Nadie les cree cuando llegan a los barrios ofreciendo cortes de pelo, colocación de extensiones, arreglo de dreadlocks y de cejas; todo gratis. Roberto Álvarez (alias El Niño) lo anuncia por el micrófono y por fin alguien decide sentarse para que le hagan lo que necesita. Al final, pregunta: "¿De verdad esto es gratis?". Y tiene razón en dudar, existe un precio… llevarse a casa un libro. Si lo lee, mejor.
¿Aprendices necesitados de modelos para practicar o un grupo de locos? Deben estarlo para trabajar gratis en barrios de pocos recursos. Sin embargo, es lo que hacen los integrantes del proyecto Barbers Street, jóvenes que se iniciaron en la barbería de manera empírica y se han superado a base de talento y esfuerzo.
Aunque promueven la estética afro y rechazan descripciones como "pelo malo", pueden hacer la keratina y planchar el pelo. No son simples barberos, sino estilistas interesados en algo más que ganar dinero.
"Es un trabajo que reconforta porque ayudas a la comunidad. Todo en la vida es dar para recibir y aquí estás dando", afirma Yamir Aleaga Navarro. Es el integrante más joven del proyecto, con 25 años de edad, nueve de ellos dedicados a la barbería, en la que ve un modo de expresión.
"Para mí es un placer complacer a los demás", asegura Ivón Ávila, única mujer del grupo y última en incorporarse. Es especialista en trenzado y extensiones, y ahora estudia en la Escuela de Cosmetología de La Habana.
Tiene solo dos días para trabajar en un salón de belleza y no siempre puede sacrificarlos para participar en Barbers Street. "A veces quisiéramos trabajar todos juntos en un lugar donde cobráramos y hasta aportar una ayuda a las personas que pelamos gratis".
Los otros integrantes son Omar Álvarez, Daziel Alberto Cruz y Neurys Marrero (DJ Neurys), liderados por Roberto Álvarez, estilista y rapero, quien comenzó este proyecto en 2016 para ayudar a eliminar la violencia en barrios desfavorecidos a través del hip hop y la herramienta del estilismo.
"Al principio, tuvo que hacerlo solo muchas veces, porque nosotros no encontrábamos tiempo; quizás no creíamos lo suficiente, pero él no lo suspendía", recuerda su hermano Omar. "Cuando hay un concierto de rap, solo van quienes tienen que ver con eso, pero cuando hacemos esto se mezclan todos los públicos", explica.
Para Yamir, Barbers Street es una forma de luchar contra estereotipos negativos y una plataforma para jóvenes exponentes del hip hop cubano. El proyecto pretende convocar a raperos, break dancers y grafiteros, para que estén representados todos los elementos del hip hop.
"Queremos llevar un mensaje de no violencia. Vamos a barrios donde dicen que la gente es guapa y les damos el mensaje de sacar un lápiz, en vez de un cuchillo, y ponerse a estudiar. No podemos ayudarlos económicamente, pero les damos un enfoque y llevamos música sana", explica Daziel, quien no ha faltado a un solo evento desde su incorporación. "Ese día es sagrado".
Daziel vive de la albañilería, la plomería y la electricidad; aprendió la barbería viendo a sus primos Roberto y Omar.
"Fui un tipo muy problemático, practiqué deportes de combate. Gracias al hip hop estoy aquí, sin antecedentes penales", confiesa por su parte Neurys.
Para este DJ, que ha trabajado con importantes raperos dentro y fuera de Cuba, Barbers Street es su proyecto más importante. "Es el único con todas las cualidades para que el hip hop pueda ser una herramienta de cambio en Cuba, como vi en Colombia. Aquí no tenemos esa violencia, pero sí la censura del Gobierno. Si vas a una comunidad a regalar libros y pelar gratis, eso no es contrarrevolución, es Barbers Street. El hip hop lo que busca es crear conciencia y que las personas sean mejores".
DJ Neurys es el único integrante que no es barbero… todavía. "Estoy aprendiendo, pero no estoy en el plano de ellos, que son profesionales".
Es difícil imaginar que semejante proyecto pueda incomodar a alguien. Sus integrantes no representan gastos para ninguna institución, más bien invierten de sus propios bolsillos para pagar audio y transporte. Cuando salen de La Habana, aunque las instituciones culturales les pagan hospedaje, comidas y pasaje de regreso, deben costearse el de ida.
Los vecinos de las comunidades suelen facilitarles sillas, enchufes para conectar sus extensiones eléctricas, agua. "Hay que ver, cuando vamos a lugares intrincados, cómo la gente nos agradece el trabajo", comenta Ivón. A Daziel una mujer le regaló un almohadón para que se acomoden quienes tienen problemas en la cervical, mientras él les saca las cejas.
Las direcciones municipales de Cultura también han sido receptivas al proyecto. Les han dado la autorización y el espacio para llevarlo a cabo.
Sin embargo, en agosto de 2018, la Policía prohibió que se hiciera Barbers Street en el Cerro. Yamir cuenta que hubo una situación en la calzada y la Policía no dejó realizar el evento. "Pensaron que podía prestarse para algo contrarrevolucionario. Un globo infladísimo".
Pero se hizo, no en el Cerro, sino cerca del Parque del Pescado, por el Casino Deportivo.
El primer Barbers Street se realizó en Candelaria, Artemisa, de donde son Roberto, Omar e Ivón. Después, ha llegado a Casablanca, el Cerro, Pogolotti. Fueron al municipio Regla tras el tornado. Fuera de La Habana, han ido a provincias como Matanzas y Camagüey. Esperan ir al Festival de Rap de Santiago de Cuba y a las Romerías de Holguín. Además de los integrantes fijos, Barbers Street invita a otros estilistas a sus actividades.
El proyecto enfrenta ahora un nuevo reto: la ausencia de El Niño. Roberto Álvarez está fuera de Cuba. Los otros integrantes ignoran cuándo regresará, pero prometen continuar. Aseguran que, aunque Roberto no está físicamente, "está su energía y él se mantiene al tanto de todo".