Fernando Rojas
Hacía rato que no veíamos a un esbirro dar el paso al frente como lo ha hecho el viceministro de Cultura Fernando Rojas a propósito de la censura de la película Santa y Andrés. Loable esbirro el Rojas, en vista de que en los últimos tiempos todos ellos han evitado quedar como censores y ha sido mucho el embaraje y el disimulo. En cambio, con él la profesión encuentra su defensa y da la cara. Y lo mismo puede decirse del director del ICAIC Roberto Smith de Castro —ninguna relación marital con Fidel o Raúl—, quien ha justificado también la prohibición de esa película.
No puede decirse lo mismo del presidente del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, Iván Giroud, aguantalapata de esa misma censura que intenta hacerse el bobo.
Entre toda esta canalla, Fernando Rojas es el que más metratranca ha dedicado a justificar la prohibición. Porque él es un intelectual de la cabeza cubierta de mierda hasta los pies cubiertos de mierda. Así que habló de conexión orgánica, que es como hablar de Gramsci en un organopónico. Aseguró que la cosa no iba porque había que defender a "un gran pueblo y una gran causa". Y con esto último debió referirse a su gran causa personal: llegar alguna vez a ser Ministro de Cultura.
Silvio Rodríguez
Guillermo Rodríguez Rivera es un profesor universitario a quien —sin importar sus creencias religiosas— se le monta de vez en cuando el espíritu de una pasalista de espera de terminal de ómnibus que lo hace opinar públicamente acerca de quién merece y quién no merece el Nacional de Literatura. Con el guille Guillermo está peleando su propio premio, pero lo que ahora importa es que, viendo que Bob Dylan agarraba el Nobel de Literatura, el profesor Rodríguez Rivera advirtió que habría que darle a Silvio el Nacional de Literatura.
A Silvio.
A Rodríguez.
A Domínguez.
Porque Silvio es tremendo poeta. ¿Maleducado? Sí, pero tremendo poeta.
Sería bastante zonzo incluir a Silvio Rodríguez en este listado tan solo por el hecho de que, a punto de rendirle homenaje al fallecido Fidel Castro, respondiera a los buenos días de una reportera de la televisión oficial cubana avisándole que el día no estaba muy bueno que dijéramos. Pero no faltan motivos para solavayizarlo, porque si en 2015 él deseaba que el capitalismo no llegara a Cuba (Silvio gandío, lo quieres para ti solito), en este año pudo reconocer que era culpa de EEUU que el país estuviera detenido en el tiempo.
"No nos dejaron ser", lamentó.
Silvio es un gran poeta y un feto abortado.
Eusebio Leal
Se puede ser Leal y ser a la vez Spengler, pero no se puede ser buen historiador y, a la vez, chicharrón de los Castro. Dejemos claribel esto desde el inicio: Eusebio Leal Spengler es un farsante como historiador y como intelectual. Este año sus amos le rompieron el tumbao, los militares le arrebataron sus negocios y, en premio, lo arrastraron hasta Birán con una cadena nueva. Lo llevaron como despedidor de duelo a la hacienda familiar, para el entierro de las cenizas de dos hermanos Castro —ninguna relación con la orquesta de ese nombre—, hermanos menos realizados que los dos dictadores de la famiglia.
Leal —excelente nombre para perro— recordó a los tales hermanitos: "Angelita, la mayor de las hembras y la mayor de todos, fue hija fiel y amorosa de sus padres; Ramón, fue el único llamado a conservarse como el guardián de la tierra hasta el final de sus días".
Hija fiel y amorosa la una… Guardián de la tierra hasta el fin de sus días el otro… Qué clase de cronista social se perdió con este Historiador de la Ciudad…
Pero ahí no quedó la cosa, porque al cronista picúo vino a sumarse el empresario habaguanex, y Spengler —excelente nombre para rifle— disparó que allí en Birán "vive el espíritu de la familia y vendrán millones de personas de todas partes del mundo".
¡Delegaciones norcoreanas de todas partes del mundo, uníos!
En junio de este año, cuando se desveló la tarja que asegura que La Habana es una de las siete nuevas "ciudades maravilla" del mundo, Leal Spengler —perro y rifle—soltó esta parrafada sobre la destartalada capital cubana: "La ciudad está intacta, venida a menos a veces, pero cuando se rasga el velo de esa aparente decadencia, aparece su esplendor en cualquier edificio, en cualquier sitio. Lo que hay que tener es ojos para ver la maravilla y un corazón que nunca desmaye".
