En la oposición y la disidencia cubanas existen distintos enfoques sobre la actitud a tomar ante el referendo constitucional: si se debe ir o no a votar y cómo hacerlo.
Como es evidente que el castrismo no va a incorporar las demandas hechas por la oposición y la disidencia por diferentes vías y que los limitados cambios introducidos son nominales, incompletos y no satisfacen las demandas de los mayoritarios sectores populares, el referendo nos deja pocas opciones: le damos la espalda y el castrismo tendrá todo el espacio para hacer su voluntad, o promovemos el voto negativo.
En este artículo se pretende contribuir con este debate, en busca de las mejores opciones.
Ir o no a votar y cómo hacerlo
Ir a votar es interpretado por no pocos opositores como un respaldo al proceso constitucional del castrismo. Sería participar en su farsa, dicen. Otros sugieren ir a votar para anular la boleta con cualquier consigna. Sin embargo, no ir a votar o anular la boleta, favorecería al voto positivo que quiere el régimen por la sencilla razón de que los votos ausentes y anulados no son válidos.
Si de ocho millones de votantes, tres millones votan por el SÍ y cinco millones no votan o anulan la boleta, ganaría el SÍ. Pero si esos cinco millones fueran a votar NO, entonces derrotaríamos al castrismo en el referendo.
Es verdad que no hay las condiciones para que el referendo sea el resultado de un proceso democrático, pero el castrismo lo va a realizar de todas maneras. Si a pesar de esas adversidades, promovemos el NO y ganamos o alcanzamos una votación destacada, se estaría dando un golpe demoledor al castrismo.
Sería un rechazo no solo a la Constitución castrista sino al castrismo mismo y no sería participar en su farsa, sino utilizarla para profundizar la crisis política del régimen.
Hasta ahora no se ha encontrado una fórmula para derrotar al castrismo. Sin embargo, este referendo brinda la oportunidad de intentarlo pacífica y legalmente, aun cuando sabemos que el régimen tratará de no reconocer su derrota y de manipular los resultados.
La situación actual no es la de 1976
Desde la anterior Constitución castrista a la fecha han pasado 42 años, casi medio siglo. El "socialismo real" que existía y mantenía al régimen fracasó en todas partes. No existen la URSS ni el "campo socialista". El castrismo fracasó en la economía y en sus intentos de reproducir su modelo por medio de la violencia primero y de las urnas con gobiernos populistas-estatalistas después, los cuales han ido fracasando luego del impulso inicial de la Venezuela chavista, ya también en crisis.
El caudillo falleció y la limitada apertura a internet y la telefonía celular ha roto el monopolio castrista de la información. Un porciento importante de los cubanos y el mismo régimen sobreviven gracias a las remesas que llegan del "enemigo principal".
Distintas encuestas realizadas por diferentes grupos indican que más del 70% de la población cubana rechaza el modelo político-económico del castrismo, sustentado en la falta de libertades y derechos individuales, en la propiedad del Estado sobre los medios fundamentales y mayoritarios de producción y en la explotación del trabajo con bajos salarios que no alcanzan para satisfacer las necesidades elementales. Un sistema que ha convertido a los trabajadores cubanos en verdaderos esclavos, como previó José Marti que podría pasar en un socialismo con el Estado como propietario.
El rechazo al régimen se respira en las calles, los deseos de cambios no lo esconden ya los cubanos. El castrismo ha tenido que asumir transformaciones económicas contra su voluntad, cuyo alcance constantemente trata de limitar. El terrorismo de Estado es lo que mantiene el régimen, pero este ha tenido que cambiar sus métodos represivos y adecuarlos al nuevo escenario internacional con otro discurso y hasta con una figura que no es de apellido Castro. Con modificaciones no esenciales en el nuevo proyecto constitucional, el castrismo trata de confundir a la opinión pública internacional y ganarse apoyos en segmentos de la población.
Con el desgaste del régimen, la oposición y la disidencia, casi barridas en los primeros años, han extendido su influencia asumiendo posiciones pacíficas.Igualmente el régimen no está en las mismas condiciones que entonces para ejercer la represión bárbara y en gran escala.
En estas condiciones es por tanto posible realizar la campaña por el NO, llegar a muchos cubanos e intentar derrotar políticamente al castrismo en su propio juego.
