Cuando se produjeron las primeras redadas policiales de homosexuales en la Cuba revolucionaria, Vilma Espín era ya la esposa del jefe de las fuerzas armadas, la cuñada del líder principal del régimen y la mujer con mayor cargo político entre la nomenclatura, presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), única organización de género permitida en la nueva sociedad.
Cuando encarcelaron homosexuales y "otras lacras" en los campos de trabajo forzado de las UMAP, cuando "parametraron" homosexuales y los expulsaron de aulas, compañías teatrales y cualquier espacio donde gozaran de visibilidad, Vilma Espín ocupaba el mismo puesto y los mismos parentescos.
Cuando, durante el éxodo del Mariel, homosexuales y lesbianas fueron considerados oficialmente al mismo nivel que delincuentes y criminales, y pareció útil desembarazarse de ellos, la situación de Vilma Espín era tan privilegiada como antes.
En todas esas décadas ella debió abogar, en tanto presidenta de la FMC, por las homosexuales cubanas, así como por las familiares de los homosexuales reprimidos. No lo hizo, mostró total adhesión a las políticas que diseñaran al respecto su cuñado y su esposo.
Cuando en 2010, en una entrevista al diario mexicano La Jornada, Fidel Castro reconoció alguna responsabilidad suya en la existencia de las UMAP, Mariela Castro Espín, hija de Vilma Espín y Raúl Castro, se apresuró a desmentir a su tío paterno con tal de que una culpa así no cayera sobre su padre, ya para entonces gobernante del país.
Fidel y Raúl Castro y Vilma Espín son tres de los más grandes responsables históricos de la represión contra los homosexuales en Cuba. Mariela Castro Espín, sin participación en tales hechos debido a su edad, es la actual encargada de tapiñar los crímenes de sus mayores. Luego de reconocer que, en efecto, existieron las UMAP, y luego de prometer una investigación para esclarecer tal fenómeno, es suya la responsabilidad de que esa investigación no haya ocurrido ni vaya a ocurrir.
Así como su madre se valió de la lucha por los derechos de las mujeres, ella se vale de la lucha por los derechos de la comunidad LGBTI para ejercer el poder y sofocar las libertades peligrosas. Dentro de la homofobia familiar, su parte consiste en ocultar los horrores del pasado y en tergiversar ese pasado a conveniencia de la familia. No resulta raro entonces que el primer sobre postal "dedicado a la comunidad de lesbianas, gays, bi, trans e intersexuales (LGBTI) en Cuba" incluya un sello con la imagen de su madre, Vilma Espín.
Otros países dedican emisiones postales a verdaderos activistas de los derechos LGBTI, artistas y obras de esa comunidad o emblemas como la bandera del arcoiris. La circulación de dichas imágenes ayuda a la concientización de la sociedad en los derechos y logros de esas minorías. En el caso cubano, sin embargo, no va a circular sello ninguno con mención o alusión a la comunidad LGBTI. Lo que ha sido emitido es un sobre con una leyenda alusiva y, a diferencia de los sellos postales, esos sobres no están hechos para pasar de remitentes a destinatarios, sino para engrosar las colecciones de los filatelistas.
No se ha emitido un sello postal a propósito de la comunidad LGBTI, sino que se utiliza uno emitido en 2008 en homenaje a Vilma Espín. Se pierde, por tanto, una oportunidad magnífica para el activismo y la pedagogía social. No obstante, la familia que impuso las peores pesadillas a los homosexuales cubanos aprovecha esta ocasión para ennoblecerse a costa de aquellos a los que negó y persiguiera. Igual que sus mayores, Mariela Castro Espín consigue burlarse de los anhelos y sueños de quienes dice representar, les promete un sello postal para su causa y lo que hace circular es una imagen de su propia madre.