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Sociedad

Hipsters y osos en La Habana

Un libro sobre los hipster circula por la ciudad, mientras que los osos fundan un club y una red social en internet.

La Habana

"¿Qué es un hipster?", Claudio se pregunta para responderse él mismo: "Son unos tipos con una barba de lo más cuidadita que caminan entre lo cínico y lo intelectual y que parecen activistas de algo".

"¿Cómo no verlos sin son tan lindos tan machos tan vintage?", dice Ariadna cuando le preguntan sobre el tema.

"Sí, pero no son ni intelectuales ni activistas, y sí quizás un poco cínicos", concluye Claudio, que no se considera hipster pero que prefiere la comida orgánica, es fotógrafo, ve películas raras y escucha una música más rara aún.

"La primera condición para ser hipster es no aceptar que eres hipster", dice Manuel, que ha dejado de afeitarse porque las máquinas desechables le hacen alergia. "Yo empecé con mi barba porque no soporto los granos que me salen cada vez que me afeito. Pero después me cayó un libro en la mano que decía lo que yo era. Y créeme este libro le ha dado la vuelta a La Habana."

Se refiere a Hipsters (un manual ilustrado), de Jorge Pinto (Ediciones Aguilar). Un pdf que con caricaturas y textos breves, dice cómo ser, cómo comportarse y qué necesitar.

Otros en la calle reconocen que han leído el libro.

Uno de los camareros del bar de tapas El Chanchullero, en La Habana Vieja, cuenta: "Me dejé la barba porque me gustaba. Y de repente empezaron a llegar clientes con barba. Y me dije: 'Bueno, estoy en sintonía con el mundo'. Después me leí el libro". Y recomienda ver a su barbero Lachy, de la zona 10 de Alamar. "Él es el que se encarga de mi barba."

El más cínico de todos fue uno de los vendedores de artesanía de la calle Obispo que cuando se le preguntó por qué se había dejado barba respondió con más preguntas: "¿Y para qué quieres saber? ¿Para que quieres eso? Porque me dio la gana".

Lo que hace cuestionarse si ya habrá leído el libro y habrá asumido la pose.

La barbería Salón Rojo del bulevar de San Rafael tiene un público pintoresco. Yusnaiby, uno de sus barberos, con una barba incipiente aún, le hace los cortes a Roberto que quiere parecer descuidado.

Yusnaiby no sabe qué es hipster, Roberto sí, pero no sabe qué es comida orgánica (que es la comida que suelen preferir los hipsters en el resto del mundo). Yusnaiby seguro escucha reguetón y Roberto otra música que ni el mismo podría definir.

"Dejo que la barba me crezca a su aire. No me la toco pero me afeito el cuerpo y me gusta darme algún toque en la cabeza", apunta Roberto.

¿Y los que andan contigo también llevan barba?: es la pregunta que se impone.

A lo que responde Yusnaiby: "¿Pero tú crees que es una tribu? Cada quien anda con su pinta sin preguntarse tanto qué se es".

¿Eso significa que se le está acabando el espacio a la metrosexualidad entre los hombres cubanos?

Yusnaiby responde: "Para nada. Aquí siguen viniendo muchísimos hombres a arreglarse las cejas. Lo que no lo hago con pinzas como las mujeres, sino con navaja".

Los hipster en la Habana son una tribu urbana que recoge a raros y aburridos. Su cinismo pasa por la pose intelectual para atraer a muchachas jóvenes y tan aburridas como ellos. Los hombres suelen llevar una combinación perfecta de barba con camiseta de flores rosadas. Las mujeres, vestidos de tela combinados con botas o tenis Converse y gafas sin aumento.

Jorge Pintado en su libro publica una encuesta que deja a los cubanos fuera en unos cuantos puntos. "¿Puedes comprar un coche y prefieres andar en bici?", dice la encuesta y, aunque ya se ven algunos barbudos circulando en bicicleta por la calle, la opción es única.

"Yo quisiera una Mac", dice Juan Carlos como buen hipster que dice que no es. "Pero, ¿de dónde la saco?"

También se quedan fuera, en la mayoría de los casos, en lo gustar solo del café y la comida orgánicos o en eso de "¿puedes comprar ropa nueva y prefieres la antigua?"

"No, yo prefiero siempre comprar ropa nueva aunque a veces tenga que conformarme con la ropa reciclada", dice Luis, que es escritor y que no sabía que era hipster hasta que se autoencuestó.

"Lo mismo encuentras a un hipster gay, que uno que fue reguetonero, que uno que dice que es artista y heterosexual", dice Manuel. "Si algo bueno tiene esta corriente, es que ha roto fronteras, que ha traído confusión. Y si quieres ver cantidad de hipsters, todos junticos, ve a la Fábrica de Arte."

Los osos fundan un club

Los osos son una subcultura gay prácticamente desconocida en Cuba que surgió por la década del 70, junto al auge del movimiento gay. Estaba ligada a los motoristas y camioneros.

"Fue una respuesta ante el estereotipo que imponía la comunidad gay y que de alguna manera sigue imponiendo: la delgadez y la fragilidad como única manera de ser bello", dice Samy Loco Bear que prefiere, como otros, mantener su discurso detrás del seudónimo con que se identifica en las redes sociales.

El 4 de julio de este año los osos cubanos iniciaron el Club de Osos de Cuba.

"Abrimos un blog en la plataforma de Cuba Va y en dos días tuvimos 400 visitas", dice Samy Loco Bear, uno de los creadores del Club de Osos de Cuba. "La gente deja sus comentarios y ha servido también como red social. Lo intentamos en internet pero la conectividad no nos lo permite."

Están además en el sitio de encuentro www.bearwww.com, la red social más activa de la comunidad osuna.

"Ser un oso es más que tener pelos y ser gordo", dice Bear Lover, otro integrante del Club.  Y agrega: "También se puede ver como una visión de la masculinidad heteronormada. Es otro estereotipo. Hombres de caracteres fuertes a los que, además, le gustan otros hombres".

Contrario a los hipsters, los osos ostentan el sobrepeso o los músculos y vellos abundantes en todo el cuerpo como parte de la masculinidad.

"Mi cuerpo es así y yo lo disfruto. Pero hay gente con aspiraciones. Gente que come y hace ejercicios para convertirse en bears", comenta Samy.

Entre ellos no hay amaneramientos. Tienen las manos rudas y el cuerpo es una maquinaria de poder suficiente para cualquier tipo de oficio. Y para cazar.

Para otro de los iniciadores del Club, ser oso es "una forma de socializar entre nosotros y evitar a otros grupos" dentro de la comunidad gay.

En Cuba hay más admiradores que osos, aunque algunos osos tienen una misma hipótesis: "Puede que haya muchas más personas con estas características pero que mantienen una bisexualidad. Y como su forma de ser no los delata, no están presionados para salir del closet y pueden mantener una doble vida sin que nadie sospeche".

Para validar la hipótesis solo habría que ir por las noches a La Potajera, sitio de encuentros casuales donde el anonimato es la regla de oro.

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