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Política

Descentralización, una mala palabra en el Último Jueves

Las intervenciones del público hicieron énfasis en que no existe en Cuba una sociedad socialista sobre los medios de producción, sino un centralismo autoritario que impide el avance efectivo del desarrollo en el país.

La Habana

Cada Último Jueves el equipo de Rafael Hernández viene subiendo la parada. Se espera el debate con ansiedad. "Descentralización: el ensayo y la obra", fue el centro de la última sesión de debates de la revista Temas, en el Centro Fresa y Chocolate. El panel estuvo por integrado por Ada Guzmán, arquitecta, directora del Centro de Desarrollo Local y Comunitario; Irving Martínez, director jurídico del Consejo de la Administración Provincial de Mayabeque y Mario Valdés, investigador del Centro de Estudios Martianos y premio Temas de Ensayo en Ciencias Sociales 2018.

Los especialistas disertaron en torno a qué es la descentralización, su pertinencia para el desarrollo de la economía cubana, sus diferencias respecto a la desconcentración, vínculos con la participación ciudadana y relaciones entre los distintos niveles en la vida política y social del país, desde lo nacional hasta el escalón municipal.

Ada Guzmán resaltó la importancia del tema que tiene mucho que ver con la descentralización del poder, la relevancia que adquieren las tomas de decisiones en las estructuras del Gobierno en el municipio, convirtiéndose en protagonistas del desarrollo económico de la sociedad.

Irving Martínez hizo énfasis en las normativas jurídicas que deben regular el proceso de desjerarquización del poder administrativo superior, sin que ello implique la pérdida de las relaciones entre los órganos del Estado para el ejercicio del poder.

Para Mario Valdés, la descentralización no puede tomarse como una panacea. La historia ha demostrado la eficacia de la centralización en el ejercicio del poder estatal en los Estados modernos, pero también la posibilidad de comprender que en determinado momento del proceso histórico social y político de las sociedades la descentralización en la toma de decisiones y la administración pública resultan también un modelo eficaz para el desarrollo.

Valdés aseveró que dicha categoría tiene que ver también con los recursos, las acciones, aunque no necesariamente nos lleva a un puerto seguro ni tampoco puede tomarse como un "mal necesario".

Los panelistas recordaron que la historia de Cuba y sus constituciones, particularmente en las de 1901 y 1940, la descentralización le otorgó un rol importante a la labor de los municipios en el proceso de desarrollo de la sociedad cubana. Durante las primeras décadas después del triunfo revolucionario la centralización de la economía nacional consiguió resultados satisfactorios con la ayuda del campo socialista, pero a partir de los 80 y con los 90, el centralismo estatal en el escenario político de la Isla entró en decadencia hasta agudizarse con la crisis del "Periodo Especial".

Ante las preguntas respecto a cuáles son los principales problemas que impiden llevar a cabo la política de desescentralización aprobada en los últimos años, Ada Guzmán insistió en que no existen las competencias necesarias en los municipios ni en la mayoría de las empresas para llevar adelante este proceso; además de las trabas burocráticas que genera el Estado, sobre todo en el área del llamado cuentapropismo, las cuales impiden su desarrollo y fortalecimiento.

Argumentó además respecto a la ausencia de un marco legal adecuado para reimpulsarla que, solamente con el actual anteproyecto de Constitución, en caso de aprobarse, no será suficiente para resolver el problema. No existe en Cuba, por ejemplo, una Ley de municipios que regule este proceso todavía.

Otro aspecto que incide es la regulación de los recursos, todavía muy verticalista, en la economía cubana. Los tributos, el presupuesto municipal, deben atender a este problema en la medida de las posibilidades locales.

Irving Martínez discrepó, al considerar que lo jurídico no es la vía para resolver el problema, aunque sí uno de los caminos. Insistió en la irresponsabilidad, la incompetencia de los funcionarios a cargo de altas responsabilidades en la base, incapacidad de gestionar los propios recursos y generar con ello riquezas, iniciativas, en fin, que posibiliten la resolución del problema.

Cuba ha vivido por muchos años una cultura centralista que todavía persiste, que es difícil de superar en la mentalidad de dirigentes políticos y empresarios a cargo de instituciones estatales que ralentizan el desarrollo económico del país.

En el intercambio, el auditorio hizo críticas al monopolio de Estado que vive la Isla, al carácter totalitarista de la sociedad y la economía, y la falta de diversidad, creatividad y rapidez en la toma de decisiones que beneficien las iniciativas del sector privado, cada vez más maniatado por las medidas aprobadas recientemente al nivel de ministerios y del Consejo de Ministros.

Mucho menos comedido que el panel, las intervenciones del público hicieron énfasis en que no existe en Cuba una sociedad socialista sobre los medios de producción, sino un centralismo autoritario que impide el avance efectivo del desarrollo en el país y que coarta cada vez más la participación activa y democrática de los ciudadanos.

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