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Turismo

Jaimainitas incluida en el mapa turístico

Marina Hemingway, el museo al aire libre de José Fuster, un par de galápagos, un loco con guitarra que canta una única canción, son atracciones del lugar. Pero la mayor no está abierta: Punto Cero.

La Habana

Jaimanitas fue noticia por primera vez en 1950, cuando su equipo de pesca submarina conquistó el campeonato del mundo. Dos años después su nombre sonó de nuevo porque una embarcación del poblado capturó en sus inmediaciones el pez dama más grande del que se tengan datos,  llamado por los científicos "El Monstruo Marino".

Con una playita de agua limpia y a pocos minutos de La Habana, en Jaimanitas tenían sus residencias varios generales del ejército de Batista, pero con el triunfo revolucionario el pueblo fue comprendido en los grandes proyectos estratégicos y elegido como la residencia permanente del Comandante en Jefe, con un batallón de seguridad compuesto de varias unidades militares llamado Punto Cero.

La Marina Hemingway está enclavada en este pueblo costero del noroeste habanero. Los extranjeros que llegaban en sus yates a participar en las regatas y en los torneos de la pesca de la aguja, mayoritariamente americanos y canadienses,  caminaban por sus calles interactuando con los vecinos y proporcionándole al poblado cierto colorido.

Pero a partir de 2000 dejaron de llegar los yates a la marina, que se volvió un centro receptor de las misiones de salud latinoamericanas. Desaparecieron los extranjeros, sustituidos por inválidos en sillas de ruedas, empujados muchas veces por familiares, mutilados también por la violencia callejera y la guerra.

Hoy nuevamente han regresado los turistas a Jaimanitas, al resultar incluida en el mapa turístico de La Habana, para visitar la galería del pintor y ceramista José Fuster, que tiene su casa-taller en la calle 226 y Tercera. La obra de Fuster ha salido de su galería y copado las paredes de las fachadas de las casas y los muros de 226, que va desde Quinta Avenida hasta la casa-taller, constituyendo un museo al aire libre con las creaciones de este artista nacido en Caibarién, mudado a Jaimanitas para apropiarse del espacio público con su arte, derivado de mosaicos partidos, de diferentes colores, que van creando rostros, siluetas y paisajes,  una obra al estilo del catalán Gaudí.

Ómnibus repletos de turistas y un desfile constante de autos americanos de los años 50 fungiendo de taxis, se ha convertido en una vista  habitual en la ruta y en la casa-taller, visitada diariamente para admirar su arte y comprar sus cuadros. Alrededor de Fuster ha crecido una vida comercial activa, que ha dado empleo a un buen número de trabajadores.  

No solo su equipo de constructores, cocteleros, gastronómicos, guías turísticos, custodios y personal de mantenimiento; aledañas a la casa taller han nacido dos galerías independientes de artistas menores, que exponen sus cuadros aprovechando la avalancha de extranjeros. Una de ellas comercializa cuadros de pintores de poco renombre, los cuadros allí oscilan entre 200 y 700 CUC. La otra galería es más pequeña, de artistas noveles de Jaimanitas, donde algunos han logrado vender cuadros hasta en 60 euros, como Tito el Pelotero y el sereno José Díaz Santa Cruz. También existen dos espacios de ventas de artesanías y de atributos de la religión yoruba.

Algunos extranjeros se separan del tour y se pierden en las callejuelas del pueblo, para observar  cómo viven los cubanos y hacerles preguntas. Los jaimanitenses siempre atentos se las arreglan para entenderlos, informarlos  y "multarlos por la atención prestada", dice Elida, que según cuenta, a cada rato le saca diez CUC a alguno.

Cuca vende coquitos a peso, sentada en un banco que hizo Fuster en la acera, llamado El rincón francés. Dice que algunos turistas le compran su producto para probarlos, pero creen que un peso es un CUC y entonces el coquito le sale en 25 pesos. Si los compran todos es mucha ganancia.

"Yo los dejo así porque mi letra de Ifá  me prohíbe rectificar cuentas", dice la vendedora.

Otro que con tantos extranjeros en la calle se ha agenciado de un empleo, es el loco "Lupe", que se buscó una guitarra y parado frente al bar "La Zorra y el Gato" canta una tonada sin fin. Los dedos de Lupe están zanjados por las cuerdas, de tanto apretarlas, pero el trovador no se calla un segundo. Dice: "Hay días que hago hasta 15 CUC… Creo que voy a componer una segunda canción".

Toto vive en 228 y tiene un galápago hembra con una cría. Cuando los pasea por la calle, los extraños quelonios de carapachos cuadrados y andar cansino constituyen una atracción que no dejan de fotografiar los turistas.

Pudiera seguir mencionando muchos otros surrealismos autóctonos de Jaimanitas, pero el mayor de todos se guarda a la sombra y es su obra cumbre: Punto Cero, donde se atesora el paso de Fidel en su vida íntima. Un museo que constituirá sin dudas el punto turístico más visitado de  la geografía de Cuba, si algún día deciden abrirlo.

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