"Detrás de cada gran hombre hay una gran mujer" es una frase que suele desagradarme. Pero tras conocer a Alberto, Dany, Sirod, Jean Carlo y Jordano, casi me gusta. Detrás de ellos hay seis mujeres que se abren camino en un mundo hasta ahora dominado por hombres: el del transformismo.
En Cuba, este arte exhibe nombres como Imperio, Maridalia, Estrellita, Samantha, Chantal, entre otros. Personajes femeninos interpretados por hombres. Casi todo el transformismo cubano lo hacen hombres. Pero cinco habaneras empiezan a ser conocidas.
Argelia (Alberto, 49 años) se transformó durante mucho tiempo en actividades de la Red Oremis de Lesbianas del CENESEX; solo declamaba, no doblaba canciones.
"Tampoco me ocultaba los senos, usaba camisas y zapatos de mi cuñado, me pintaba bigote".
Niurka (Jean Carlo, 52 años) empezó después, embullada por Argelia. Son amigas y tenían una cafetería juntas. Allí, Argelia conoció a Ana, su pareja actual. Luego, Ana las vio ensayar y se embulló. Es la versión de Niurka; Ana tiene otra.
Ensayaban "A puro dolor"; como me sé la letra, les corregí cosas, les dije cómo pensaba que debían moverse. Al otro día tenían espectáculo y acompañé a Argelia. Cuando llegamos, me dijo "arriba, que te traje ropa, vas a hacer el tema que ensayaste ayer".
Ana encuentra fácil interpretar un personaje masculino. Lleva el pelo corto, no usa maquillaje. De chiquita, la criticaban diciéndole "pareces un macho". Prefiere interpretar baladas. La salsa también le gusta, evita bailar para que no la delate el movimiento de las caderas.
Niurka también se considera una "lesbiana fuerte" y encuentra fácil transformarse en un hombre. Prefiere las baladas. Casi nunca música salsa porque es "patona".
Llevaban pocos meses actuando en algunos lugares cuando apareció la oportunidad de presentarse en el Concurso Miss Novata, en El Mejunje, Santa Clara. Era de transformismo femenino; el masculino era gala. Argelia, Ana, Niurka y Zoe (transformista que trabajaba con ellas hasta hace poco) solo querían promocionarse. Días antes del evento, supieron que el transformismo masculino sería competitivo, con transformistas de varias provincias. Finalmente, hubo seis, incluyéndolas. Compitieron entre ellas y con otras dos transformistas.
Mientras el jurado deliberaba, Alberto, Dany, Jean Carlo y Andy (Zoe) ofrecieron al público, fuera de competencia, el Cuarteto Habana que "fue una explosión, ha marcado más que las actuaciones individuales", cuenta Argelia.
Ana obtuvo el primer premio; Zoe, el segundo, compartido con la transformista de Santa Clara. Argelia recibió el gran premio. Para ella lo más importante fue el reconocimiento a su trabajo después de tantos años.
Doris (Sirod, 66 años), profesora de Tai Chi, hizo transformismo hace ocho o 10 años, en una fiesta. Se unió al grupo hace tres meses. Inicialmente solo declamaba; ahora también canta. Es muy histriónica, pero asegura no necesitar transformarse demasiado. Se define orgullosamente como una lesbiana "bien fuerte", luce casi igual en el escenario que fuera de él. Naylín (Jordano, 32 años) prefiere las baladas, canciones de Melendy, Luis Fonsi, Alejandro Sanz y, de Cuba, Leoni Torres. Considera más importante el sentido de la canción que el artista.
Cuerpo de mujer bajo apariencia masculina
Aunque ser una "lesbiana fuerte" puede parecer una ventaja, no es fácil pasar por hombres. Deben observarlos en la calle, cómo se mueven; ocultar senos, caderas. "Es más fácil poner (lo que hacen los varones para transformarse en mujeres) que quitar", opina Argelia. Tiene glúteos prominentes y ha aprendido a disimularlos con gestos, la forma de caminar, camisas holgadas. No le gusta el prototipo de hombre vulgar, ordinario. Describe a su personaje, Alberto, como "un hombre heterosexual fino, elegante, que canta salsa, baladas, boleros antológicos, como Vicentico Valdés. Me gusta el estilo de Benny Moré, Barbarito Diez, la elegancia al vestir de David Calzado".
