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Opinión

El castrismo rechaza la solución negociada en Venezuela

'Es extraño que en su último 26 de Julio como presidente, Raúl Castro haya dejado el rol protagónico al conocido extremista Machado Ventura.'

La Habana

Durante las celebraciones por el 26 de Julio en Pinar del Río, en el discurso central, el segundo secretario del PCC, Machado Ventura, expresó que en Venezuela "se han incrementado las acciones injerencistas y desestabilizadoras contra el Gobierno […] de Nicolás Maduro, al que reiteramos nuestra invariable solidaridad. […] A la guerra no convencional […] se ha sumado recientemente la amenaza del Gobierno estadounidense de imponer sanciones económicas unilaterales […], el Secretario General de la OEA continúa su deleznable actuación al servicio del imperialismo”. 

También dijo que "un influyente diario estadounidense elucubraba sobre el presunto involucramiento de nuestro país en una eventual mediación internacional relacionada con la situación en Venezuela. Cuba rechaza rotundamente tales insinuaciones y reclama el absoluto respeto a la soberanía y a la autodeterminación de la República Bolivariana de Venezuela […] Quienes intentan desde el exterior dar lecciones de democracia y derechos humanos, mientras alientan la violencia golpista y el terrorismo, deben sacar sus manos de esa nación”.

Y concluyó: "Solo compete al pueblo y al Gobierno bolivarianos superar sus dificultades sin intromisión extranjera en sus asuntos internos."

De esa manera, la dictadura cubana precisa su postura sobre la situación venezolana, la que puede sintetizarse así: Lo que pasa en Venezuela es producto de la injerencia del imperialismo y sus agentes y no consecuencia de las arbitrariedades y acciones antidemocráticas del Gobierno de Maduro. 

El Gobierno de Raúl Castro, al "rechazar rotundamente" su supuesta participación en una mediación internacional y vincular ésta a su demanda de respeto a la "autodeterminación y la soberanía de la República Bolivariana de Venezuela", está objetando la salida negociada, pacífica y democrática del conflicto e impulsando una mayor agudización, con todas sus consecuencias. Porque lo que realmente pide es respeto al secuestro por Maduro de la soberanía popular y la autodeterminación del pueblo venezolano, ignoradas en la declaración.

Con gran cinismo, La Habana demanda además que los "injerencistas" saquen sus manos de Venezuela, cuando es el propio régimen cubano quien interviene allí, a través de Maduro, sus asesores militares y de seguridad y hasta de sus médicos, a quienes recientemente orientó se mantuvieran en las instalaciones médicas y trataran de influir entre sus pacientes a favor de las posiciones del Gobierno de Caracas. 

También aspira La Habana a que "la solución" sea entre el pueblo indefenso y el Gobierno armado, sin ayuda externa para el pueblo, mientras el Gobierno recibe dinero del petróleo de todos los venezolanos y compra armas libremente. Al mismo tiempo, se acusa a la oposición de agente del imperialismo y de ser responsable de lo que el propio Gobierno ha provocado con su represión, obstaculizando el establecimiento de la democracia desde que perdió las elecciones para la Asamblea Nacional y, ahora, pretendiendo imponer una constituyente al estilo castro-estalinista.

El apoyo de La Habana al ejecutivo de Caracas es su oposición a una salida democrática en Venezuela y su deseo de una continuidad de Maduro en el poder, a quien no puede considerarse presidente por haber violentado la Constitución chavista, por no aceptar someterse al referendo revocatorio, por oponerse a reconocer el poder legislativo y manipular abiertamente al poder judicial y por pretender, precisamente, derogar la Constitución por la cual llegó a la Presidencia. 

Es extraño que en su último 26 de Julio como presidente, Raúl Castro haya dejado el rol protagónico al conocido extremista Machado Ventura. El general podría estar preservando su posición por si las cosas no le salen bien en Venezuela. De ser ese el caso, podría aducir que fue Machado el que dijo los disparates.

Los mandantes cubanos creen que pueden manejar Venezuela como han hecho con Cuba, violando las leyes, la Constitución, los derechos humanos, haciendo lo que les venga en ganas con los recursos del pueblo y tergiversando y manipulando la realidad. Pero están equivocados. Venezuela no es Cuba, aquella es otra historia.

Esta posición intransigente responde a que un cambio en Venezuela afectaría gravemente la economía del Gobierno cubano y demostraría una vez más la inviabilidad del modelo estatal centralizado y el fracaso de pretender imponer en un país latinoamericano la experiencia cubana, fracasada en toda la línea aunque el castrismo no quiera reconocerlo.

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