O sea, que aquellos habaneros sin techo propio o con techo con amenaza de derrumbe, lo que tienen no es, según el Historiador de la Ciudad, un problema de vivienda, sino un problema oftalmológico, porque "lo que hay que tener es ojos". O un problema cardiológico, por lo del corazón que no desmaye.
Eusebio Leal Spengler tuvo además la desfachatez de dedicarle ese homenaje a La Habana al principal responsable de su destrucción, que no era precisamente la hija fiel y amorosa de sus padres, ni tampoco el único guardián de la hacienda paterna.
Roberto Robaina
No está aquí ni por excanciller ni por dueño de paladar ni por su apariencia de salsero, sino por pintor. Pero, bueno, si Silvio es poeta, que Robertico sea pintor. Y héte aquí que estaba por celebrarse una exposición de su obra pictórica en la Asamblea Legislativa de Ciudad México —seguramente por guara vieja de cuando él fungía como canciller— cuando fue robada al menos una docena de las 45 piezas. Fue un taxista quien aprovechó que las personas que transportaban esas obras se bajaban de su taxi para largarse con el botín.
De inmediato se organizó una operación de salvamento, tomaron cartas en el asunto la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría de la capital mexicana, y se supo que los cuadros perdidos alcanzaban un valor de 22.000 dólares, pese a que no habían sido asegurados. Un diputado mexicano reconoció que lo de mover piezas tan valiosas en un simple taxi no resultaba la solución más recomendable. Y llegó a trascender que entre aquellas obras secuestradas había un retrato de Fidel Castro.
Robaina no iba a estar en la inauguración porque no tenía permitido salir de Cuba. Un taxista había secuestrado las pinturas y el pintor se encontraba secuestrado en su país, pero eso no era obstáculo para que él celebrara en un retrato al artífice mayor de su secuestro. Estocolmo premia a Bob Dylan con el Nobel y a Roberto Robaina con un síndrome.
Todo este caso policial podría haber hecho la suerte de la exhibición y la gloria del artista, pero concluyó en sainete: al taxista lo que en verdad le interesaba era robarse el vuelto de la carrera, no aquellos mamarrachos horrendos que volaron con él en el asiento trasero.
Hay fuentes, sin embargo, que sostienen que no fue el valor de las pinturas y ni siquiera el monto del vuelto los que causaron la estampida del taxista, sino el horror de, mientras se bajaban los clientes, tener que quedarse solito con aquellos adefesios.
Socotroco Castro
Vamos a llamarlo Socotroco. Socotroco Castro, aunque ese no sea su nombre ni su primer apellido. ¡Cuántas tareas escolares tuvieron que quedarse sin hacer para obtener un espécimen de su clase!
Socotroco es guardaespaldas de Raúl Castro siendo nieto suyo, y verdad que hay que ser malaentraña para contratar de guardaespaldas a tu nieto, para que tu nieto sea el que coja la primera bala que se pierda.
Abuelito criminal y nieto guardaespaldas visitan el Palacio del Elíseo, en París, y el segundo de ellos se comporta como el chiforrober más incómodo de toda la mudanza.
Socotroco viola con sus torpezas el protocolo de la ceremonia, que es lo menos que puede violar un integrante de una familia como esa. Y tiene que ser el propio presidente de la República Francesa quien le llame la atención sobre los límites que está sobrepasando.
Mientras tanto, el asesino de su abuelo ni se da por aludido. Queda por desear que los herederos de ese viejo se muestren siempre tan hábiles como Socotroco a la hora de encontrar dónde ponerse.
Aliet Pérez Martínez
Aliet Pérez Martínez es lo que se llama un mentalista. Junto al también tunero Arley Collazo Lago, forma un dúo de telépatas que integra la compañía "Sueños Mágicos", del Circo Nacional de Cuba.
En agosto, cuando el calor es tanto en Santiago de Cuba que cualquier cabeza se vacía completamente, Aliet Pérez Martínez se encaramó en una motocicleta para romper el récord Guinness de conducción a ciegas y recorrió ocho kilómetros con los ojos vendados.
"Implantar una marca mundial es lo más importante que puede vivir un artista, un 'mentalista', y hacerlo coincidir con esta efeméride grandiosa, nos llena de una gran satisfacción", declaró.
