Orlando Márquez, quien fue durante 25 años el portavoz del Arzobizpado de La Habana, contó en un texto publicado en la revista OtraPalabra que el antiguo Arzobispo de Santiago de Cuba, Pedro Meurice, se negó a entregar una copia del conocido discurso que pronunció durante la visita de Juan Pablo II hasta el último momento.
Según Márquez, el arzobispo santiaguero no aceptó divulgar sus palabras previamente, pues defendía que solo serían públicas cuando las leyese en la misa de Santiago de Cuba.
Finalmente, el discurso, en el cual Meurice criticó fuertemente al Gobierno y afirmó que "un número creciente de cubanos ha confundido la patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido las últimas décadas y la cultura con una ideología", apareció en la prensa internacional, restándole protagonismo, en algunos casos, al pronunciado por el propio papa.
Márquez contó que cuando preparaba la visita le dijeron desde Roma que "toda declaración, mensaje o entrevista de la Iglesia local debía hacerse antes o después de la visita papal", pues "cuando el papa llega al lugar para su visita pastoral, es el centro y foco de atención. Nadie más".
Por ese motivo, le dijo a Meurice, cuando le pidió su opinión al día siguiente: "Hablando en cubano, usted ayer 'se robó el show'. Pero si usted, en su conciencia, creyó que debía decirlo, está bien dicho".
Fue entonces cuando Meurice le contestó, según reveló Márquez en el texto, que lo hizo por el anterior arzobispo, Enrique Pérez Serantes.
"Se lo debía a monseñor Pérez Serantes. Cuando estaba ya enfermo y cercano a la muerte me dijo: 'Muero en silencio, como un perro'", reveló Meurice, según el testimonio de Márquez.
Sobre Pérez Serantes, el exportavoz del Arzobispado de La Habana escribió que "amó a Cuba como el que más, y se entregó en cuerpo y alma al servicio del país según su condición. Pastor celoso de la Iglesia y de su pueblo, no escatimó tiempo ni energía en denunciar o llamar la atención sobre los males que aquejaban a la sociedad, o para alentar lo que estaba bien".
Además, Pérez Serantes es conocido por haber intercedido junto al cardenal Manuel Arteaga para salvar a los sobrevivientes del ataque al cuartel Moncada, entre ellos el propio Fidel Castro.
Las palabras de Meurice el 24 de enero de 1998 sentaron tan mal a las autoridades que posteriormente recibió trabas y negativas ante cualquier gestión. También, en ocasiones, hicieron desfilar a la conga de Santiago de Cuba por delante de la Catedral cuando él oficiaba misa.
Incluso Fidel Castro llegó a acusarlo en 1999 de conspirar para sabotear la Cumbre Iberoamericana de La Habana, a lo cual respondió de inmediato el cardenal Jaime Ortega desmintiéndolo públicamente y dando su apoyo al arzobispo primado.
El grosero de Orlando Márquez fue quien le robó el show a la Iglesia Cubana toda, editando con un silencio canino la revista PALABRA NUEVA, donde jamás se dijo la verdad de la iglesia en Cuba. Shame on you! Fue Dios quien habló ese día, no Meurice. Fue Dios quien se robó el show ese día, cobarde y cómplice Márquez, en el único momento de espiritualidad de todas las visitas de todos los Papas a Cuba.
Sabiduría, objetividad y convicción: "un número creciente de cubanos ha confundido la patria con un partido, la nación con el proceso histórico que hemos vivido las últimas décadas y la cultura con una ideología"
"toda declaración, mensaje o entrevista de la Iglesia local debía hacerse antes o después de la visita papal", pues "cuando el papa llega al lugar para su visita pastoral, es el centro y foco de atención. Nadie más".... Estás palabras ratifican la dictadura esclesiastica del Vaticano. Pero el padre MEURICE dejo boquiabierto al regimen, al papá y al pueblo. De eso no caben dudas.
Las palabras de monseñor Pedro Meurice quedaron en la historia como un campanazo para iluminar conciencias. Fue brillante, valiente, y certero en su sintesis de la situacion de Cuba y su pueblo; pero eso no significa que le hubiera restado relevancia al Papa Juan Pablo II.
Ellos no estaban compitiendo.
La historia de luchas de Karol Józef Wojtyła en contra del comunismo no puede ser discutida ni disputada por nadie.