Después de muchos años de insistencia de la comunidad de animalistas cubanos, que desde la década de los 80 piden al Estado una ley que proteja a la fauna, el sábado 10 de abril por fin la Gaceta Oficial publicó el Decreto-Ley de Bienestar Animal y su reglamento.
Las primeras reacciones entre el movimiento de protectores cubanos han sido diversas, como heterogéneo es el grupo en sí mismo. Muchos se congratulan de tener finalmente un soporte legal que apoye su labor, pero no pocos muestran también su frustración con varios puntos que se esperaba que regulara la norma, y que sencillamente ha ignorado o revertido, según los deseos de los activistas.
El domingo 11 de abril, coincidentemente, se celebró el día del perro. Como desde hace años vienen haciendo, los activistas cubanos por los derechos de los animales fueron al Cementerio de Colón, en La Habana, a visitar la tumba de Jeanette Ryder para rendir tributo a una cuidadora insigne y su mascota Rinti que, cuenta la leyenda, la acompañó hasta la muerte.
Esta vez el grupo no fue numeroso debido a las restricciones por la pandemia, que prohíben las aglomeraciones de personas (a no ser en las colas), pero hicieron saber, en un texto leído entre lágrimas de emoción, su opinión consensuada sobre el Decreto.
"Celebramos hoy también la aprobación y publicación de la primera legislación por el bienestar animal en Cuba, la cual, sin ser perfecta, es indiscutiblemente un gran paso en el camino de lograr una sociedad responsable", leyeron representantes de Cubanos en Defensa de los Animales (CEDA) y el grupo Hope for Cuban Paws. Ponderaron asimismo que el Decreto-Ley marcará "un nuevo giro" en su lucha porque "brindara cierto respaldo legal para exigir el derecho a la vida digna de todas las especies y contra conductas vejatorias"; pero también que pone a los activistas "frente a nuevos retos para perfeccionar la legislación y que se convierta en lo que los animales cubanos realmente necesitan".
"En los próximos días estaremos debatiendo y estudiando el Decreto-Ley, pero de su lectura rápida pudimos detectar omisiones importantes. Por poner unos pocos ejemplos, en la nueva legislación los gallos de pelea y los animales violentados en rodeos y circos siguen sin protección. Igualmente, la legislación considera válido y legal el sacrificio de los perros y gatos como una forma de controlar poblaciones callejeras. Eso tiene que cambiar. Por eso, seguiremos luchando. Por esos animales hoy también estamos aquí".
Los animalistas convocaron a la unidad del movimiento para lograr sus propósitos como activistas. "Tenemos otros retos: lograr que la legislación se invoque en los casos que están y que su reglamento se aplique. Por eso este movimiento de protectores, rescatistas y amantes de los animales, tiene que lograr unirse más allá de las individualidades. Como hemos dicho antes, no tenemos que ser homogéneos para estar unidos y desde esa unión tenemos que luchar hoy y siempre contra el maltrato y la crueldad".
Otras voces más frontales, como las protectoras Aylín Sardiñas y Leydi Laura Hernández, criticaron la norma: "A los que no tengan papel higiénico les puedo recomendar la Gaceta Oficial sobre el Decreto-Ley de Bienestar Animal", publicó la primera en Facebook. Mientras que la segunda comentó a DIARIO DE CUBA su preocupación por la autorización que necesitarán a partir de ahora los refugios de animales.
Según la norma, los centros de observación y los de atención, acogida, rescate y rehabilitación de los animales" podrán ser gestionados por particulares (como ocurre en la práctica hasta ahora), pero deberán "poseer la correspondiente licencia sanitario veterinaria", ser autorizados por el Departamento Municipal de Sanidad Animal correspondiente y tener "las licencias o permisos emitidos por las direcciones de Planificación Física, de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y de Salud Pública".
Leydi Laura Hernández no solo conduce un refugio de animales en su casa, sino que ha tenido posiciones políticas desafectas al sistema abiertamente, por lo cual ha sufrido el acoso de la Seguridad del Estado, junto a su marido, el rapero Omar Mena. A ambos les preocupa entonces que la autorización necesaria para llevar su refugio sea impedida por la Policía política. "¿Quién me va a dar el permiso? ¿El Gobierno que nunca se ha ocupado de hacer nada?", cuestionó la activista.