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Opinión

Editorial: El silencio doble de Federica Mogherini

Con la petición a La Habana de que medie en el caso venezolano, la Unión Europea legitima a un régimen que puede seguir reprimiendo dentro de Cuba.

Madrid

La Unión Europea (UE) ha pedido a La Habana que funcione como mediador en Venezuela. "Cuba puede jugar un papel positivo tratando de evitar desarrollos negativos y tratando de reabrir la negociación de una solución política", ha enunciado Federica Mogherini.

La jefa de la diplomacia europea parece creer que el régimen cubano está tan distante de Nicolás Maduro como lo estaba de las guerrillas colombianas, lo cual le permitió propiciar diálogos de paz en La Habana. 

A diferencia de la UE, Washington entiende a la Isla, no como solución, sino como parte del problema venezolano. La Administración Trump —el propio presidente y el vicepresidente Mike Pence, así como el senador Marco Rubio— han subrayado la intromisión política cubana en el país sudamericano. 

Existen, pues, dos posiciones al respecto: la de EEUU, que hace al régimen de La Habana parte principal de lo que ocurre en Venezuela, y la de la UE, dispuesta a pedirle al régimen de La Habana que intervenga diplomáticamente en un asunto en el cual no pareciera inmiscuido.

Como diagnóstico del problema, la posición estadounidense resulta sin dudas la más veraz. Sin embargo, como táctica, podría aducirse que la UE habla en lenguaje diplomático, sin importarle eufemismos o hipocresías, con tal de alcanzar sus objetivos. Visto así, hace bien Mogherini en hacerse la desentendida frente a Bruno Rodríguez en cuanto a la verdadera naturaleza del corredor La Habana-Caracas. 

Una táctica así tiene, sin embargo, sus inconvenientes. La UE, que ya pasaba por alto las violaciones de derechos humanos cometidas en Cuba bajo la presidencia de Miguel Díaz-Canel y antes Raúl Castro, se mostraría ahora decidida a exculpar a ambos presidentes de toda colaboración en la represión y los crímenes de Venezuela, hasta el punto de ungirlos como agentes mediadores. 

Con su acercamiento sin reproches, Mogherini otorga legitimación a un régimen que puede seguir reprimiendo dentro de Cuba. Y, con la invitación que le ha hecho a servir de mediador, ofrece a ese régimen inmunidad diplomática para que se entrometa en los asuntos internos de Venezuela.

Dentro de la Eurocámara, la posición representada por Mogherini se enfrenta a la presión de las bancadas conservadora y liberal, que le critican su silencio ante la falta de libertades y derechos en Cuba. A partir de ahora esos eurodiputados tendrán que combatir por partida doble el silencio de Federica Mogherini. Su silencio ante las violaciones que el régimen cubano comete en el país, y su silencio ante las violaciones que el régimen cubano comete en otro país, en Venezuela.

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