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Política

Facebook y Twitter como campo de batalla

En un mundo cada día más interconectado, ¿cómo entiende el régimen cubano el uso que deben darle sus ciudadanos a las redes sociales?

La Habana

Vivimos una época donde las redes sociales han cobrado un creciente protagonismo en la conformación de la opinión pública de las sociedades modernas, un fenómeno impensable apenas unos pocos años atrás. Las redes sociales fueron una herramienta vital en el desarrollo de la Primavera Árabe, donde cayeron varios dictadores de esa conflictiva región. También jugaron un papel fundamental en la elección del presidente demócrata Barack Obama. A través de Twitter millones de personas se enteran de lo que piensa el polémico presidente norteamericano Donald Trump.

Regímenes autoritarios como China y Vietnam bloquean el acceso a Facebook y crean sus propias redes sociales para evitar que los valores e ideas del Occidente democrático inunden su espacio virtual. La dictadura madurista acaba de aprobar una ley que penaliza con cárcel a aquellas personas que promuevan "el odio y la intolerancia a través de las redes sociales" como si la intolerancia y el odio no emanaran precisamente del Palacio de Miraflores, crispando el clima político venezolano a niveles insospechados.

En un mundo cada día más interconectado, ¿cómo entiende el régimen cubano el uso que deben darle sus ciudadanos a las redes sociales? Una anécdota personal funciona para ilustrar cómo desearían los comisarios castristas que los cubanos usáramos las redes sociales.

Durante mi estancia en la emisora estatal Radio Reloj hube de ganarme una reprimenda de su directora por entretenerme demasiado en Facebook y no concentrarme como debía en mi trabajo. Esta mujer me dijo que, como periodista, si usaba esa popular red social debía hacerlo "para la batalla ideológica a que se enfrentaba la Revolución".

El régimen cubano concibe el acceso a internet no como un derecho, sino como un campo de batalla donde se debe demostrar superioridad ante "el enemigo imperialista" y descalificar sus ideas y mensajes de manera permanente. Motivado tal vez por esa filosofía votó en contra de una resolución en Naciones Unidas donde se quería dejar refrendado el acceso a la red de redes como un derecho universal básico.

Impide además que los cubanos tengan un acceso pleno, sin restricciones y de calidad a internet, y entiende que los periodistas oficiales deben usar Twitter o Facebook exclusivamente para reproducir el jurásico discurso del régimen.

En su lógica guerrerista y excluyente, a propósito de la presentación de un manual para aprender a usar Twitter dirigido a los periodistas oficiales, un directivo de la UPEC llamó a esta red social como "nuestro Girón del siglo XXI" donde los replicadores oficialistas deben sin descanso salirle al paso a la emergente sociedad civil cubana que puja —con muchas limitaciones— por salir del marco totalitario en que desea ahogarla el régimen.

A esto se añade que en más de una ocasión el delfín Miguel Díaz-Canel ha llamado a combatir "la banalidad, la superficialidad y el mensaje neoliberal" que a su juicio "está presente en internet".

¿Logrará el castrismo su intención de hacer prevalecer su discurso en las redes sociales? Muy difícilmente. Internet es sin duda una plataforma horizontal donde el internauta puede visualizar una pluralidad de discursos y visiones contrapuestas que el régimen cubano no tolera. El castrismo intenta medir sus fuerzas en el terreno simbólico y discursivo en la era digital, pero a su vez teme que la inevitable expansión de internet en Cuba conlleve a la firma de su epitafio ideológico.

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