El exfuncionario estadounidense Manuel Rocha, procesado por espionaje a favor del régimen cubano, "tenía literalmente las llaves del reino", según declaró a The New York Times John Feeley, un exdiplomático de carrera que trabajó junto a Rocha hace décadas.
En una querella criminal presentada ante un Tribunal Federal de Miami, los fiscales afirmaron que Rocha había ayudado en secreto a la "misión clandestina de recolección de información de Cuba contra EEUU" al menos desde 1981, mientras ascendía en el Departamento de Estado y trabajaba brevemente en un alto cargo de la Casa Blanca.
Durante más de dos décadas, Rocha trabajó en asuntos relacionados con América Latina en una serie de funciones en el Departamento de Estado bajo los presidentes Bill Clinton y George W. Bush, incluido un periodo como embajador en Bolivia de 2000 a 2002. Nacido en Colombia y criado en Nueva York, Rocha fue asesor del mando militar estadounidense que incluye la región de Cuba de 2006 a 2012.
La denuncia acusa a Rocha de actuar como agente ilegal de un gobierno extranjero y de otros dos delitos, pero los fiscales dijeron que la investigación estaba en curso y podría originar cargos más graves. El caso ha provocado una evaluación interna para determinar qué secretos podrían haberse revelado y ha suscitado serias dudas sobre la eficacia de los programas de contraespionaje creados para descubrir espías, dijeron altos funcionarios.
"Esta acción pone al descubierto una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el Gobierno de EEUU por parte de un agente extranjero", declaró el lunes el fiscal general, Merrick Garland, en un encuentro con la prensa en Washington. Dijo que Rocha había "buscado un empleo en el Gobierno estadounidense que le proporcionara acceso a información no pública y la capacidad de influir en la política exterior de EEUU".
"Como todos los funcionarios federales, los diplomáticos estadounidenses prestan juramento de apoyar y defender la Constitución de EEUU. Actuar como agente para el Gobierno cubano, una potencia extranjera hostil, constituye una violación flagrante de dicho juramento y traiciona la confianza del pueblo estadounidense", dijo el director del FBI, Christopher Wray.
John Feeley, exdiplomático de carrera que trabajó junto a Rocha hace décadas, dijo que el caso podría estar entre las peores filtraciones de inteligencia de la historia reciente. Desde hace tiempo, el servicio de inteligencia del Gobierno cubano mantiene vínculos estrechos con las agencias de seguridad de los adversarios de EEUU, incluida Rusia.
"Manuel (Rocha) tenía literalmente las llaves del reino. Si tenía que ver con Cuba, él lo veía", dijo Feeley, cuyo último cargo en el Gobierno de EEUU fue el de embajador en Panamá.
El lunes, Rocha rompió a llorar y vio en silencio cómo su familia abandonaba la sala durante su comparecencia inicial en el Tribunal Federal de Miami. Un fiscal indicó que pronto podrían presentarse más cargos ante un gran jurado, y el magistrado del caso programó una audiencia de detención para el miércoles.
Según The New York Times, el comportamiento lúgubre de Rocha contrastaba con el del diplomático locuaz, encantador y elegante que recuerdan sus antiguos colegas, y con el del férreo agente doble que describen los archivos del Gobierno de EEUU.
La denuncia de la Fiscalía no entraba en detalles sobre cómo podía haber influido Rocha en la política estadounidense, qué información podía haber enviado a Cuba o durante cuánto tiempo lo había investigado el Gobierno de EEUU. Pero describía tres reuniones celebradas aproximadamente durante el último año entre Rocha y un agente encubierto del FBI que Rocha creía que era un representante de la Dirección de Inteligencia cubana (DGI).
Según sus amigos, Rocha abrazó el socialismo en su juventud, pero a lo largo de los años parecía haberse convertido en un conservador anticastrista. En una de las reuniones con el agente encubierto del FBI, Rocha dijo que había recibido instrucciones de la agencia de espionaje cubana de "llevar una vida normal" y que había creado la personalidad de una figura "de derecha" para evitar que se descubriera su trabajo como espía.
"Todo el tiempo se presentó como un tipo de derecha. Se hizo cada vez más trumpista", dijo Eduardo Gamarra, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida, quien conoce a Rocha desde los años 80.
