El crecimiento de la ciudad hacia el oeste, cruzando el río Almendares, se debe fundamentalmente a varias figuras principales: Ramón G. Mendoza Pedroso, miembro de una familia que figuraba en primera fila en la sociedad rica y elegante de La Habana, quien fuera el promotor del reparto Miramar; el arquitecto Leonardo Morales Pedroso quien, junto al también arquitecto José F. Mata, en composición de la empresa constructora, proyectista y urbanizadora Morales y Mata, diseñara y proyectara en 1911 el reparto Miramar y la 5ta. Avenida; el ingeniero Luis Morales Pedroso, quien al separarse de la empresa Mata en 1917, la integrara con su hermano, ahora como Morales y Cía., continuando la obra de la anterior; y José López Rodríguez (Pote), un hombre de negocios gallego, el cual logró acumular una enorme fortuna, y fue quien en 1921 ordenó construir y financió el hermoso puente de armazón de hierro que, desde la calle Calzada, permitió atravesar el río y conectar El Vedado, cerca del mar, con Miramar.
Oficialmente ese puente se denominó Puente Miramar, pero siempre fue conocido como "el puente de Pote". Aunque anteriormente la Havana Electric Railway Co. había construido dos puentes de tipo primitivo (los de las calles Línea y 11) para el cruce de sus líneas (los tres puentes se abrían por el centro para dejar pasar las embarcaciones que navegaban por el río), y en 1909 se había construido un puente-viaducto de mampostería sobre el río, que unía la calle 23 con la entonces Avenida de los Aliados (Avenida 47 del reparto Kohly), fue el Puente Miramar o de Pote el que aceleró el desarrollo del nuevo reparto. Y, al construirse los dos túneles bajo el río en las calles Calzada y Línea, fueron demolidos los puentes que se encontraban en las mismas, quedando solo uno restaurado en la calle 11, conocido como el Puente de Hierro.
Con la construcción de la 5ta. Avenida y sus calles adyacentes y transversales, más la torre-reloj y la hermosa Fuente de las Américas, se desarrolló el reparto Miramar, que llegaba hasta la calle 42, donde se encuentra situada desde 1928 La Copa, obra del escultor Oliva Michelena. En él, a partir de 1918 edificaron sus lujosas mansiones las familias más acomodadas de la ciudad, utilizándose diferentes estilos: romano, renacentista, medieval, florentino, renacimiento español, gótico y colonial, el cual no tuvo mucho éxito, pasando por el estilo denominado "Morales o Vedado" (chalet de dos plantas inspirado en el clasicismo francés o italiano, desarrollado por el arquitecto Leonardo Morales primeramente en el reparto Vedado), hasta llegar al estilo moderno, el cual se generalizó en las décadas del 40 y 50.
A Miramar le siguieron otros repartos en dos direcciones principales de desarrollo: una desde Miramar hacia el oeste y el río Quibú, teniendo como eje central la 5ta. Avenida (Querejeta, Náutico, Flores —antiguo Alturas del Baltimore—, Jaimanitas, Barlovento y Santa Fe) y otro desde Miramar hacia el suroeste (Alturas de Miramar, Kohly, La Sierra, La Ceiba, Almendares, Ampliación de Almendares, Buenavista, Cubanacán —antiguo Country Club—, Atabey —antiguo Biltmore— y Siboney). Todos estos repartos históricamente formaron parte del antiguo municipio Marianao.
El actual municipio Playa incluye los repartos Miramar, Alturas de Miramar, Almendares, Ampliación de Almendares, La Sierra, La Ceiba, Kohly, Buenavista, Querejeta, Baja Santana, Juan Manuel Márquez, Playa Santa Fe, Residencial Santa Fe, Atabey, Cubanacán, Flores, La Playa, Náutico, Playa Cubanacán, Siboney, Jaimanitas, Alturas de Jaimanitas, Playa Jaimanitas, Barlovento y Mayanímar. Se encuentra enclavado entre La Puntilla, Ensenada de Portier, Playa Santa Fe, El Piche, Zamora, La Ceiba y río Almendares.. Sus avenidas y calles principales son las avenidas 1ra., 3ra., 5ta. y 7ma., y las calles 10, 19, 30, 31, 41, 42, 44, 60, 70, 84 y 120.
Entre algunas de sus edificaciones más importantes se encuentran la casa de Alberto de Armas, conocida como la Casa Verde (1926); la de Francisco Argüelles (1929), considerada la primera obra de estilo moderno construida en Cuba; la de la Condesa de Buenavista (1929-30); la de Mark A. Pollack (1930); la de Manuel López Cháves (1932), de Alberto Kaffenburgh (1938) y la de Eutimio Falla Bonet (1939).
