La cubana Diosmary lleva más de 11 años en la isla española de Mallorca. Pese a ello, sigue indocumentada y desde hace un mes está viviendo dentro del Aeropuerto de Palma de Mallorca Son Sant Joan. Su testimonio, en el que detalló su periplo por albergues, centros de acogida y algunas casas donde trabajó como empleada, quedó recogido en varios artículos publicados en los medios locales.
En sus declaraciones a la prensa, la migrante de 49 años explica que salió de Cuba en 2012 junto a su expareja española-cubana, pero que el hombre "agotado" de los trámites para normalizar la situación del matrimonio se marchó, dejándola sola y sin casa.
Esta cubana, nacida en Pinar del Río, lleva un mes y diez días durmiendo en el aeropuerto, y su único equipaje es una maleta de ruedas, unas cuantas bolsas y algunos abrigos. Allí la conocen como "La niña de Cuba", y sobrevive gracias a jugos y galletas que le lleva la Cruz Roja.
Diosmary agradeció asimismo a otras instituciones como Cáritas que le entregan un vale para comprar alimentos en el mercado y a los trabajadores y seguridad del aeropuerto, que siempre se preocupan por ella. Pero también ha pasado sustos, más de una vez se le han acercado hombres a ofrecerle dinero a cambio de servicios sexuales y ha tenido que imponerse para salir de esos aprietos porque, asegura, no se presta "para eso".
"Eran las 5:00 de la mañana y me encontré con un hombre frente a mí, observándome. Desperté nerviosa y confundida, sin comprender lo que estaba sucediendo", cuenta sobre un incidente de esa naturaleza que tuvo la semana pasada. "A pesar de mi inicial rechazo, insistió durante un tiempo en darme dinero para que pudiera comer. Lo rechacé, pero persistió y, finalmente, acepté con la condición de que me dejara en paz y se marchara".
Sin embargo, el hombre no se alejaba de ella: "Se negaba a irse, mi desesperación crecía ante el temor de que pudiera hacerme daño. Finalmente, comenzó a exigir favores de índole sexual. Devolví rápidamente el dinero y entablé una discusión con él hasta que finalmente se marchó. La situación fue muy violenta".
En sus primeros años en la calle estuvo a punto de resolver su situación migratoria cuanto encontró a un hombre y su esposa que le dieron techo a cambio de trabajo doméstico. Ahí, explica, a través del "arraigo" laboral tenía la esperanza de lograr su residencia española, pero la suerte tampoco estuvo de su lado y el hombre murió antes de que pudiera formalizar su documentación en Extranjería.
En la historia que Diosmary hace a los medios, lo más claro que queda es la agonía de esta cubana que no encuentra descanso. Ha pasado por albergues, centros de acogida que tiene la iglesia y ahora está en el aeropuerto de Palma, dice, por segunda vez.
"Yo solo quiero encontrar un trabajo para que me den el permiso de residencia aquí en Mallorca", asegura.
Diosmary contó que en estos momentos está a la espera de que le llegue su pasaporte, que le ha tramitado la asesora jurídica de Cáritas, y que le han dicho que ya está en Barcelona.
¿Qué hará cuando tenga el pasaporte?, le pregunta Diario de Mallorca, a lo que ella responde: "Pues no lo sé. Sin duda, empezar de nuevo, aunque de otro modo".
Me cuesta entender la situación de la compatriota, cuando a las costas españolas son cientos de negritos los que llegan a diario en pateras y en menos de un mes ya todos están regularizados.
Esta historia está bastante interesante cómo para sacar la segunda parte de la película La Terminal con Tom Hanks, pero ahora la protagonista será una mujer.