Si alguien dudaba que (algunas) iglesias cristianas y el comunismo tuviesen algo en común, las últimas noticias publicadas en este sitio sobre la oposición de ciertas denominaciones a la posibilidad del matrimonio gay no dejan lugar a dudas.
El hecho de que, de una parte, se afirme la existencia de Dios y se proclame la doctrina cristiana como la verdad, mientras de otra sea el materialismo dialéctico la doctrina a seguir, parece una diferencia superficial.
Cosas más importantes les unen: la fe ciega (no importa si en Dios o en el líder) aunque la realidad y la lógica demuestren que se equivocan.
Pero el vaso comunicante más evidente es la vocación de discriminar a la comunidad LGBTI e intentar oponerse a su pleno disfrute de todos los derechos.
En el caso del comunismo cubano, pese a haber quedado atrás los llamados eufemísticamente errores del pasado, como las UMAP y las expulsiones de gays, lesbianas y personas trans de universidades y centros de trabajo (errores que no se permite recordar en el presente), la resistencia del Parlamento cubano a la propuesta de aprobación del matrimonio igualitario, presentada por la directora del CENESEX, Mariela Castro Espín, evidencia la postura del comunista Estado cubano en relación con los derechos de dicha comunidad. Por no hablar de la represión policial que persiste, principalmente contra las mujeres trans.
Pero en el caso de las iglesias metodistas cubanas y otras denominaciones cristianas en el país, el fanático afán de que no se reconozca a las parejas del mismo sexo el derecho al matrimonio, les ha llevado al punto de apelar a los líderes históricos y a la doctrina comunista.
¿No fue el histórico líder de la Revolución cubana quien declaró al de Cuba un Estado ateo? ¿No fue bajo el comunismo que, además de homosexuales, hippies y rockeros, fueron encerrados en las UMAP... los cristianos? ¿No fue bajo el comunismo que muchas personas fueron expulsadas de universidades y centros de trabajo por su orientación sexual, algún supuesto (o real) diversionismo ideológico o por... profesar alguna religión?
¿Tan importante resulta para los feligreses de estas iglesias que las personas homosexuales no disfruten de la posibilidad del matrimonio y los derechos asociados a este, que apelan a la mentalidad represora de la cual fueron víctimas?
Tanto esfuerzo (que llega hasta utilizar a niños en su campaña) haría suponer que estas iglesias están defendiendo algún derecho que ven en peligro. ¿Qué derecho exactamente de los cristianos peligra porque los homosexuales, que hasta ahora han sido ciudadanos de segunda clase, puedan beneficiarse de la posibilidad de casarse? Ninguno, excepto el de continuar autoproclamándose propietarios de la verdad.
Algo más en común con el comunismo cubano, renuente a reconocer a quienes piensan diferente, el derecho a organizarse, a expresarse, a ejercer el periodismo sin persecución.
Algunas personas se preguntarán cómo es posible que nuestro Estado, que firmó y ratificó la Convención sobre los Derechos del Niño, permite el uso de menores en campañas de odio. Pero los menores también han sido usados en actos de repudio contra las Damas de Blanco por parte del Estado.
En la campaña promovida por las iglesias metodistas, los niños portaban carteles en los que se leía "Estoy a favor del diseño original". En los actos de repudio contra las Damas de Blanco, los niños rompían copias de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Pese a lo mucho que han demostrado tener en común el comunismo y algunas denominaciones cristianas, ¿tendrán más peso para el Estado cubano estas ideas retrogradas que el interés de limpiar su imagen ante la opinión pública mundial y aparecer como progresista frente a la comunidad LGBTI internacional?
En la última década, el Gobierno cubano ha llevado a cabo una operación de lavado de cara con las Jornadas contra la Homofobia y las operaciones de readecuación genital. Ha sido eficaz, al punto de que algunas lesbianas, gays y trans corean la consigna "Socialismo sí, homofobia no".
La aprobación del matrimonio igualitario sería un paso más en esa intención de "aseo" del Estado (al menos en lo referente a la comunidad LGBTI) y sobre todo un paso en el camino correcto.