Y cómo saber que ganó el NO, si el castrismo puede manipular los datos
Es cierto, el castrismo puede manipular los datos. Pero existe la posibilidad de realizar un control independiente de los resultados del referendo si somos capaces de organizarnos y actuar serenamente. La fórmula sería participar en el conteo de la votación en la mayor cantidad posible de colegios electorales, lo cual está reconocido en la Ley electoral. Si de los casi 1.000 colegios electorales (996 en las pasadas elecciones), lograramos conocer los resultados en 100 colegios al menos, diseminados por todo el territorio nacional, tendríamos un muestrario representativo de la votación.
Si en la mayoria de esos colegios donde tengamos presente algún testigo, gana el NO, podríamos afirmar que el NO habría ganado nacionalmente. Esos resultados serían comunicados por teléfono o correo electrónico a un centro nacional de control alternativo, previa identificación, y eso nos permitiría dar los resultados incluso antes que el oficialismo.
La oposición y la disidencia tienen capacidad para movilizar no 100, sino cientos de personas a controlar la votación. Pero es muy importante que esto se haga serenamente, sin aspavientos, sin bulla, sin consignas, sin carteles, evitando cualquier provocación que impida la participación en el conteo de votos. Sería un acto de madurez política.
Si el castrismo impidiera a la oposición y la disidencia pacíficas participar del conteo de votos, o a última hora decidiera no hacer el referendo, estaría reconociendo su derrota de antemano. Colegio que nos impidan supervisar, podemos considerar que sería ganado por el NO.
La oposición no está unida en cómo enfrentar este fenomeno, pero si logramos que cientos de nuestros activistas y simpatizantes participen serenamente en el conteo de votos, podríamos conocer varios cientos de resultados de las votaciones en los colegios electorales.
Si además de hacer campaña por el NO, fuéramos capaces de contabilizar también los votos de cubanos en el exilio por el NO y pudiéramos sumarlos a los que voten NO dentro, se acrecentaría el NO, probablemente en más de un millón los votantes por el NO. La emigración podría contribuir también a aumentar el NO, solicitando a sus familiares en Cuba a los que envía remesas, que voten por el NO.
Por otra parte nadie debe temer a votar NO, primero porque es legal y segundo porque hay varios artículos controvertidos que justifican votar NO, desde cualquier posición. Por ejemplo se podría votar NO desde una posición de extrema izquierda porque se quitó el objetivo de construir el comunismo o se ha introducido la propiedad privada. O se podría votar NO porque no se comparte el matrimonio igualitario.
Significado de votar NO
Votar NO es manifestar desacuerdo con la hegemonía castrista; rechazar el sistema económico de explotación al que están sometidos los trabajadores cubanos; sancionar la impunidad de hechos como los ocurridos con el remolcador 13 de Marzo y otros por el estilo; oponerse a los abusos de la Seguridad del Estado, la policía y el sistema carcelario de presos políticos; impugnar las arbitrariedades del sistema de in-justicia; objetar todos los tipos de discriminaciones impuestos por el castrismo por raza, sexo, preferencia sexual, creencia religiosas, pensamientos políticos, región de nacimiento, país de residencia, etc.; es decir NO al Decreto 349 contra la cultura; la represión, a la falta de libertad de expresión, de asociación, elección, actividad económica y movimiento; es votar contra el modelo unipartidista antidemocrático. Hay mil razones más.
Si logramos demostrar que la mayoría votó NO, habremos dado un golpe demoledor al castrismo, que perdería prestigio internacional y nacional, muchos oficialistas podrían acrecentar sus dudas sobre el valor de seguir apoyando ese sistema, los partidarios de las reformas podrían acelerarlas o profundizarlas, las contradicciones internas del oficialismo se acrecentarían, la oposición y la disidencia ganarían en prestigios internacional, y lo más importante: esta experiencia que demanda la incorporación masiva de la población, y es por tanto tarea de todos y no de un grupo, nos habría permitido ser capaces de estructurar un nivel de organización conjunta, sin protagonismos particulares, que podría servirnos y funcionar para empeños mayores.
No votar o anular la boleta, dejaría libre el camino al castrismo para aprobar su bodrio retrógrado que quieren aprobar como Constitución.
Votar NO es votar a favor del cambio, de la libertad y la democracia. Es decir NO a la Constitución castrista y a su régimen impuesto por la violencia.