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MÚSICA

Jazzistas cubanas le declaran la guerra al dominio masculino en la escena musical

La flautista canadiense Jane Bunnet y su banda Maqueque se preparan para grabar un nuevo álbum en Toronto.

Toronto

La saxofonista y flautista canadiense Jane Bunnett, cuyo nombre es sinónimo de jazz, ha sido durante los últimos cuatro años la fundadora, mentora y una especie de madre de Maqueque, una banda de jóvenes mujeres que se han propuesto con su música hacer una declaración sobre el anticuado dominio masculino en el jazz cubano y están lográndolo.

Bunnet es la mentora del grupo integrado por Danae Olano, Tailin Marrero, Melvis Santa, Mary Paz y Yissy García, originalmente, pero al que también se ha unido en distintos momentos la portentosa voz de Daymé Arocena.

El diario The Globe and Mail les hizo una visita la semana durante un ensayo antes de grabar un nuevo álbum en Toronto, Canadá, y antes del concierto celebrado el pasado 30 de noviembre en Koerner Hall.

Bunnett ha pasado su carrera inmersa en la música cubana, estudiando sus complejidades. Basada en Toronto con su esposo, el trompetista Larry Cramer, ha sido una embajadora cultural crucial desde la década de 1980, llevando lo mejor del jazz afrocubano al público fuera de la Isla.

"Ellas son las expertas, porque es su música", dice Bunnett sin pretensiones durante el diálogo con el medio local.

"Puse mis expectativas sobre lo que están haciendo, sobre la información que me dan. Así que, en cierto modo, yo soy la líder de la banda, pero delego en estas muchachas por sus opiniones", añade.

La idea de Maqueque siempre ha sido clara para Bunnett: "ayudar a las mujeres a superar el alto nivel de competencia que existe dentro de la escena musical y los conservatorios en Cuba y el machismo que puede interponerse en su camino".

"Conocía mujeres cuando estaba en alguna sesión improvisada o en un festival de jazz allá abajo (en Cuba), y siempre las veía que estaban sentadas a un lado, viendo a sus novios o sus esposos actuar. No había ningún estímulo para ellas", declara.

El proyecto germinó durante sus continuas visitas a la Isla y tras ser testigo de lo que sucedía a las mujeres en un mundo monopolizado por los hombres.

Según su testimonio, esta tendencia podía llegar a la "grosería". Así define que en medio de un solo fuera interrumpida por un músico reconocido.

El grupo no es una banda de espectáculo, agrega. "La idea del grupo es guiar a las mujeres jóvenes y animarlas a que alcancen todo su potencial", sostiene.

Olano, la pianista de Maqueque, señala que la fuerte competencia en los conservatorios cubanos se ve agravada por un sesgo hacia la música clásica.

"No tenemos escuelas de jazz", dice. Y entonces, el problema es que después de tanta capacitación clásica, a los estudiantes de conservatorio les cuesta mucho saber cómo valerse por sí mismos en el mundo del pop y el jazz. No obstante, Olano agrega que conocer la técnica clásica es una gran ventaja para tocar jazz cubano.

Arocena, por su parte, ve los prejuicios de manera un poco diferente. En lugar de luchar contra estos, argumenta que es mejor centrarse en sí misma para ser lo mejor que se puede ser. "Es más fuerte que solo pelear", dice.

Bunnett, sin embargo, interviene para aclarar sobre la visión de Arocena: "también debe recordar que tiene mucho más estatus en Cuba ahora que hace cinco años" y que los prejuicios se mantienen para muchos otros músicos jóvenes.

"Hay muchas expectativas si eres una intérprete de jazz femenina. La gente se pregunta si realmente puedes tocar o no. No sé por qué creo que así es el mundo", señala Arocena.

"Si eres músico o cantante, debes mostrar y expresar todo lo que sabes, todo lo que aprendes. Por lo tanto, siempre es complicado, pero solo tenemos que intentarlo", concluye.

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