Quién es Rocha, cómo operó
Rocha estudió en Yale y se licenció en Harvard y Georgetown en la década de 1970. Comenzó su carrera como funcionario encargado de Honduras en el Departamento de Estado en 1981, más o menos cuando, según los fiscales, empezó a trabajar para el Gobierno cubano.
A lo largo de los años, ocupó una amplia serie de puestos diplomáticos en la República Dominicana, Italia, Argentina y Cuba, y fue director de asuntos interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional durante un año a partir de julio de 1994. Rocha era el subdirector principal de la Sección de Intereses de EEUU en La Habana durante uno de los momentos más tensos de las relaciones bilaterales en las últimas décadas: el derribo por el Gobierno cubano de dos aviones civiles estadounidenses operados por exiliados anticastristas en 1996.
En ese momento, el Gobierno cubano tenía gran interés en saber cómo podría responder EEUU a un ataque contra el grupo que pilotaba los aviones, Hermanos al Rescate. El escuadrón, con base en Miami, sobrevolaba el estrecho de Florida en busca de emigrantes cubanos a bordo de balsas y, en ocasiones, entraba en el espacio aéreo cubano para lanzar panfletos antigubernamentales sobre La Habana.
Años más tarde, Rocha fue nombrado embajador en Bolivia durante otro periodo tenso: la contienda presidencial de 2002 en la que participó Evo Morales, un candidato indígena antiestadounidense que adquirió prominencia como líder de un sindicato de cultivadores de coca. Morales perdió esa contienda, pero fue elegido presidente en 2005.
Poco antes de la votación de 2002, Rocha advirtió públicamente que elegir a Morales empeoraría las relaciones con EEUU. "Quiero recordarle al electorado boliviano que si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína pondrá en peligro la ayuda de EEUU", dijo Rocha en ese entonces. Morales —un firme aliado de La Habana en los últimos años— sugirió que la advertencia de Rocha había ayudado a su campaña, y bromeando se refirió a él como su "jefe de campaña".
Otto Reich, un exsecretario de Estado adjunto que fue supervisor de Rocha en el Departamento de Estado de EEUU, dijo que esas declaraciones habían sorprendido a sus supervisores: "Nunca lo aclaró con el Estado. Recuerdo que en aquel momento estaba molesto, sumamente molesto".
Ricardo Zúñiga, un alto funcionario jubilado del Departamento de Estado y de la Casa Blanca, calificó las declaraciones como muy inusuales para un diplomático experimentado, y dijo que tales comentarios supondrían un evidente impulso a Morales. "Es posible que decidiera actuar como una caricatura de lo que él pensaba que era EEUU. De ser así, fue una actuación increíble", añadió Zúñiga.
"Es un testimonio extraordinario de lo capaces que son estos tipos. Siempre fui extremadamente cuidadoso por ese motivo", dijo Zúñiga, quien negoció el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba por parte del presidente Barack Obama en 2014.
Hasta ahora, la infiltración más perjudicial era el espionaje de décadas de Ana Belén Montes, quien trabajó como analista principal en la Agencia de Inteligencia de Defensa de EEUU, donde se especializó en Cuba, hasta su detención en 2001.
Como parte de su acuerdo de culpabilidad, Montes accedió a contar al FBI todo lo que sabía sobre las operaciones de la inteligencia cubana. Esa información condujo a la acusación de una antigua amiga íntima, Marta Rita Velázquez, exfuncionaria de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional que fue acusada en febrero de 2004 de ser agente cubana.
Chris Simmons, exinvestigador de la Agencia de Inteligencia de Defensa de EEUU que trabajó en el caso Montes, dijo que sería muy difícil —si no imposible— que EEUU obtuviera una evaluación precisa de los daños si el propio Rocha no facilitaba esa información. "Van a depender totalmente de su cooperación. Aunque sepan que va a mentir y minimizar, sigue siendo mejor que nada", dijo Simmons.
Que le metan la silla eléctrica pero en el medio de Manhattan para que vean lo que le pasa a las ratas como este hijo de puta.
Que digan la verdad completa, el régimen vitalicio de la familia Castro, vende inteligencia a paises como Iran. Luego quieren que les levanten el embargo.
El pueblo cubano es el que está solo. La dictadura comunista tiene a toda esta escoria haciéndole el trabajo sucio por todo el mundo.