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Historia

Merecido homenaje a todos los mártires del 27 de noviembre

El 27 de noviembre de 1871 murieron, además de los ocho estudiantes de Medicina, cinco abakuás que intentaron rescatarlos y que están lejos de ser recordados.

La Habana

Cada 27 de noviembre, La Habana recuerda el fusilamiento en 1871 de ocho estudiantes de Medicina a manos del cuerpo de voluntarios españoles. Los medios oficiales de comunicación publican reseñas de aquellos hechos, y estudiantes universitarios, principalmente de Ciencias Médicas, caminan hasta el Mausoleo de los Estudiantes de Medicina ubicado al final de Prado, en La Punta, para depositar ofrendas florales en honor de aquellos mártires. Pero no fueron solo ocho los mártires del 27 de noviembre de 1871, sino 13. Los otros fueron cinco negros miembros de uno de los juegos de la potencia abakuá Bakokó Efó que intentaron rescatar a los estudiantes y fueron ultimados por los voluntarios.

Estos cinco negros ñáñigos también son honrados en esta fecha, desde hace 12 años. No existe convocatoria oficial, la divulgación de los hechos en los medios oficiales ha sido escuálida o nula, a través de los años. Sin embargo, la tradición se ha mantenido, y este último martes 27 de noviembre, pese a la amenaza de lluvia, no fue la excepción.

El homenaje a estos héroes anónimos tuvo lugar en la intersección de las calles Chacón y Morro, en La Habana Vieja, sitio donde cayeron los abakuá. El acto fue conducido por el doctor Orlando Gutiérrez Boza, presidente del Consejo Supremo de la Asociación Abakuá de Cuba. El Consejo forma parte del grupo Anamuto, integrado también por la Cofradía de la Negritud, el Grupo Chekendeke y el Taller Alfredo López, que cada año organizan este homenaje.

Como en otras ocasiones, Gutiérrez Boza reconoció a la Cátedra de Pensamiento Crítico y Culturas Emergentes Haydeé Santamaría, que en 2006 tuvo la iniciativa de sacar estos hechos del olvido y rendir el merecido tributo a los cinco ñáñigos.

Hace 12 años, dicha cátedra y miembros del Grupo Chekendeke erigieron un pequeño monumento, en esa esquina, muy cercana al Memorial Granma. En aquel entonces, el monumento consistió en un grafiti con una frase de Rubén Martínez Villena —"Para limpiar la costra tenaz del coloniaje"— y otro con una frase en el lenguaje de los ñáñigos, que algunas personas traducen como "Todos somos hijos de una misma madre".

A esto se sumaban los emblemas de dos juegos abakuá; a uno de ellos pertenecía uno de los estudiantes de Medicina, y al otro los negros ñáñigos que intentaron el rescate. Posteriormente, el artista plástico Wilay Méndez realizó las dos piezas en metal que recrean símbolos de estos juegos. En la actualidad, ambas piezas han perdido fragmentos. También con el tiempo se colocó una tarja conmemorativa.

El antropólogo y jurista Dmitri Prieto Samsonov, miembro fundador de la Cátedra Haydeé Santamaría, con quien tuve oportunidad de conversar sobre aquella fecha del año 2006 cuenta que se hizo conscientemente sin solicitar licencia, porque se creía en la legitimidad del acto dentro de la revolución.

"Fue concebido como una acción descolonizadora. Quisimos eliminar la clara asimetría que existe entre —por un lado— las justas menciones y homenajes a nuestros ocho primeros mártires estudiantiles, asesinados ese día y presentes por siempre en la historia que enseñan las escuelas y publican los medios, y —por otro lado— la casi total e injustificada ausencia, en esas mismas historias, de cualquier mención u homenaje a los héroes negros que intentaron salvar a esos muchachos. Es una situación de colonialidad, algo que no sucede solo en Cuba", afirma.

Durante el acto de este año se leyó un fragmento del discurso pronunciado por Ernesto Guevara el 27 de noviembre de 1961, en ocasión del aniversario 90 del fusilamiento de los estudiantes de Medicina, en el que se refería a los cinco negros ñáñigos asesinados cuando intentaban rescatarlos. Dieciocho años antes, en 1943, el entonces Historiador de La Habana, Emilio Roig Leuchsering, solicitó al Ministerio de Obras Públicas, la construcción de un monumento a los cinco abakuá junto al de los estudiantes de Medicina.

Aunque, como afirma el antropólogo Prieto Samsonov, no se trata de un homenaje a los abakuá, sino de un homenaje a la fraternidad dentro de esta acción descolonizadora, quienes asistimos a este acto estamos acostumbrados a escuchar los cantos abakuá y ver bailar el íreme. Sin embargo, desde el 27 de noviembre de 2012, estos cantos y bailes no acompañan la procesión hasta el Mausoleo de los Estudiantes de Medicina, y solo son permitidos en la esquina de Morro y Tacón.

Quienes hemos asistido antes a este homenaje, notamos que esta vez la concurrencia fue menos nutrida que la de otros años. De todas formas, nos alegra constatar que a 12 años de aquella iniciativa de activistas, artistas e intelectuales, estos cinco mártires del 27 de noviembre continúan recibiendo el homenaje que merecen.

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