A partir del segundo semestre del pasado 2019 comenzaron a escasear en los establecimientos estatales los productos de aseo: jabones de baño y de lavar, crema dental, papel sanitario, y detergentes líquidos y en polvo.
En ese momento empezó a desaparecerse también el pollo, la principal fuente de proteína con que cuenta el cubano de a pie, de los anaqueles de las tiendas.
Fue entonces cuando los jerarcas del Gobierno reconocieron públicamente la difícil situación financiera por la que atravesaba el país, razón por la cual se veían limitados para importar determinados bienes de consumo y materias primas que garantizaran las producciones nacionales.
En ese contexto la ministra de Comercio Interior, Betsy Díaz Velázquez, afirmó en una Mesa Redonda de la televisión que la dirección del país había decidido priorizar los alimentos, y por tanto el financiamiento para los productos de aseo quedaba pospuesto ante la urgencia de traer al país las cantidades necesarias de pollo que satisficieran la demanda.
Acto seguido —ahora sabemos que se trató de un ardid para calmar la ansiedad de la población— aseveró que en abril de este 2020 se estabilizaría la presencia de los productos de aseo en el mercado nacional.
Por supuesto que entendimos esa "estabilidad" como la presencia regular de esos bienes en las tiendas, sin necesidad de hacer colas para adquirirlos, y tampoco limitación en el número de surtidos a comprar.
Sin embargo, hemos entrado en la recta final del mes de abril y la susodicha estabilidad no se aprecia por ninguna parte. Todo lo contrario. Por doquier afloran colas interminables de ciudadanos anhelantes de llevar a casa algún jabón, detergente o crema dental. La policía y otros agentes uniformados han tomado las calles con el objetivo de organizar las colas. Y, como es lógico suponer, se ha limitado la cantidad de productos que las personas pueden adquirir.
Las autoridades han decidido utilizar la libreta de racionamiento para vender en las bodegas —se rumora que con una frecuencia trimestral— una especie de módulo contentivo de determinados artículos de aseo. Un indicio de que la escasez tiene visos de permanencia.
Claro que las colas innombrables no solo son para los productos de aseo. Las del pollo se llevan el primer premio, pues los vecinos marcan en la cola desde horas de la madrugada. Además, hay colas también para artículos que antes se compraban fácilmente, como las salchichas (perritos), las hamburguesas, los paquetes de picadillo. En fin, para cualquier cosa que saquen en las tiendas.
Los gobernantes quieren dar a entender que se trata de una situación excepcional provocada por la presencia del coronavirus. Pero cualquier observador medianamente informado advierte que asistimos a una manifestación de la crisis económica que afronta la Isla, y que tal vez se note con más fuerza una vez que la pandemia sea un recuerdo del pasado.
Para nadie es un secreto que el coronavirus ha golpeado severamente al sector turístico cubano, casi la principal fuente de divisas con que cuenta la economía nacional. Los cinco millones de visitantes foráneos que las autoridades pensaban recibir se tornan inalcanzables, con la consiguiente afectación de los ingresos en moneda libremente convertible. Una debacle que no parece pueda ser compensada con el envío intempestivo de brigadas médicas a varias naciones.
Y para colmo, ha trascendido que un socio extranjero de la empresa Suchel, una de las principales productoras de productos de aseo en la Isla, se marchó del país. Una situación que ha cortado el financiamiento para la adquisición de muchas de las materias primas necesarias para acometer estas producciones.
Por supuesto que la credibilidad pública de la ministra, y por extensión del resto de sus colegas, se ubica en estos momentos en su nivel más bajo.
"...Atraviesa Cuba un momento muy crítico de desabastecimiento de alimentos y demás productos básicos -bautizado con eufemismo por Díaz-Canel como “período coyuntural”- sólo comparable con la etapa más triste del “período especial” bajo Fidel Castro durante los 90. Esta perenne y brutal carestía obligará al 90 % de los cubanos a someterse al muy real y altamente probable riesgo de contagio en las constantes, caóticas y tumultuosas colas para comprar desde un trozo de pollo congelado, hasta un rollo de papel higiénico o cualquier otro producto de nuestro vía crucis diario. En un país donde hace más de 30 años no se concibe la idea de salir de compras de una vez, se presenta así este desabastecimiento generalizado como la oportunidad de oro del Covid-19 para hacer de las suyas a todo lo ancho de la isla, marcando de primero en cada cola..."
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''Estabilidad'' , ''Abundancia'' , ''Eficiencia'' son marcas de productos prohibidos en Cuba.