En menos de una semana, siete senadores estadounidenses de ambos partidos han presentado dos proyectos legislativos relacionados con Cuba.
El 5 de febrero, el senador demócrata de Oregón Ron Wyden, presidente del Comité de Finanzas del Senado, presentó junto a sus colegas Patrick Leahy de Vermont, Richard Durbin de Illinois y Jeff Merkley, también de Oregón, el proyecto de ley de Comercio EEUU-Cuba 2021, que busca poner fin al embargo y normalizar las relaciones comerciales con la Isla.
El día 9, sus colegas Bob Menéndez, demócrata de Nueva Jersey, y presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara Alta, el republicano de la Florida Marco Rubio, el ya mencionado Durbin y Ben Cardin, demócrata de Maryland, presentaron un proyecto de resolución expresando solidaridad con el Movimiento San Isidro y otros artistas y activistas víctimas de represión por parte del Gobierno cubano a raíz de sus reclamos de mayor libertad artística y de expresión en Cuba.
A simple vista, parecieran proyectos totalmente disímiles. Pero una mirada a sus textos y firmantes nos muestra interesantes coincidencias que suponen oportunidades para la elaboración de una nueva política hacia Cuba basada en un consenso bipartidista.
Por un lado, el proyecto de ley de Comercio EEUU-Cuba 2021, en la Sección 5, inciso a, numeral 2, propone que "el presidente deberá tomar todos los pasos necesarios para avanzar las negociaciones con el gobierno de Cuba...con el propósito de asegurar la protección de los derechos humanos internacionalmente reconocidos". De igual modo, la Sección 6, inciso a, numeral 1 establece que "es el sentir del Congreso que los Estados Unidos promueva el cambio democrático y la reforma económica al normalizar las relaciones con Cuba".
Por su parte, la resolución de solidaridad con el Movimiento San Isidro también expresa este sentir del Congreso, al llamar a las autoridades cubanas a "cesar las violaciones a los derechos humanos", la "derogación inmediata de los Decretos 349 y 370 y otras leyes violatorias a la libertad de expresión", e "instar al Secretario de Estado a condenar la persecución, amenazas e intimidación a artistas y periodistas cubanos".
O sea, ambos proyectos, con sus propósitos y enfoques diferentes, comparten un elemento clave de lo que debería ser la política de Estados Unidos hacia Cuba: la defensa de los derechos humanos universales y la promoción de un cambio democrático.
Los documentos también tienen un autor en común, el senador demócrata del estado de Illinois Richard Durbin. Durbin, quien ha sido un abierto defensor de la política de Obama hacia Cuba, al tiempo que un crítico de la represión en la Isla, ha adoptado en esta ocasión una postura que rompe con las posiciones encontradas que han marcado la política de Estados Unidos hacia la Isla: oponerse al embargo y favorecer un proceso de negociación con el Gobierno cubano para normalizar las relaciones bilaterales, o apoyar la política de sanciones hacia Cuba, condenar las violaciones de derechos humanos y, sin medias tintas, solidarizarse con las víctimas y actores de la sociedad civil que luchan por una sociedad más democrática.
Resulta igualmente interesante que Bob Menéndez y Marco Rubio, senadores cubanoamericanos de diferentes partidos políticos pero conocidos por su posición crítica hacia el régimen cubano, sean coautores de una resolución que inste a las "autoridades cubanas a llevar a cabo un proceso de diálogo genuino con los miembros del Movimiento San Isidro y otros artistas y activistas". Este llamado al diálogo, si bien está dirigido a los actores internos (Gobierno cubano y activistas prodemocracia), reconoce que el Gobierno cubano es un interlocutor válido en cualquier proceso de negociación política. Alienta el diálogo como herramienta legítima para dirimir los conflictos que sostiene el régimen cubano con su propio pueblo. Entonces, siguiendo esa lógica, ¿podría también el diálogo servir como marco de las relaciones del Gobierno de Estados Unidos para discutir todas sus diferencias de forma firme y directa con el Gobierno cubano?
Es importante explorar estos puntos de coincidencia en las posturas hacia Cuba, pues en base a ellos se podría forjar gradualmente una nueva política hacia la Isla, basada en el consenso bipartidista, que no sacrifique la firme exigencia por el respeto a los derechos humanos y la promoción de un cambio democrático en aras de un acercamiento con La Habana.
La comunidad prodemocrática cubana, tanto dentro como fuera de la Isla, debería alentar la búsqueda de consensos a la hora de formular políticas hacia Cuba por parte de todos los actores relevantes de la comunidad internacional.
Si hay algo que no ha cambiado en la política cubana durante más 60 años es ese interés que se hereda de generación a generación de que las administraciones americanas busque un acercamientos con la oligarquía castrista y de esta manera supuestamente promover los derechos humanos, cambios, etc.
Se ha convertido en una cuestión de fe. Ante la imposibilidad de echar al régimen por la fuerza y la frustración de saber que los cubanos son un pueblo pusilánime, hay que echar mano al acercamiento, diálogo, encuentros, conversaciones, intercambio, "a ver si cuela".
La dictadura encantada, porque todas esas acciones son como el "cuento de la buena pipa", les da márgen para ganar tiempo y poder. El fondo el cuartico seguirá igualito, porque mientras mentengan el poder, no serían tan tontos, después de más de medio siglo, como para ceder ni dar nada que ponga en peligro la supervivienvia del status quo. La solución para Cuba está en aplicar la ley GBU-43/B- MOAB en el Comité Central.
El consenso es que se fastidien con J mayúscula !
