El Consejo de Iglesias de Cuba" (CIC) emitió una declaración esta semana en respuesta a la decisión de siete denominaciones religiosas que fundaron en Placetas, Villa Clara, la Alianza de Iglesias Evangélicas Cubanas (AIEC) por no sentirse "representadas delante de las autoridades y el pueblo cubano por el CIC, calificado con frecuencia de oficialista.
Según la reacción publicada en su web oficial, al Consejo de Iglesias "no le compete ni pronunciarse sobre cuestiones doctrinales que han sido puestas en la escena pública, ni representar en ello ni en otro asunto, ante el pueblo cubano y sus autoridades, a las iglesias y organizaciones, miembros o no".
El CIC, nacido en 1941 como Concilio de Iglesias Evangélicas, ha sufrido varias modificaciones, entre ellas la introducción del ecumenismo en los años 70, que en 1989 posibilitó a instituciones no cristianas ser incluidas como asociados fraternales, por ejemplo, la Comunidad Hebrea y la Asociación de Autorrealización Yoga.
El control al que está sometido el CIC por parte del Gobierno cubano le ha hecho perder prestigio dentro de la comunidad creyente nacional, al igual que sus continuas intervenciones en la entrada y distribución de Biblias en el país.
"En Cuba todas las denominaciones gozan de libertad religiosa y son iguales ante la ley, por lo tanto cada iglesia u organización religiosa establece las relaciones que estime con las autoridades, y da testimonio ante ellas y el pueblo cubano según lo entienda desde su comprensión de la Fe", manifestó el comunicado firmado por los reverendos Joel Ortega Dopico y Antonio Santana Hernandez, secretario ejecutivo y presidente del CIC, respectivamente.
"El Consejo de Iglesias, en apego a los valores que proclama y a su Constitución, en su vocación de servicio, ha realizado esfuerzos mediadores desde su fundación. Y lo ha hecho por decisión soberana de sus miembros, desde sus órganos de gobierno, sin suplantar con ello, ningún derecho de otros", añadió.
Aseguró que "de dichos esfuerzos se han beneficiado no solo las iglesias y organizaciones miembros del CIC, y en algunos, todas las denominaciones religiosas y sus practicantes en la isla" y puso como ejemplos "la importación y distribución de Biblias, y a inicios de los 90, su contribución decisiva en el cese de toda forma de discriminación religiosa en Cuba".
Reafirmó "su compromiso de continuar trabajando por la unidad de las iglesias. Sirviendo al pueblo y a la nación, buscando juntas y juntos los caminos de la paz, la fe y la esperanza, la dignidad de las personas y el cuidado de la Creación, que nos ayuden a construir y vivir las señales del Reino de Dios: de igualdad y amor para todas y todos en medio de nuestra amada Patria".
El bloguero oficialista M.H. Lagarde acusó a la recién constituida AIEC de aliarse con el cubanoamericano Teo Babún, filántropo evangélico a quien calificó como un "personaje financiado por el Gobierno de EEUU" al frente de Evangelical Chiristian Humanitarian Outreach for Cuba (ECHO Cuba), organización a la que señaló por "fomentar la subversión en la Isla a través de blogs contrarrevolucionarios, propaganda impresa y actividades públicas".
A la AEIC pertenecen asociaciones religiosas no adscritas al CIC, que "se sienten motivadas a trabajar unidas en la defensa de los valores bíblicos", argumentó la recién fundada alianza en una declaración.
En lo que va de año, la Liga Evangélica de Cuba y otras denominaciones han informado de la negación de visas religiosas a varios invitados internacionales a actividades eclesiales. Tales acciones del Gobierno suceden tras la "aprobación" de la nueva Constitución cubana, cuando cayeron a niveles inéditos en la historia revolucionaria los votos favorables a la propuesta estatal, en lo que fue decisiva la actuación de la comunidad cristiana nacional.
Los líderes evangélicos se negaron reiteradamente a ceder a las presiones del Partido Comunista para que apoyaran el texto constitucional y miles de feligreses rechazaron públicamente ese documento.
Los cristianos (tanto católicos como evangélicos) son uno de los sectores más fuertes y mejor organizados dentro de la sociedad civil cubana. Por ese motivo, en décadas pasadas a sus miembros se les prohibía acceder a carreras como Periodismo y Pedagogía. Hoy aún se les impide acceder a los medios de comunicación.
Los creyentes pidieron cambios en el texto constitucional, entre ellos un reconocimiento más explícito de la libertad de conciencia, mayor libertad de expresión y el mantenimiento del matrimonio como la unión de un hombre y una mujer. En ese empeño fueron el grupo que mayor enfrentamiento tuvo con el Estado.