La efemérides grandiosa no podía ser otra que el cumpleaños del gran mentalista conductor a ciegas de todo un pueblo cuyas cenizas reposan en el cementerio de Santiago.
Randy Alonso
Es uno de los rostros más memorables de la televisión de la Isla y, cuando se piensa que ha pasado antes por maquillista y ha sido cuidadosamente iluminado, no puede menos que padecerse el escalofrío del horror.
Su carrera descansa en la tremenda convicción con que asiente. Ni un martillo neumático le entra al tema con tanta contundencia como esa cabecita. El difunto dictador descubrió a Randy en una reunión por allá por Pinar del Río, hizo que lo soltaran en el cuartón de la televisión, y tan tremendo dúo de mentalistas formaron él y el viejo líder que este último no tenía más que tener una ocurrencia para que, adivinándola, Randy empezara a asentir como esos perritos de juguete que adoran los taxistas habaneros y que, por extensión, acabaron llamándose Randy.
Que, dicho sea de paso, no es mal nombre para perro.
Corría en las Olimpiadas de Río de Janeiro el atleta cubano Orlando Ortega, corría por el equipo olímpico español después de haberse fugado de la Isla, llegó a ganar la plata en 110 metros con vallas y, como no podía dejar de mover la cabeza, Randy Alonso empezó a moverla de hombro a hombro.
"Excubano", llamó al campeón Ortega, sin poder contenerse.
Removida de izquierda a derecha a un ritmo verdaderamente frenético, ritmo nunca antes visto en sus asentidas, la cabeza de Randy se le fue de rosca y, pasada de izquierda, empezó a darle vuelta. Todo un espectáculo olímpico el de verle el reverso a la cara de Randy…
"¡Excubano!", chilló y su lengua empezó a salírsele de largo.
"¡Excubano, excubano!", la cabeza no dejaba de darle vueltas y la lengua se le enredaba en el cuello lo mismo que una horrible bufanda.
"¡Excubano!", gritaba Randy delante del triunfo de Orlando Ortega.
"¡Exorcista, exorcista!", empezó a reclamar el personal alarmado del estudio.
Así fue cómo, de perrito de almendrón, Randy Alonso pasó a convertirse en la Niña de El Exorcista.
Abel Prieto
Una vez dejado su cargo por truene fulminante, Roberto Robaina fundó un paladar y comenzó a pintar sus mamarrachos. Abel Prieto, a diferencia, da vueltas y más vueltas dentro de la lavadora. Si se pierde de vista es para regresar ejecutando un grand jeté dentro del ciclo de secado.
Gira para encogerse, él es todo un pitusa Jiquí.
Claro que en el ínterin podría haberse pelado de modo menos ridículo, pero no: ahí sigue con ese pelado que comparte con el bajista de Los Tigres del Norte.
Claro que podría haber ensayado mejores chistes, pero ahí sigue con su repertorio de viejos pujos cheos.
Una y otra vez lo nombran ministro, lo cual es a la vez ventajoso y desventajoso para la cultura del país.
En qué consiste lo desventajoso, no es necesario explicarlo. En cuanto a la ventaja, no hay más que calcular cuántos libros suyos nos ahorran las labores sicariales de su cargo.
Mariela Castro
Mayo, mes de las flores, Paseo del Prado y desfile de Chanel. Mariela Castro, haciéndose siempre la blandita y la tierna, dice que ahora todo el mundo quiere ir a La Habana. Ay, qué bonito, ay. Es mayo, son las flores, es el airecito que sube por Prado y levanta las falditas de Karl Lagerfeld diseñadas para Chanel. Es esa bobería aparente de Mariela, hecha de flores, hecha de mayo, hecha de airecito que sube desde el Malecón. Es que la Isla está ahora cada vez más de moda, es que los Castro, Mariela con sus dos hijitos bajando por Prado como por una pasarela, están otra vez en el medio de esa moda y el aire que antes levantaba barbas levanta ahora los modelitos de Lagerfeld o las sayitas de quienes acompañan a Mariela, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, en su mariconga, y es mayo, mes de las flores, y lo que hay insinuado debajo de esas sayitas que el aire alza es obra de la revolución, es la revolución que significa cambio, es que tú llegues a ser quien quieras ser, ay es mayo, es el mes de las flores, es Coco Chanel cosiendo para los jerarcas de la ocupación nazi, es Mariela, tan suavecita, tan tierna, tan en la bobería que no podría ser mala ni remotamente, que no podría ser considerada hija y sobrina de dictador, aprovechada ella, corruptilla. Ay, qué bonito, ay, tú.
