En 1987, como parte del Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas, Fidel Castro decidió crear las microbrigadas de la construcción, que tenían como misión principal la fabricación de 100.000 viviendas anuales, y así atenuar el déficit habitacional que padecía el país.
Las viviendas terminadas, siempre una cantidad muy inferior a la demanda, eran asignadas mediante una asamblea de trabajadores en aquellos centros que hubiesen aportado mano de obra a la microbrigada. Y con independencia de las necesidades de vivienda de determinados integrantes de un colectivo laboral, el elemento que primaba era la adhesión incondicional al Gobierno, o como se dice en el habla coloquial impuesta por las nuevas condiciones políticas de la Isla: ser revolucionario.
Era penoso asistir a muchas de esas asambleas y observar las luchas fratricidas entre compañeros de trabajo, que incluían la aparición de bajos instintos, chismes y "trapos sucios" como medio para desacreditar a un posible adversario.
El auge de las microbrigadas no duraría mucho tiempo, pues la llegada del Período Especial en los años 90 paralizó buena parte de las edificaciones que se construían, además de que la paranoia castrista de "la guerra de todo el pueblo" desvió los pocos recursos y materiales de la construcción existentes para la creación de túneles populares donde "evacuar" a la población y enmascarar los medios militares.
Hoy casi nadie habla de las microbrigadas. Varios de sus integrantes, decepcionados tras laborar arduamente durante años y no obtener su vivienda, y ya con algún oficio constructivo aprendido, han decidido incursionar en el trabajo por cuenta propia. Así, al menos, mejoran sus ingresos personales.
Como era lógico suponer, y a tono con su ubicuidad, el flamante presidente Miguel Díaz-Canel ha decidido impulsar la construcción de viviendas en el país. Treinta años después de aquella decisión del máximo líder, y en lo que podríamos calificar como otra nueva "rectificación de errores" —aunque, por supuesto, no calificada así por los medios oficialistas—, el benjamín del castrismo estima que ahora la tarea no debe ser desempeñada solamente por fuerzas especializadas como las microbrigadas, sino por todos los factores de la sociedad: Estado, organismos, municipios y el esfuerzo propio de los posibles beneficiarios. Una estrategia denominada "Todos a pie de obra".
En ese contexto, la Asamblea Nacional del Poder Popular analizó la nueva Política para la Vivienda, la cual aspira a paliar el déficit de 929.695 viviendas que actualmente presenta el país. Según fue dado a conocer, el 60% de estas serán construidas por esfuerzo propio, y el resto por alguna entidad gubernamental. Como veremos, ninguna de las modalidades se halla exenta de problemas para el ciudadano de a pie.
Los que construirán por esfuerzo propio se enfrentan a la escasez de materiales de construcción, y a la corrupción que en torno a la distribución de esos materiales se aprecia a lo largo y ancho de la Isla. Una corrupción reconocida por el propio Díaz-Canel en la Asamblea Nacional.
Aquellos que dependan de las viviendas construidas por el Gobierno, por su parte, deberán enfrentar la metodología que se usará para asignar las casas y apartamentos. En primer término se considerarán los "méritos sociales y laborales" del aspirante, lo que en buen cubano significa "ser revolucionario".
Semejante requisito prevalecerá por sobre la condición de afectado por eventos climatológicos, o haber permanecido albergado por varios años.
Y otra noticia quizás no muy agradable para los que aspiran a tener su vivienda. De acuerdo con una información aparecida en el periódico Trabajadores, la Directora General de Vivienda en el Ministerio de la Construcción afirmó que una parte de las viviendas a construir serán de tipología 4, o sea, con paredes de tabla y techo de guano. Y apuntó que "Hay que crecer en esas áreas para elevar la producción de alimentos y estimular a que la gente quiera vivir en el campo".