Turquía se ha convertido en el inesperado destino final para muchos cubanos que intentan emigrar a países de Europa vía Rusia. Un médico de 38 años está entre los miles de migrantes que intentan solicitar asilo político en Grecia y terminan expulsados ilegalmente a Turquía, según publica el boletín de noticias Mother Jones.
El cubano, que pidió al boletín referirse a él como Mario, tiene 38 años y trabajaba como anestesista en La Habana. Ganaba apenas 160 dólares mensuales y debía realizar turnos de 24 horas sin contar con los recursos y los medicamentos necesarios para atención de los pacientes según contó al Mother Jones.
Mario contactó con cubanos que habían viajado a Rusia y de ahí a Europa. El número va en aumento. En 2020, 2.040 cubanos pidieron asilo en la Unión Europea, una cifra que triplica los 610 que lo hicieron en 2015.
Mario tenía un pequeño apartamento que vendió por unos 10.000 dólares, con los que se pagaría el viaje y reiniciaría su vida en Europa. Estaba seguro de que el llamado Viejo Continente era un lugar que no solo ofrecía la posibilidad de una vida digna y sostenible, sino respeto por los derechos humanos fundamentales.
Con esa ilusión y con el permiso especial que necesitan los médicos para viajar fuera de Cuba y que él, milagrosamente, había obtenido, abordó un avión con destino Rusia, el 25 de septiembre, en compañía de un amigo cercano.
Antes de abordar, una oficial de emigración le preguntó si planeaba viajar de Rusia a otro país. Su respuesta fue un nervioso "por supuesto que no".
"Ellos saben. Ellos saben que la gente va a Rusia para ir a Europa", explica Mario. Según él, la inmensa mayoría de los pasajeros en el avión era cubanos, excepto por algunos rusos que viajaban en primera clase.
Sin visa ni resultados negativos de Covid-19 actualizados
En Moscú, él y su amigo estuvieron un mes alquilados en un apartamento. Contactaron con otros cubanos que habían hecho el viaje, a través del grupo de Facebook "Cubanos en Moscú". Había personas que podían ayudarles a realizar el resto del viaje a Europa por 5.000 euros cada uno, un precio que Mario y su amigo no podían permitirse, así es que decidieron organizarlo todo por su cuenta.
Sabían que la ruta más directa era viajar a Serbia, un país que tampoco exige visa a los cubanos, de ahí a Macedonia y finalmente a Grecia. Reservaron billetes de avión a Belgrado en una agencia de viajes, pero en el aeropuerto no les permitieron abordar el avión, porque el vuelo hacía escala en Atenas y ellos no tenían visa para entrar a Europa.
Reservaron otro vuelo directo a Belgrado, pero esta vez no pudieron abordar por carecer de resultados negativos de pruebas de Covid-19 lo bastante actualizados. No recibieron reembolsos de ninguno de los dos vuelos.
Finalmente, pudieron reservar un vuelo de San Petersburgo a Serbia, que pudieron abordar sin problemas.
En Serbia, debían coger un autobús a Skopie, en el norte de Macedonia. Un amigo cubano los puso en contacto con un chileno que había vivido largo tiempo en Europa y los ayudaría a llegar a Grecia por 500 euros cada uno. Les dijo que se descargaran la aplicación Life360, que les permitiría conocer su ubicación todo el tiempo y les indicaría a dónde ir.
Pocos minutos después de montar en el autobús a Skopie que les había indicado el chileno, el chofer paró y pidió 100 euros más por cada uno. No tuvieron más opción que pagar.
"Todo el mundo está tratando de aprovecharse todo el tiempo", dijo.
El chileno les dijo entonces que debían bajarse en Kumanovo, un pequeño pueblo en el norte de Macedonia. De ahí, cogieron otro autobús a Princess Casino Gevgelija, en la frontera con Grecia, donde el chileno los condujo, guiándose por la aplicación, hasta un agujero en la cerca de la frontera por donde podían cruzar el Vardar, un río de corriente lenta, hasta Grecia. Estaban en la Unión Europea.
Europa está cerrada
Después de atravesar el río, Mario tuvo que caminar nueve millas con la rodilla lastimada, para llegar de la frontera a un pueblo llamado Polykastro. El nombre le resultó gracioso por su semejanza con el apellido de los dictadores Fidel y Raúl Castro. Pensó que no conseguía escapar de los Castro.
En ese pueblo, tomaron un autobús hasta Thessaloniki, donde podrían pedir asilo.
Pero Mario ignoraba que el Viejo Continente ha recibido una cifra sin precedentes de refugiados desde 2015 y que en los últimos años, países ubicados en la frontera europea, como Grecia, han estado llevando a cabo operaciones de expulsión diseñadas para deshacerse de quienes buscan asilo y enviar el mensaje de que Europa está cerrada.
Justo a la salida de Polykastro, dos policías vestidos de civil detuvieron el autobús y empezaron a pedir documentos a todo el que no tenía aspecto de griego. Mario no tenía y su compañero de viaje tampoco.
Fueron obligados a bajar del autobús junto a un hombre pakistaní y una familia casualmente cubana. Todos querían pedir asilo en Grecia. Los policías les quitaron sus pertenencias y los montaron en un van blanco.
Mario aún confiaba en que no les pasaría nada e intentaba tranquilizar a sus compañeros. Los trasladaron a un centro de detención y pasaron la noche en celdas pequeñas y apestosas. En la madrugada, llegó otra familia cubana: una mujer, su esposo y su hijo de tres años.
Al otro día, Mario fue trasladado con unas 30 personas en un van, durante cuatro horas a la región de Evros, donde los esperaban camiones con militares uniformados.
Los policías los llevaron adentro de la base militar, los desnudaron y los golpearon con bloques de madera y bastones plásticos. Entonces, los trasladaron a una zona remota y boscosa en la frontera con Turquía, donde los oficiales les obligaron a quitarse los zapatos y caminar en silencio por el bosque hasta llegar al Río Evros.
Cuando llegaron a la orilla del río, Mario vio a un oficial que golpeaba a un joven que parecía afgano, con un largo alambre de púas, y le introducía la cabeza en el agua repetidamente.
Mario estaba seguro de que serían ejecutados, pero los llevaron al otro lado en botes inflables y les dijeron que se fueran.
Así, el médico se convirtió en uno de los miles – según cálculos citados por Mother Jones – de solicitantes de asilo expulsados ilegalmente de Grecia desde 2020.
Según las leyes internacionales, la expulsión de un solicitante de asilo antes de que tenga la oportunidad de realizar su solicitud – una práctica conocida como devolución – es ilegal. Sin embargo, se ha extendido a lo largo de Europa, de Grecia a Croacia y Polonia.
Bueno, los cubanos tienen que aprender sus lecciones así porque si uno les cuenta cómo son las cosas, no te creen. Aprendieron una lección. Se pudieron haber ahorrado el dinero de los dos pasajes de avión que idiotamente compraron sin verificar dónde hacía escala primero y sin hacerse la prueba del Covid. Les deseo mucha suerte porque la van a necesitar. En cualquier momento Rusia elimina la entrada sin visa porque está claro que la mayoría de los que viajan, no regresan.
El problema es que algunos paises de Europa son Europeos solo geograficamente.