Los refrigeradores de la marca china Haier, distribuidos entre la población como una de las tareas de la ya desaparecida "Batalla de Ideas", están trayendo problemas y preocupaciones a sus dueños. Cada día hay más quejas por la poca calidad de los equipos y la dificultad para repararlos.
Isabel, quien tenía un refrigerador soviético, pensó al principio que sería una ventaja tener uno nuevo, fuera de la marca que fuera. "Lo cambié porque el mío ya tenía como 20 años y, por lógica, uno nuevo debía durarme más tiempo. Además, me echaron miedo con lo de las piezas. Decían que ahora el país solo tendría piezas de repuesto para los Haier".
Sin embargo, el refrigerador de Isabel ya se ha roto dos veces y las piezas de repuesto están tan "perdidas" como estaban las soviéticas de su equipo anterior.
"Primero fue la máquina. En el consolidado no había, según ellos, para reponerla. Tenía que anotarme en una lista y ellos me llamarían cuando entraran las piezas", cuenta. "Al final, después de tres meses sin refrigerador, llegué hasta uno de los técnicos del mismo consolidado y él me cambió la máquina a domicilio, como trabajo particular, y me cobró 90 CUC".
Ahora Isabel tiene que cambiarle la parrilla y va a recurrir al mismo método: pagarlo como un trabajo particular. "Yo sé que las piezas las sacan del mismo consolidado, son las que le corresponden a la gente que está en la famosa lista", reconoce. "Pero es la única manera de que pueda arreglar mi refrigerador rápido".
La ventaja de pagarlo como trabajo particular muchas veces se reduce a la rapidez del servicio, pues las tarifas oficiales no son mucho más bajas.
Xiomara, quien está haciendo la gestión por el consolidado, cuenta: "El técnico vino enseguida a revisar el refrigerador, pero me dijo que no podía cambiarme la máquina, que es lo que está roto, porque no podía montarla en una carcasa tan deteriorada", asegura.
"Yo no le veo el deterioro por ninguna parte, pero eso dice él, así que tuve que sumarle el arreglo del exterior al costo de reparación. Si le agregamos el transporte, que lo ponen ellos, el arreglo me sale en 90 y pico de CUC, así que es más o menos lo mismo que te cobran por la izquierda", concluye.
La recepcionista de un consolidado capitalino justifica las demoras con la poca disponibilidad de piezas. "Nunca nos entran todas las piezas a la misma vez", explica. "Vamos reparando los que se pueden resolver con las piezas que entraron y los que son arreglos sencillos. Eso lo determina el técnico cuando va a tu casa a hacerte la defectación".
En cuanto a los arreglos "por la izquierda", asegura no saber nada. "Si los técnicos reparan por su cuenta, yo no sé. Aquí la cantidad de piezas tiene que cuadrar con la factura de servicios. Eso es lo único que yo sé".
Para reunir el dinero de la reparación, Xiomara limpia en casas particulares, pues su jubilación no le alcanzaría para pagarlo. "Yo no sé qué se hacen los jubilados que no tienen otra entrada además de la chequera", dice. "Me imagino que si se les rompe el Haier se quedan sin refrigerador, porque nada más que cambiarle el gas ya son 20 CUC".
La mayoría de los que adquirieron los Haier hace algunos años no han terminado de pagar las cuotas de su costo. El refrigerador de Manuel hace ya un año que no existe, pero él continúa pagando al Estado.
"A nadie le importa que el refrigerador se haya roto, lo tienes que pagar igual", se queja. "Yo sabía que eso podía pasar cuando lo cambié, pero saberlo no me quita la sensación de estafa".
Manuel, marinero jubilado, tuvo que echar mano a sus ahorros de toda la vida y adquirir otro refrigerador, que le costó 700 CUC en la tienda. "Podría haber hecho eso desde el principio y me hubiera ahorrado este pago fantasma", concluye.
Lo que provoca la indignación de Elena, otra jubilada, es que todo el "mecanismo macabro" que rodea tanto la adquisición como la reparación de los Haier, es una creación del Gobierno.
"En otros lugares del mundo también te venden a plazos y no es problema del vendedor si el equipo se te rompe antes de terminar de pagarlo, menos si ya caducó la garantía", reconoce.
"La diferencia es que afuera te convencen a base de promocionar las virtudes del producto, aquí casi nos obligaron con amenazas de no poder arreglar los que teníamos si fallaban. Porque acuérdate que había que tener un refrigerador funcionando para poder comprar elHaier", dice.
El caso de Elena es de los peores: no tiene dinero para reparar su Haier, ni nadie que la ayude a conseguirlo. "Me quedé sin refrigerador y seguiré sin refrigerador. Y al Gobierno no le importa. Ellos se quedaron con mi Westinghouse,que tenía hasta las hieleras originales, y me vendieron esta porquería que no duró nada. Hicieron un negocio redondo, ganaron por lo que pudieron aprovechar de los refrigeradores viejos y están ganando por los pagos de los Haier, los que existen todavía y los que no".
A pesar de su situación, Elena no se siente desvalida, sino indignada. "Son todos unos ladrones y estafadores, empezando por Fidel y el hermano", dice. "Después es el capitalismo el que es malísimo, ellos son unos santos. Pero no les da ninguna pena, porque ellos están de lo más bien. Los jodidos con sus inventicos somos los viejos, los que pagamos los platos rotos".
Y los Haier rotos también.