The Wall Street Journal lamenta en un crítico artículo publicado el domingo que Cuba sigue siendo un "infierno totalitario" donde los disidentes mueren en prisión bajo condiciones sospechosas y el régimen niega la entrada a "políticos prominentes antes considerados amigos".
"La dictadura militar cubana se apunta otro asesinato: el mes pasado eliminó al disidente afrocubano Hamell Santiago Maz Hernández, que cumplía prisión en una de sus cárceles más notorias por su brutalidad", señala.
"Lo notable no fue la muerte de un crítico. Eso es rutinario en un Estado policial que retiene todas las armas, bayonetas, dinero y comida. Lo que es digno de mención es que el mundo apenas parpadea, es decir, que dos años después de la distensión del presidente estadounidense Barack Obama con Raúl Castro, el régimen todavía despacha a sus adversarios con impunidad. También rutinariamente bloquea a los visitantes de la Isla, incluso de izquierdas para mantener a la población aislada", agrega.
El diario considera que Cuba experimenta un proceso contrario a la "normalización" y que vive en "el mismo infierno totalitario que ha sido durante los últimos 58 años".
Recuerda que Maz Hernández, de 45 años, era miembro de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), a la que califica como un "grupo que trabaja por una transición pacífica hacia la democracia".
Estaba sano cuando fue arrestado en junio y condenado a cuatro años de prisión por "falta de respeto a la autoridad".
"Se supone que el cubano negro debe mostrar gratitud a la revolución para sostener el mito de que ha sido elevado por el comunismo. La sombría realidad es lo contrario, pero el cielo ayuda a los que se atreven a decirlo", sostiene el medio.
"En noviembre, Maz Hernández fue trasladado a la prisión del Combinado del Este, una mazmorra no apta para animales. Allí desarrolló una infección renal. Su esposa dijo a medios de comunicación independientes en Cuba que perdió casi 16kg. Según el régimen moría el 24 de febrero de un 'ataque al corazón'. Es curioso, esa epidemia de enfermedad cardíaca entre los que se oponen a Castro", describe.
Para The Wall Street Journal, la muerte de este opositor debería conmover la conciencia del mundo libre y destaca cómo la prensa extranjera de habla inglesa no ha recogido esta historia.
En ese sentido enfatiza que "Obama puede haber abierto Cuba a más turistas, pero el régimen se esfuerza por mantener invisibles sus 11 millones de almas cautivas y su miseria".
Sostiene que "la familia de los Castro es un sindicato del crimen" y que "muchas empresas estadounidenses quieren un pedazo de la acción" ante lo cual "el resultado es que más dinero que nunca está fluyendo desde los Estados Unidos hacia las arcas de los militares".
En el mismo artículo el periódico estadounidense cita los sucesos ocurridos el pasado mes cuando el régimen rehusó permitir la entrada a la Isla a tres prominentes políticos que "difícilmente podrían ser considerados enemigos de Cuba".
Fue el caso de la entrega del Premio Oswaldo Payá, Libertad y Vida, promovido por la líder de la Red Latinoamericana de Jóvenes por la Democracia, Rosa María Payá.
A la ceremonia habían sido invitados Luis Almagro, secretario general de la OEA; Mariana Aylwin, hija del expresidente chileno Patricio Aylwin, y el exmandatario Felipe Calderón.
"Cuba no se está reformando", concluye la publicación.
"Como siempre, los disidentes son enviados a trampas de muerte en prisión, y ahora Castro insulta a quienes una vez fueron considerados amigos al negarles el acceso a la Isla. Los turistas son bienvenidos, pero solo para beber de la propaganda estatal y dejarse la moneda fuerte. Cualquier sugerencia de que los cubanos tienen derecho a la autodeterminación sigue siendo un crimen contra el Estado".