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Cine

'Insumisas', una película histórica sobre un tema candente

El último filme de Fernando Pérez se aventura en un tema que ocupa la agenda social del cubano de ahora: el matrimonio igualitario.

La Habana

Fernando Pérez ha decidido unir su genio creativo con la guionista y también directora Laura Cazador para conformar su nuevo filme Insumisas (2018), recién estrenado ayer en el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.

La película se inspira en la historia de Enriqueta Faber, una mujer suiza que vino a Cuba a inicios del siglo XIX vestida de hombre y escandalizó a media isla tan pronto su farsa se vino abajo. Juana de León, la mulata baracoense que contrajo matrimonio con el médico-mujer, llevó una vida tormentosa tiempo después de descubierto el engaño, porque hasta cierto punto le martilleaba el alma una cierta nostalgia por la compañía de su amada.

Aunque la polémica respecto a la dudosa naturaleza de la orientación sexual de Enriqueta Faber ha sido mal resuelta por la historiografía y la literatura de ficción que inspiró el hecho, el filme de Fernando Pérez y Laura Cazador decide asumirlo de manera directa. De este modo se le agradece a Insumisas su aventura en un tema que ocupa la agenda social del cubano de ahora, a propósito del tan llevado y traído asunto del matrimonio igualitario en la Isla. Sin embargo, el tránsito de este filme por el biopic prefiere la ilustración de situaciones dramáticas que deja muy poco espacio al desarrollo de psicologías humanas, hurgar en sus atolladeros en una época convulsa de intolerancia, prejuicios raciales y sociales contra la mujer, como lo fue la Cuba colonial.

Este filme nos confirma que a Fernando Pérez le asienta mejor el trabajo en solitario, aunque Insumisas no sea del todo una película fallida. No dudamos de que, para él, la experiencia de una dirección a cuatro manos haya resultado interesante, pero no reconozco aquí la particularidad que distingue el calado de su trabajo, la capacidad de estremecernos con una historia donde cada dispositivo de enunciación nos aporte algo más de lo que resulta evidente.

Lo que sí está mal, muy mal en esta película, es la actriz protagónica, la francesa Sylvia Testud (Enrique Faber), que resulta incapaz de trasmitir los dobleces de una vida intensa y compleja, mientras prefiere exteriorizar la gelidez de un carácter que asume su sexualidad como si viviera en pleno siglo XXI. Esa fatalidad tiene su asidero en un guion que descuida que a inicios del siglo XIX no se pensaba como ahora. Por eso los diálogos que hablan a las claras de convencionalismos y leyes morales, de hipocresías y posturas liberales gratuitas parecen salidas de un manual de teoría de género y sociología moderna antes que de la mente de un personaje de época.

¿Qué puede salvarse de este filme? El modo en que consigue la caracterización del ambiente colonial y algunas actuaciones como las de Yeny Soria en su papel de Juana de León.

Temáticas de peso como las historias de los esclavos cimarrones, la ingeniosa respuesta con que uno de ellos asume el descubrimiento de la verdadera identidad sexual de su patrón, el asalto de los rancheadores a la casa de Enriqueta y su posterior violación, son joyitas de esta película, así como algunos planos muy sorprendentes en el sello fotográfico de Raúl Pérez Ureta.

Como casi siempre sucede en filmes históricos de esta naturaleza, se prefiere cerrar demasiado el cuadro cuando la cámara sale a exteriores para mostrarnos la vida cotidiana de un pueblo colonial del interior, y de esa manera la estética de la película nos deja un amargo sabor televisivo.

Insumisas nos transmite  también la extraña sensación de que el cine cubano no tiene actores. En lo particular, no hago reparos contra el derecho de cada realizador de escoger los intérpretes que a bien entienda, pero como espectador uno percibe el disgusto de ver, entre una película y otra, que siempre son los mismos: Héctor Noas, Mario Guerra, dos o tres actores de la telenovela de turno, y unos cuantos más como Corina Mestre y Giselle González en personajes que llegan y van.

¿Qué hacer, pues, ante eso? Si ese es nuestro cine, solo nos queda continuar pidiéndoles prestado a un chino la paciencia hasta ver si algún día sobreviene el cambio, y en el caso de Fernando Pérez, una obra suya que, como casi siempre sucede, con sus virtudes y defectos, supere nuestras expectativas.

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