Círculo Infantil "Huerfanitos de Fidel"
Sin traje ni guayabera, los hijos del occiso andaban en el séquito fúnebre en ropa de andar por la casa. Con un puróvito, si al fin y al cabo al viejo se lo pasaba en mono deportivo.
Dalia Soto del Valle, "fiel y querida compañera suya" como la calificara Nicolás Maduro, le daba al chicle en la costura: tensión dinámica para tiburonas. O era tal vez que la plancha dental se le escapaba detrás de su amorcito y ella tenía que besuquearla constantemente para conservarla suya.
Floja plancha dental o riquísimo chicle, pero ni una lágrima. Ni una lágrima por todos los culeros desechables que se quedaron por usar.
¡Qué lloren los débiles! Elián, niño, a llorar. Eliancito la emprendió con las conjugaciones verbales. Que no hay que hablar de Fidel en pasado, dijo, sino siempre en futuro. Silvio Rodríguez para Premio Nacional de Literatura, y Elián González para académico de la Lengua.
Alicia Alonso, mentalista con el récord Guinness de coreografiar a ciegas, se sobrepuso al dolor para zumbarle al público una gala homenaje. Alicia tiene en su celular una aplicación muy útil, tipo Pokémon GO, que le avisa de la presencia de La Muerte en cada habitación o espacio en el que ella entra.
Más chicharronería tutú: Carlos Acosta, a quien Alicia consiguió echarle abajo la presentación de un libro donde él la tachaba de racista, arremetió también con gala por el difunto, e incluyó en el programa una pieza "que aborda la perdurabilidad de la vida más allá de la muerte".
Miguel Iglesias, director de Danza Contempóranea de Cuba, giraba por Alemania con su compañía y comparó al difunto con Cristo y Carlomagno. Le dedicó funciones, amenazó a su público: "Danza Contemporánea de Cuba baila hoy en Alemania, en sus teatros, pero con nosotros baila Fidel, baila Cuba, bailan sus ideas".
Buena Fe, dúo musical de brigadistas de acción rápida, se subió al carro de Nicolás Maduro para llorarlo con su música. "Soy fidelista y no tengo miedo a decirlo", prorrumpió uno de ellos. Premio Nacional de Literatura para Silvio Rodríguez y Premio UNEAC de Poesía para los Buena Fe.
Amaury Pérez Vidal le escribió al finadito un soneto ripioso. Premio Nacional de Literatura para Silvio Rodríguez, Premio UNEAC de Poesía para Buena Fe, y Premio David de Poesía para Amaury, so poeta.
Lloró Orestes Kindelán, pelotero, hablando de unos jonrones simbólicos.
Omara Portuondo, que es apolítica cuando le suspenden un concierto en Taiwán pero no a la hora de firmar por el fusilamiento de tres jóvenes, suspiró por no haberle podido cantar nunca en persona el bolero moringa intitulado "Cómo yo te quiero".
"¿Dónde están los verdaderos huérfanos de Fidel?", preguntó en uno de sus escritos el esbirro tronado por Abel Prieto y devenido en bloguero Iroel Sánchez.
Para que desde Miami le contestara Edmundo García: "Yo quiero a Fidel como a un padre".
Daniel Chavarría, uruguayo nacionalizado cubano y dizque escritor: "Yo voy a solicitar en estos días a la UNEAC, mi organización profesional, proponer a la UNESCO designarlo Patrimonio de la Humanidad".
Y el presidente de la organización encargada de tramitar tal campaña ante la UNESCO, el compañero Miguel Barnet, habló de Fidel Castro como si fuera un bumerang: "el Comandante en Jefe era un hombre que iba al futuro y regresaba para contárselo a los demás".
"Hum, este chicle está cogiendo un sabor muy extraño", se dijo Dalia Soto del Valle. "¿Pero dónde voy a botarlo ahora?"
Fidel Castro
Depositadas sus cenizas en el buzón de los Picapiedra, en el cementerio Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, 2016 es el último año en que este sujeto entra en un listado como este. ¡Solavaya!
Raúl Castro
¡Solavaya Solaváyavich!
Y se fue el año, gente.