Entre 1940 y 1959, resaltan las residencias de Mariano Juncadilla, María Melero, Víctor Pedroso Aróstegui, Alicia Amézaga, Eugenio Batista, Ramón Grau San Martín (expresidente de Cuba, conocida como La Choza), Max Borges, Alfred de Schulthness, Higinio Miguel, Antonio Barquet y Stanley Wax.
También resultan interesantes las iglesias de Santa Rita, San Agustín, Jesús de Miramar, San Antonio de Padua y Corpus Christi, la Iglesia Luterana Sínodo de Missouri, la de La Anunciación y la de La Santa Cruz de Jerusalem; los colegios, principalmente de hembras, del Sagrado Corazón, las Ursulinas, Santa Ángela, del Corazón de María, la Residencia Universitaria de las Madres Escolapias, la Ruston Academy y la Merici Academy, la Havana Military Academy y la Universidad Católica Santo Tomás de Villanueva, estas últimas para varones.
El municipio abunda en antiguos clubes: el Havana Yacht Club, el Casino Nacional, el Havana Biltmore Yacht and Country Club, el Casino Español de la Playa, el Havana Biltmore, el Miramar Yacht Club, el Casino Deportivo, el Náutico, La Concha, y los clubes-balnearios de los gremios.
Allí abrían sus puertas también los más modestos cabarets de la bohemia habanera, como Rumba Palace, El Niche, Pensylvania, Choricera, Panchín, Pompilio, Los Tres Hermanos y la Taberna de Pedro, todos frente al Coney Island Park, y muchos otros.
Podían encontrase allí el teatro Blanquita; los cines Miramar, Arenal, Ambassador, Avenida y Cosmos; los hoteles Copacabana, Chateau Miramar y Comodoro, y las Escuelas Nacionales de Arte (Artes Plásticas, Danza Moderna, Ballet, Música y Artes Dramáticas).
En su territorio, perteneciente anteriormente al antiguo municipio Marianao, se encontraban los laboratorios Kuba S.A, Embil y Brunshwig y Cía.; Concreto Caribe S.A; la fábrica de tejidos Estrella S.A.; la Bastov Products S.A., fabricantes del chocolate Kresto y de las conservas de frutas Jals y Van-Del; la Compañía Goodrich Cubana S.A.; la Nueva Fábrica de Hielo S.A., fabricantes de las cervezas Cristal, Tropical, Tropical 50 y de la Maltina; la Cervecera Internacional S.A., fabricantes de la cerveza Polar y de la Trimalta; así como el emblemático Cabaret Tropicana, el cual no se parece en nada a lo que un día fuera.
Posteriormente a 1959 se han construido algunos edificios para hoteles, inmobiliarias, comercios, centros de negocios, de investigaciones y para la salud.
Algunos de los principales arquitectos e ingenieros de las obras construidas en todos estos repartos fueron Jorge Luis Echarte, Leonardo y Luis Morales Pedroso, José F. Mata, Rafael Goyeneche, Rafael de Cárdenas —a quien se debe principalmente la expansión hacia el Country Club—, Esteban Rodríguez Castells, Aquiles Capablanca, Eugenio y Ernesto Batista, Mario Romañach, Najim Nepomechie, Max Borges Recio —constructor de pequeños chalets para la clase media—, Víctor Manuel Morales de Cárdenas, Fernando Salinas, Frank Martínez, Vicente Morales, Enrique Borges, Nicolás Arroyo, Ricardo Porro, Vittorio Garatti, Roberto Gottardi, Onelia Payrol, Sonia Domínguez y Antonio Quintana.
Playa ha sido concebido, principalmente, como un municipio para diplomáticos, empresarios y turistas extranjeros y figuras relevantes de la nomenclatura oficialista. Debido a ello, la mayoría de las mejores residencias y apartamentos, abandonados en la primera década de los años 60 por sus propietarios originales, después de rehabilitados, han sido arrendados a los primeros u ocupados por los últimos.
Esto lo hace diferente al resto de los municipios de la ciudad, por lo general bastante deteriorados y empobrecidos. Si anteriormente estos repartos del antiguo municipio Marianao, los denominados repartos de la Playa o del Oeste, fueron habitados por las familias más pudientes de entonces, 56 años después, superada rápidamente la utopía de entregarlos como albergues a estudiantes traídos de las zonas rurales del país que prácticamente los destruyeron, vuelven a ser habitados por los representantes del poder, tanto político como económico.
Para los cubanos de a pie queda aún la posibilidad de visitarlos, acudir a algunos de los que fueron clubes-balnearios de la playa, hoy bastante alejados de sus buenos tiempos, y disfrutar, sólo mediante la observación, de la belleza de los mismos y de su magnífica arquitectura, convencidos de que no pueden habitar en ellos.