencores, envuelto en sentimientos contradictorios, pero que nos gusten o no, formaron parte de nuestra existencia. El pasado es imborrable hasta para quienes lo cubren de un manto de oculto y culposo arrepentimiento.  No es mi caso, vivo con mi pasado a cuestas, me guste, o no.

Dicho esto pienso que la inmensa mayoría de las personas que llenarán de comentarios violentos e improperios un artículo que subraya esta afirmación, también han bailado, escuchado, disfrutado y vacilado con Los Van Van…. Ay, si yo tuviera talento para escribir una oda a la doble moral, al engaño y la falacia.

Puedo entender a quienes desde opiniones propias y justificadas se lamenten de determinadas posturas políticas que Juan Formell asumió sobre todo al final de su carrera, pero de ahí a intentar desacreditarlo como lo que fue —uno de los grandes nombres de la historia de la música popular cubana— va un larguísimo trecho. Y quiero dejar claro que yo, cuestione lo que cuestione, nunca olvidaré a Juanito.

Su música en mi cine

En 1976 rodé un Noticiero ICAIC Latinoamericano, fue una de aquellas ediciones en las que obligatoriamente había que hablar de una buena causa: la campaña de los caramelos vacunas antipolio. Eran notas fílmicas tradicionalmente aburridas, llenas de lugares comunes y con un narrador que decía las bondades (retórica al uso incluida) que la campaña implicaba.

Yo todavía andaba por los veintitantos años y me resistía a hacer lo mismo de siempre. Pretendía renovar y por primera vez me lancé a usar una canción de Los Van, con los que tanto había bailado, en  aquel Noticiero: "Dale dos.../ dos caramelos,/ dale dos,/ que a ella le gustan..."

Con sinceridad pienso que el descubrir que los Van Van podrían estar en mi universo sonoro para hacer el cine (y no estoy hablando de si es bueno o malo, eso corresponde a otros) que yo necesitaba, me ayudó a tener muchas cosas claras.

Pero mi relación personal con Los Van Van, con Juan Formell, se formalizó cuando escribí Los pájaros tirándole a la escopeta,en1983. Desde ese instante quise hacer lo que en aquel entonces unos cuantos me criticaron fervientemente: trabajar la música (toda la música) de una película con la decisiva participación de una orquesta popular bailable.

Recuerdo a Juanito y a mi inseparable amigo, el talentoso montador Jorge Abello, desbrozando caminos juntos en la sala de montaje del quinto piso del ICAIC para que la película sonara Van Van. Y creo que lo conseguimos. Lo consiguió, sobre todo, Juan Formell.

Persona sencilla, sensible, y preparado para aceptar cualquier desafío, Formell se metió en el mundo del cine, pero no pude convencerlo de una segunda aventura: realizar la banda sonora de En tres y dos, la película de pelota que rodé inmediatamente después de Los pájaros... Recuerdo que me dijo algo como esto: "Rolando, tengo que tocarle a los bailadores y el cine me ocupa demasiado tiempo. Pero cuenta conmigo para cualquier otra cosa…"

Y le cogí la palabra; no me hizo la música de En tres y dos, pero participó en las descargas en vivo durante los enloquecidos rodajes en el Estadio Latinoamericano de La Habana. La fuerza de "Se muere la tía" (muy recordada por el montuno que se completaba con el vaso de agua fría)  puso aquel estadio y los más de 20.000 extras voluntarios que asistieron al rodaje de las escenas de pelota, al borde del paroxismo.

Después, aunque parezca mentira, lo volví a convencer. Esa vez  para incursionar en el teatro. La dirección del Carlos Marx me pidió un musical y escribí Con la música a otra parte. Le pedí ayuda a Mario Balmaseda para dirigir juntos, porque yo no era un director teatral.

Se avanzó mucho en aquel proyecto, los actores protagónicos serían Pedro Calvo y Annia Linares, y la participación de Los Van Van era plena, muchas escenas estaban concebidas con ellos en el escenario, interpretando acciones dramáticas. Se trabajó en los bocetos escenográficos y Juanito comenzó a tararear algunos temas musicales, pero  las pequeñas miserias existentes en nuestro sector, afín a  toda época y lugar (¿recuerdan el chiste de los artistas en el infierno?) dio al traste con todo aquello. Aclaro que los problemas nunca implicaron a Juanito, ni a los Van Van, ni a Mario Balmaseda... Nosotros fuimos una piña.

Reencuentro en La Habana

Pasó el tiempo y pasó un águila por el mar y decidí vivir fuera de Cuba. En 1991 los desmanes cometidos con la película de mi amigo Daniel Díaz Torres, Alicia en el pueblo de Maravillas,fue la gota que colmó el vaso.

Pero en 1998 volví a necesitar de Juanito, le solicité la posibilidad de usar uno de sus temas en una película de muy escasos recursos, Si me comprendieras, y no dudó en confirmarme que una vez más estaría a mi lado sin importarle si yo estaba dentro o fuera de Cuba, porque para él, esas categorías no existían. En ningún momento me preguntó de qué iba la película para la que le pedía su música.

Después de aquella experiencia me alejé de Cuba por más de diez años y no volví a verlo, hasta que el director Fernando Pérez me invitó a La Habana a poner mis películas no exhibidas en la Isla, entre las que estaba la película citada. Entonces tuvimos un furtivo encuentro; no éramos amigos de los de toda una vida, y con seguridad nuestras ideas sobre política eran diferentes, pero la relación creativa que tuvimos había significado mucho para mí. Sabía, además, que él había tenido problemas de salud y necesitaba saludarlo.

Tuvimos una breve y cálida conversación y antes del abrazo de despedida le dije: "A lo mejor volvemos a trabajar juntos", y me respondió con un montuno muy cercano a mí:  "¿Y qué tú crees?", el tema principal de Los pájaros tirándole a la escopeta.

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