Justo ella, ganadora del gran premio en el Miss Novata, es la más femenina de las cinco. En su vida personal lleva maquillaje, ropas muy femeninas y hasta tacones. Le gustan las uñas largas y pintadas. Para los espectáculos, debe quitarse la pintura y cortárselas.
No es el único sacrificio que implica el transformismo. Deben comprar camisas, pantalones, calzado masculino… "cosas que no podemos usar para salir".
A María de los Ángeles, pareja de Niurka y representante del grupo, le gustaría que saliera vestida de hombre. "El toque es que bajo esa apariencia masculina, hay un cuerpo de mujer".
Ana sí ha salido de su casa vestida de hombre para ir a los espectáculos.
"La gente me ha hablado como a un hombre; por ejemplo, para pedirme fuego. Se me ha olvidado mi apariencia y he respondido 'mi amor, yo no fumo', como una mujer".
Naylín es bajita, muy delgada. Pide prestadas camisas del hijo adolescente de una amiga. Pero los pantalones le ajustan demasiado porque el niño es flaquito y ella tiene cuerpo de mujer. Usa sus propios jeans.
Han recibido piezas donadas por amistades que han hecho por el camino, gente que las ha visto en actividades o en algún vídeo grabado con un celular. Una muchacha norteamericana les regaló las camisetas para aplastar los senos. Al principio, usaban cintas que las apretaban demasiado y, con el tiempo, podían hacerles daño.
Aunque el vestuario es muy importante, coinciden en que lo principal es "la proyección escénica, vender la masculinidad". Una de las cosas más llamativas es que incluso se colocan barba.
"Una transformista de Santa Clara me aconsejó hace años usar acetato y pegar los pelos encima. Pero cuando sudas el pelo se cae y queda una mancha blanca. Luego, un estilista me recomendó usar aceite, los pelos se pegan y no deja mancha cuando sudas. Es lo que utilizamos", explica Argelia.
"Últimamente me hablaron de la pez rubia. Dicen que con eso el pelo no se cae", añade Ana.
'Quisiéramos un espacio, estatal o privado'
Pese a la inversión que deben hacer en ropas y calzado, estas mujeres no viven del transformismo. Argelia, técnica en Estadísticas de Salud Pública, y Ana, licenciada en Educación Primaria, son vendedoras ambulantes de alimentos ligeros. Niurka fue bibliotecaria durante muchos años, ahora renta su portal a cuentapropistas. Naylín es licenciada en Cultura Física y técnico medio en Construcción Civil; fue agente de Seguridad y Protección, ahora cuida a una señora.
Además de la Peña de Oremis en el Cine Acapulco, el cuarto viernes de cada mes, se han insertado en el Museo de Mantilla y la Peña del Danzón en la Casa de Cultura de Arroyo Naranjo, donde imitaron el cuarteto Los Zafiros, uno de sus trabajos más difíciles hasta ahora, ensayado en tiempo record y con el cual arrasaron. En esos y otros lugares no cobran. Solo obtienen promoción.
Han sido invitadas en sitios donde la anfitriona es un transformista femenino. Recientemente actuaron en El Amanecer. Argelia estuvo en La Figura, pero percibe más solidaridad de ellas hacia los transformistas femeninos que al revés.
"Al principio, los invitábamos y nos robaban todo el show; cuando nos invitaban, nos decían: 'dos números'. Y, si acaso, hacer dúo con ellas. Muchas veces, el público nos aplaude mucho y la anfitriona no deja que el dueño nos invite otra vez", dice.
"Quisiéramos un espacio, estatal o privado, para el transformismo masculino, invitar a transformistas femeninos (como en el Acapulco, donde ayudan a promover jóvenes talentos),y que nos reporte economía", comenta.
"No hay espacios donde las lesbianas de nuestra edad puedan pasar un rato agradable, conversar, tomar algo", se queja Ana. "En todos, la música es reggaetón y los cover son altísimos, aunque queremos que venga público en general".