Del 26 al 28 del pasado mes de abril se celebró en Charlottesville, Virginia, la primera edición presencial de la Academia de Poder del Pueblo (People Power Academy), organizada por CANVAS, el Centro para la Aplicación de Tácticas y Estrategias Noviolentas, con sede en Belgrado, Serbia; en conjunción con la Universidad de Virginia (VA). El evento, que reunió a más de 138 participantes, incluyó charlas motivadoras, paneles de discusión y talleres de intercambio de experiencias entre académicos, activistas y políticos de alrededor del mundo como Leopoldo López, de Venezuela; Dominika Lasota, de Polonia; el ex primer ministro de Macedonia del Norte Zoran Zaev; la activista georgiana Nini Gogiberidze, y la académica y activista filipina Cecilia Lero. También incluyó conciertos por parte de Andre Henry, activista de Black Lives Matter, y Ramy Essam, activista conocido por sus conciertos en la Plaza Tahrir de El Cairo durante la revolución egipcia de 2011.
Semejante diversidad de participantes y rango de actividades brindó al cónclave una característica única, al permitir la creación de una plataforma común de trabajo permanente entre todos los sectores que promueven cambios por vías noviolentas en diferentes regiones del planeta. El ambiente de confraternidad y reconocimiento mutuo resaltó la condición fundamental que motiva a cualquier persona a enfrentar riesgos con el fin de mejorar la sociedad en que vive: las similitudes son mucho más evidentes que las supuestas diferencias, y las reglas básicas de involucramiento en los conflictos aplican de manera general bajo cualquier escenario de opresión, ya sea contra un gobierno tiránico o corrupto, una corporación que niega derechos laborales a sus trabajadores, o una situación de discriminación racial o de cualquier otra índole.
Bastaron unos 15 minutos de caminata junto a Ramy Assam para darnos cuenta que compartíamos los mismos sueños y pasiones (el rock and roll una de ellas), y hasta temores, como el de no ver nunca más a su madre por su condición de exiliado, en mi caso un hecho consumado. Dicen que todos los caminos conducen a Roma, e igual sucede con los caminos que conducen al activismo en cualquier lugar del mundo. En esencia, todos son los mismos. Al reconocernos el uno al otro, rompimos muchos de los estereotipos que aíslan a las diferentes causas, que en definitiva comparten las mismas aspiraciones. En un mundo cada vez más interconectado, los esquemas de singularidad pierden relevancia de forma acelerada.
Esto ha conspirado de manera particular en el caso de Cuba, la idea de la excepcionalidad del régimen y el sistema imperante como obstáculo (para algunos insalvable) para el desarrollo de un movimiento cívico capaz de dar al traste con la dictadura. Lo curioso de esta falacia es que en ella coinciden muchas personas que genuinamente quieren un cambio a la democracia, con la narrativa del propio régimen para retrasar la llegada de dicho cambio que en definitiva, va a llegar de todas maneras. Tras la caída del imperio comunista por medio de revoluciones noviolentas, con la excepción de Rumania, los medios oficialistas de propaganda del régimen se dieron a la tarea de discursear acerca de que el castrismo era diferente, cómo los regímenes comunistas europeos se habían "distanciado del pueblo", etc., en un intento de promover una falsa excepcionalidad en el caso cubano. Para colmo de males, muchos académicos se sumaron a esta diatriba, asumiendo de forma inconsciente la postura del aparato propagandístico del sistema.
Es en muchos sentidos una postura entendible desde el punto de vista humano, más aún en los predios intelectuales. Buscar lo excepcional crea una sensación de profundidad de pensamiento, la idea de ser "la persona más inteligente en el salón". Sucede que en términos de activismo, se requiere más precisamente de inteligencia emocional, que comprende la capacidad de generar una empatía que motive a las personas a sumarse a la causa, porque el poder de generar cambios radica en los números, la cantidad de gente que conforma un movimiento. Como bien explica Sdrja Popovic, Director Ejecutivo de CANVAS, la Santísima Trinidad de la Noviolencia consiste en unidad, planeamiento y disciplina noviolenta, si falta una sola de ellas no se puede alcanzar el éxito. Utilizando una analogía beisbolera a la cual recurro en talleres sobre el tema, si bateas y corres hacia tercera nunca podrás ganar, porque siempre serás out por regla, pero si corres hacia primera hay oportunidad de llegar a salvo, por mérito propio o debido a que el contrario cometa un error. Seguir las reglas no te garantiza la victoria, pero no seguirlas sí te garantiza la derrota.
He aquí el dilema. Las dictaduras no pierden tiempo en concentrarse en sus respectivas singularidades, sino que comparten conocimientos, tácticas y estrategias para enfrentar a sus oponentes, y se puede decir que han creado su propio libro de jugadas para mantenerse en el poder, alimentado por sus experiencias comunes. Quienes luchamos por un mundo mejor debemos hacer lo mismo, aprovechando las facilidades comunicativas del mundo moderno y el renovado interés por la acción noviolenta en el mundo de hoy. Resulta imperativo en un mundo marcado por las amenazas globales coordinadas por los actores anti democracia. Martin Luther King Jr lo expuso de forma magistral en su libro Paso a la libertad (Stride Toward Freedom): "Cuando los malos complotan, los buenos tienen que planear".
Esta fue precisamente la idea que impulsó la Academia de Poder del Pueblo en Charlottesville, y que animará sus futuras ediciones. En el mundo de hoy, el rol del activista es más necesario que nunca, con más posibilidades que en cualquier época anterior de la Historia debido al predominio de las palabras y las ideas, precisamente los vehículos del activismo, en el mundo de hoy. Al reconocernos mutuamente en dicha reunión, dimos un gran paso hacia nuestras respectivas libertades al enriquecer nuestro arsenal de experiencias y estrategias y, sobre todo, avanzamos en dirección a una visión post moderna del activismo, enfocada en un trabajo mutuo proactivo, obviando las excepcionalidades negativas.
Crear comunidad, ya sea de voluntades e intereses, o ambas inclusive, siempre resulta en un incremento de tanto el empoderamiento individual, como el colectivo, la base fundamental para conformar un movimiento de cambio. Si trabajamos en lo posible, nos acercamos a conseguir lo necesario. Lo único que hacen las excepciones es, simplemente, confirmar la existencia de una regla.
Montenegro "black life matter" fue un grupo VIOLENTO (y se puede decir terrorista) que azoto con protesta violentas USA.
Vivia del chantaje y la grandes corporaciones hacian "donaciones" (para que no los atacaran. Sus "dirigenetes" todos se enriquecieron y quebraron la orgaizacion. No fue mas que un racket mafioso con tintes social.
Los activistas y opositores que se mueven en estructuras verticales acompañadas de los personalismos, no ofrecen posibilidad alguna para proyectar un movimiento. Digamos que no es posible accionar un partido político desde el extranjero, tampoco es posible forzar un plebiscito en ausencia de ciudadanos.
Esto si produce una crisis existencial para el totalitarismo cubano: “ Crear comunidad, ya sea de voluntades e intereses, o ambas inclusive, siempre resulta en un incremento de tanto el empoderamiento individual, como el colectivo, la base fundamental para conformar un movimiento de cambio”