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Cuba después de Fidel

Inversión extranjera, militares empresarios y deuda pública

Un diálogo con Énix Berrios Sardá para entender el paisaje económico de los bonos soberanos, el puerto del Mariel, el Manzana Kempinski y los boteros de La Habana.

La Habana

Después de Fidel, en uno de esos azares que parecen cálculo del destino, vino la recesión. Nadie la tiene por tragedia, porque Cuba no sabe de prosperidades. Como no ha habido apagones eléctricos, salvo por la declaración del Gobierno, atenuada, en sordina, nadie sabe bien qué significa la recesión ni quienes compran, a ciegas, los bonos públicos emitidos para sortearla.

La política económica de Marino Murillo, pilar de las reformas emprendidas por Raúl Castro, ha fallado precisamente por causa de la política. Pasos breves, vacilantes, han dado, cuando se necesitaban zancadas.

Los inversores desconfían. Venezuela no endereza. El Gobierno pide paciencia, confianza, aunque acaba de perder, ante Donald Trump, el comodín del turismo estadounidense.

De una y otra orilla del espectro político, la solución del problema económico cubano parece una obsesión común.

Énix Berrios Sardá, economista, dirige el Centro de Estudios y de Alternativas para la Transición Democrática de Cuba, en La Habana. A él acude DIARIO DE CUBA para comprender el paisaje económico de los bonos soberanos y el puerto del Mariel, del Manzana Kempinski y los boteros de La Habana.

¿Las medidas para sortear la actual crisis están a la altura del problema?

Definitivamente, no. Siempre me gusta precisar que la economía es un instrumento, un medio para alcanzar el desarrollo, y no un fin en sí misma. Es importante comprender su dimensión política.

Me gustaría poner un ejemplo muy simple que tiene que ver con el día a día de los cubanos y cubanas: la alimentación, que es carísima y de muy mala calidad.

Es sabido que la agricultura cubana requiere de inversiones, buenas prácticas productivas y tecnologías, además de fuerza de trabajo. Sin embargo, y a pesar del endeudamiento millonario que tiene el Gobierno cubano con los pequeños agricultores, que solo poseen el 14% de la superficie agrícola, los campesinos han logrado acumular recursos financieros por el orden de los 500 millones de dólares americanos. Y no pueden invertirlos en la producción agropecuaria por falta de un mercado interno donde adquirir aperos, semillas, transportes y tecnologías, así como por las limitaciones impuestas por el Gobierno para usar esos recursos que están obligados a depositar en el sistema bancario oficial.

Con el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU, granjeros y agricultores norteamericanos, actores decisivos en ese acontecimiento histórico, ofrecieron a los campesinos cubanos la posibilidad de acceder directamente al mercado estadounidense como opción viable y eficiente para la mejora de la agricultura y de la economía cubana en general. A los pocos días, la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), la oficialista organización de campesinos cubanos, declaró públicamente que ningún cubano quería o necesitaba establecer vínculos directos con los productores estadounidenses. Así es como hacen economía los políticos comunistas cubanos.

Superar el viejo ciclo vicioso de la economía cubana supone redimensionar el sector empresarial a partir de criterios de eficiencia internacionales para cada sector, estimular el desarrollo del sector privado en todas las parcelas de la economía, lograr tasas de acumulación de capital del 25% del PIB, suprimir la dualidad monetaria y cambiaria, recomponer las relaciones económicas internacionales del país y fomentar la inversión de la emigración.

Por ahí, como decimos coloquialmente en Cuba, deberían ir los tiros.

¿Por qué fracasó la política de inversión extranjera en Cuba?

Hay que tener en cuenta que esos capitales no abundan. Existe una gran competencia. La paradoja aquí es que la economía cubana pudiera ser atractiva, tiene sectores atractivos, pero no convencen los instrumentos jurídicos que regulan la actividad, y mucho menos las políticas económicas del Gobierno.

En la actualidad pocos apuestan por una economía que sustenta sus políticas en un modelo que las propias autoridades consideran agotado y que se muestra contradictorio, ineficaz y desesperanzador para el ciudadano común.

Cuba dice requerir 8.000 millones de dólares estadounidenses en inversión extranjera. Esa cifra pudiera estar muy por debajo de las necesidades de financiamiento externo requerido por la maltrecha economía nuestra, pero obtenerlo es irreal, si se conoce que esa misma cifra fue el monto total recibido en 2015 por el conjunto de todas las economías del Caribe insular en concepto de inversión extranjera.

