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Incendio en Matanzas

Cubanos que lo perdieron todo por el incendio en Matanzas: 'Nuestra casa quedó en cenizas'

Dainerys y Maykel autorizaron a DIARIO DE CUBA a publicar sus teléfonos, por si alguien quiere contactarlos para ofrecer alguna ayuda.

Madrid
Dainerys Leyva Maqueira y Maykel Rodríguez Valerio junto a sus hijos.
Dainerys Leyva Maqueira y Maykel Rodríguez Valerio junto a sus hijos. Dainerys Leyva Maqueira

Un rayo impactó en el depósito de combustible 52 de la Base de Supertanqueros de Matanzas sobre las siete de la tarde del viernes 5 de agosto de 2022. Maykel Rodríguez Valerio cenaba en su casa, a 300 metros de la batería de tanques.

Al instante Maykel se percató del incendio que se había generado y resguardó a sus hijos. Puso a un lado el plato de comida y llamó a su esposa: ¡mándanos un carro para acá ahora mismo que los tanques cogieron candela!

Él sabía lo que iba a pasar. Cerca de su vivienda habían dos grandes tuberías de combustible y el colapso de estas afectaría inevitablemente a su hogar.

En medio de la persistente lluvia que caía, Maykel hizo que su hijo de 11 años se marchara con un vecino. Luego él y su hija de 14 años comenzaron a caminar por la Avenida del Muelle rumbo a la ciudad de Matanzas.

"Cuando yo llegué los recogí a todos y nos fuimos lo más lejos posible de ahí. Lo único que pudimos hacer fue salir porque sabíamos el peligro que estábamos corriendo", cuenta a DIARIO DE CUBA Dainerys Leyva Maqueira, esposa de Maykel.

El Gobierno local les dio albergue en la escuela formadora de maestros René Fraga Moreno, junto a la mayoría de afectados. En total 21 viviendas cercanas a los tanques sufrieron daños.

El incendio que duró más de cinco días los tenía en vilo. Primero le dijeron que sus casas no se habían quemado. Luego ya no les decían nada. El terror que veían en las imágenes de internet o la televisión les quitó cualquier esperanza.

"Cuando regresamos eso fue muy impactante. Yo sabía que algo iba a suceder porque todo estaba ahí cerca. Las tuberías pasaban por la parte de atrás de la casa. Sabíamos que si eso cogía candela todo iba a desaparecer", explica Dainerys.

"Cuando llegamos —continúa Maykel—, hurgamos entre las cenizas a ver si quedaba algo que pudiéramos rescatar. Eran cosas de valor sentimental aparte del valor económico que puedan tener. Ahí perdimos todo el esfuerzo que habíamos hecho durante años, limitándonos de hacer muchas cosas para tener lo nuestro."

Las imágenes que Maykel tomó de su casa luego del incendio son estremecedoras. El techo había colapsado y todas las paredes estaban agrietadas. Los televisores que tenían quedaron reducidos a los esqueletos de los altavoces. De la lavadora solo quedó la carcasa de los motores. Del colchón, los muelles. Las papas que tenían en el viandero parecían rocas de miles de años.

"Mi hija adolescente extraña sus cosas y me pregunta —explica Maykel—. Cuando ella supo de la noticia lloró mucho. Mi niño que juega béisbol vivía obsesionado con sus trajes, sus pelotas, sus guantes, y lo perdió todo. Ahora el viene para arriba de mí, me acaricia, buscando la forma de acercarse para preguntarme por sus cosas. Imagínate, yo quisiera tener una idea de cómo responderle. Es una situación difícil."

El futuro es lo que más preocupa a estos damnificados. "Con respecto a la respuesta de las autoridades a nosotros nos hicieron un levantamiento ayer en el lugar de todo lo que perdimos. En una reunión nos dijeron que no nos dejarían desamparados. Nuestra casa quedó en cenizas, para ahí no podemos regresar. Hay mucha contaminación, no hay electricidad ni agua", señalan Dainerys y Maykel.

Nosotros no queremos volver a nuestra casa que es al lado dónde están los tanques de gasolina, alcohol, nafta, todos a 50 metros del patio, dijo a DIARIO DE CUBA Yaridelkis Moreno Fornaris, una matancera de 27 años que también se encuentra albergada.

A Yaridelkis le preocupan otros posibles incendios y la contaminación, su niña de ocho años fue atendida por un psicólogo. Las paredes de su casa están inestables y los alrededores tienen muchos restos de combustible.

"Yo no pido ayuda económica, pero es imposible regresar a ese lugar inhumano. Espero que no quedemos en el olvido y que este Gobierno no siga tapando el sol con un dedo", añade Yaridelkis.

En la mañana de este sábado autoridades locales indicaron a todas las personas albergadas que tenían que marcharse de la escuela formadora de maestros René Fraga Moreno. Quienes no pueden recurrir a familiares o amigos, aún no saben para donde los enviarán.

Dainerys y Maykel autorizaron a DIARIO DE CUBA a publicar sus teléfonos por si alguien quiere contactarlos para ofrecer alguna ayuda. Dainerys Leyva Maqueira (+5359644099) y Maykel Rodríguez Valerio (+5359735152).

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