Muy buena reflexión. Sirve para debate desde todo punto de vista. El acuerdo entre partidos sirve, ojalá suceda, como también debe suceder el acuerdo entre cubanos opuestos. Una sola pata no llega feliz y oportunamente a la meta: la república democrática anhelada desde Martí.
Mientras vivan Raul Castro y los dinosaurios que lo rodean no habrá cambio de régimen en Cuba. Ni siquiera habrá restauración de derechos civiles elementales. Solo podrían abrir un poquito la mano en materia económica, pero sin llegar tampoco al modelo chino. Este probable consenso para negociaciones Washington-La Habana, de tener lugar, será otro fracaso. Ojalá me equivoque.
En algún lugar de la Casa Blanca se repitió hace unos días la primicia del Dpto. de Estado de la Admon. Bush hijo: LOS ASUNTOS DE CUBA DEBEN SER RESUELTOS POR LOS CUBANOS. Medidas más medidas menos, EE.UU. NO va a intervenir en los asuntos internos de Cuba. Quizás en una fuerza multinacional bajo la tutela de la ONU a través de sus cascos azules COMO AYUDA HUMANITARIA cuando la HAMBRUNA y la PANDEMIA lleguen a sus máximos límites de tolerancia por el ser humano.
Felicito al Sr. Ríos Wong por este artículo: Muy mesurado y muy bien documentado. Es un análisis Bipartidista de enfoque técnico, sopesando la clara diatriba y disyuntiva del régimen castrista: o da pasos claros, inequívocos e irrevocables de un cambio hacia un sistema de libertades democráticas y pluralista, o todo el Poder Legislativo norteamericano le acorralará por violar sistemáticamente los derechos humanos.
Es un asunto que los gobernantes de los EEUU sean de las cámaras o del gobierno pretendan levantar el embargo y las demás sanciones. Cualquier cosa a favor de la tiranía castrista supondrá un importante balón de oxígeno que por supuesto aprovechará para aumentar la represión.
Correcto Sr. Ferrer, el proyecto fascista de Castro del hambre y la miseria controlada siempre les ha funcionado; le aflojan un poquito a los esclavos y ya todos se sienten en la gloria.
Trump + Coronavirus parecían estar funcionando: Al contrario, una vez más la repetida excusa del bloqueo volvió a funcionar, entiendan que a la mayoría de la población le importa un comino lo político: comunismo, socialismo, capitalismo, lo que sea, siempre y cuando existan posiblidades de mejorar las condiciones de vida y la apertura de Obama funcionó en ese sentido, el auge de los negocios privados en esos 2 años, más el incremento del turismo implico un mejoramiento, aunque mínimo, en lo económico, llego entonces Trumpoloco y volvió a cerrar todo y ese mejoramiento que se había logrado retrocedió y la situación empeoro, y de nuevo entonces a echarle la culpa al bloqueo
El hecho de que la democracia dependa del pueblo cubano es complejo. De los 11 millones, creo que al menos 4 apoyan a la dictadura, que además tiene al ejército, la policía, las instituciones, etc. Entonces lo que queda es una masa cautiva, inmovilizada, que solo podría liberarse si crece hasta ser una arrolladora mayoría. En qué escenario? Trump + Coronavirus parecían estar funcionando. Pero Trump se fue y la pandemia tarde o temprano también lo hará. Este cambio de temperatura, frio-calor, demócratas-republicanos, que ha sido constante desde el 59, puede haber contribuido a mantener a la dictadura. Cuando moldeas el acero, y luego lo enfrías, este fragua. Solo es vulnerable, solo puedes cambiar su forma, cuando lo derrites al rojo vivo.
Entiendo y coincido con usted plenamente Pero siempre pregunto: Por qué la dictadura cubana JAMAS ha Sido tocada por NINGUNA administración americana?. Que hay detrás de esa INOPERANCIA militar desde que ese engendro castrista se instauró si EU fue a miles de millas de su territorio a destruir otras dictaduras?
Otra vez le ponen la pelota del lado cubano y estoy seguro de que harán lo mismo que hicieron con Obama, la pelota la van a ignorar. Tienen miedo que si tocan la pelota esta va a explotar en sus caras y pierden el poder. Lo de ello es a ver qué pasa. Ponerse hacer algo y no hacer nada. Lo mismo que paso con Obama. Creen que porque Biden estuvo al lado de Obama este representa el mismo esquema y ahí es donde están equivocados.
Ya veremos ... yo pronostico a la Kamala haciendo pasarela para una revista de moda, en Trinidad ... con esa chealdad que parece ser insuperable en ella ...
Democracia, democracia y democracia es lo que dentro y fuera de cuba tienen que exigirles al castrismo
Sigue estando en manos de los cubanos la solución de la situación en Cuba, y no bajo la responsabilidad de EEUU. La propaganda del régimen es poderosa, y con ella sus seguidores, sus conexiones fuera de la isla. Se aprecia el fuerte lobby que están haciendo para que Estados Unidos alivie las sanciones. Pero no mueven un dedo para modificar la más que ineficiente estructura de su agricultura, ni las medidas de control y represión sobre las voces independientes en la isla, sea la prensa, la oposición o la disidencia. Sigue estando la solución en manos de los cubanos.
Puro cantinfleo ante el peligro de echarse al hombro otro Puerto Rico. Y seguimos dándole una importancia decisiva al factor exógeno, aunque salga de Washington-Miami.
Pero Puerto Rico está ahí por obtuso que es EU, tiene esa carga inoperante hace ya rato. Puerto Rico no es ni en lo militar algo imperioso para EU. Que lo suelte al independentismo y le quite todos los status privilegiados que ahora tienen.