Es cierto que el embargo de EEUU ha tenido sus efectos negativos en la realidad económica cubana. Pero, a mi juicio, lo más dañino ha sido las políticas económicas que sustentan las estrategias de desarrollo del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Los militares ya gestionan buena parte de la economía cubana, ¿qué papel les pronosticas en los tiempos del relevo generacional?

Las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) no son solamente el ejército de Cuba. Es un poder real dentro del poder, al margen de la institucionalidad formalmente aceptada.

Esa realidad tan bizarra data de la década del 60 y, en mi opinión, está directamente relacionada con las características personales de Fidel Castro. Un ejército de proporciones extraordinarias para las dimensiones de este país fue empleado en la penetración del socialismo en África durante el periodo de descolonización, y en América Central en los 70 y 80.

Habrá que estar atento, aunque esto no sea de dominio público, a las importaciones militares procedentes de China y Rusia, segundo y cuarto exportador de armamento mundial, respectivamente, con historia y mentalidad imperiales, aliados estratégicos de Cuba.

En lo económico, los sectores que fueron favorecidos por la inversión extranjera directa como el turismo internacional, las telecomunicaciones y el sector inmobiliario son controlados por los militares cubanos como procesos cerrados.

Los recursos generados por esos sectores no son sometidos a contraloría social, nadie exige responsabilidad a los militares por su gestión en los negocios cubanos en el turismo internacional donde controlan el 80%, o por el control absoluto del monopolio estatal de las comunicaciones (que incluye el único proveedor de internet), o por el empleo de los multimillonarios recursos rusos, iraníes y chinos en los ferrocarriles, la gestión de zonas, puertos y depósitos francos, transportación terrestre de mercancías, aeronáutica civil, redes de establecimientos comerciales mayoristas y minoristas, restauración y conservación de La Habana y otra ciudades.

Casi todos los actores económicos importantes están siendo monopolizados o controlados por militares. Y eso no cambiará por el momento.

¿Qué son los bonos soberanos emitidos por Cuba para resolver el déficit presupuestario?

Como ocurre en casa, no es muy racional gastar más de los que ingresamos. Eso mismo pasa en la gran hacienda, la economía de este país. En caso de mala planificación, baja recaudación tributaria, caída de los precios de productos en el entorno internacional, el paso destructor de un huracán y un largo etcétera, el Gobierno emite bonos, que son instrumentos financieros de deuda, por el cual reciben dinero de personas privadas, empresas y bancos y por el cual se compromete a pagarlos transcurridos 20 años con interés del 2% al 5%. Eso significa que se mantiene la tendencia al crecimiento de la deuda pública.

En 2017 el déficit fiscal, ascendente a 11.500 millones de pesos, que alcanza la barbaridad del 12% del PIB, se financia con préstamos del estatal sistema bancario y, según las autoridades, financiará la producción de bienes materiales y el desarrollo social, en particular el gasto de consumo como leche, arroz, frijoles, azúcar.

En mi opinión, debería tomarse medidas de otro orden como potenciar el desarrollo del trabajo privado que se frena por políticas económicas erróneas para enmascarar la ineficiencia del Gobierno en economía. Ese sistema bancario cubano alega falta de recursos para no conceder exiguos créditos al sector privado para capital de trabajo e inversiones.

¿Hasta qué punto la actual contracción económica influirá en el destino político del país?

Más que la contracción económica, que resulta una interpretación temporal cortoplacista, me gustaría emplear el término "modelo económico fallido", que es mucho más preciso en la actualidad nacional y que nos permite comprender que la economía es la base de los cambios en Cuba.

Se debe superar el fraccionamiento polarizado de la sociedad cubana. Hay que construir un pueblo políticamente operativo para la construcción de la democracia cubana, y un proyecto económico que incluya a los cubanos y cubanas que viven en el exterior. Si nos planteamos el cambio así, pudiera ser esperanzador y movilizador de las energías y recursos de este pueblo. En cambio, si lo consideramos como un mero relevo de un grupo o de una elite, el panorama es desalentador.

Aquí lo que se decide es el tipo de cambio, y eso supone, al menos así lo aprecio, darle a la ciudadanía cubana la posibilidad de decidir sobre su futuro, de poder optar por el proyecto de desarrollo social más conveniente. Eso es lo trascendental y el liderazgo del PCC tiene que asumirlo con responsabilidad.

El tiempo político en Cuba favorece una transición democrática que, a su vez, debe favorecer un proyecto de país diferente. La economía requiere de un modelo diferente en donde el sector privado se convierta en el eje dinamizador de la sociedad. Todos los cubanos, independientemente donde estén, merecemos una Cuba próspera.

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