El régimen negó este viernes ante la Asamblea General de la ONU cualquier responsabilidad en los supuestos "ataques acústicos" que afectaron la salud de diplomáticos estadounidenses y canadienses en La Habana, y pidió que "no se politice el caso", reporta AFP.
"Cuba jamás ha perpetrado ni perpetrará acciones de esta naturaleza, ni ha permitido ni permitirá que su territorio sea utilizado por terceros con ese propósito", dijo en la Asamblea General el canciller cubano Bruno Rodríguez, repitiendo las mismas palabras que ya usó la funcionaria cubana Josefina Vidal en una reunión en Washington el pasado martes.
Rodríguez agregó que La Habana "cumple con todo rigor y seriedad" sus obligaciones con la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas "en lo referido a la protección de la seguridad de todos los diplomáticos, sin excepción".
Aunque Estados Unidos no culpa por ahora al Gobierno cubano de causar el incidente, sí decidió expulsar en mayo a dos diplomáticos de la Embajada de Cuba en Washington, porque considera que La Habana no cumplió adecuadamente su obligación de proteger al personal estadounidense en la Isla.
"Sería lamentable que se politice un asunto de la naturaleza descrita", añadió.
Asimismo, precisó que las investigaciones en curso "hasta el momento no cuentan con evidencia alguna que confirme las causas ni el origen de las afectaciones a la salud que han sido reportadas por los diplomáticos estadounidenses y sus familias".
Esas investigaciones, apuntó el diplomático, toman "en consideración datos aportados por las autoridades de Estados Unidos", y agregó que para que los estudios lleguen a algún resultado "será esencial la cooperación" de las autoridades estadounidenses.
Sobre las nueva política de la Administración Trump hacia La Habana anunciada el pasado junio, Rodríguez opinó que "constituye un retroceso en las relaciones bilaterales y socava las bases establecidas hace dos años para avanzar en una relación de nuevo tipo".
Estas nuevas medidas solamente se enfocan en que las empresas de EEUU no negocien con el Ejército y la cúpula de poder del régimen.
Según el canciller, La Habana mantiene "la voluntad de continuar negociando los asuntos bilaterales pendientes" siempre y cuando ello ocurra en un ambiente de "respeto".
El Departamento de Estado de EEUU informó a principios de agosto que su misión en la embajada de La Habana había experimentado síntomas físicos causados por "incidentes" no especificados que comenzaron a finales de 2016. Y a principios de septiembre notificó más "incidentes" de este estilo que tuvieron lugar en agosto.
Este domingo el secretario de Estado, Rex Tillerson, dijo que sopesa la posibilidad de cerrar la embajada en Cuba.
El viernes, cinco senadores republicanos le escribieron a Tillerson pidiéndole no solo que cierre la embajada, sino también que expulse a todos los diplomáticos cubanos en suelo estadounidense.
Las autoridades estadounidenses ignoran quién pudo haber sido el responsable de los incidentes o qué artefacto fue utilizado. Los investigadores han manejado hipótesis diferentes, de ondas sónicas, un arma electromagnética o una misión de espionaje fracasada, dijeron a The Associated Press fuentes estadounidenses enteradas de las pesquisas.
Tampoco se ha descartado la posibilidad de que haya sido otro país o sabotaje en el interior del aparato de seguridad cubano. La Habana ha negado cualquier responsabilidad de su Gobierno y Moscú ha tachado de "absurdas" las acusaciones de estar implicada en estos hechos.
Sobre estos incidentes, poco se sabe hasta ahora: lugares donde tuvieron lugar los ataques (las residencias de los funcionarios y el Hotel Capri), un número de afectados (que comenzó siendo menos de una decena pero que ya ha llegado hasta la veintena: 21 estadounidenses y cinco canadienses), presuntas afectaciones médicas como daño cerebral y pérdida de la audición, así como la descripción de lo que oyeron los afectados: un ruido "alto y ensordecedor, similar al zumbido creado por los insectos o a un metal arañando el suelo.